Despertando
Posted in Diario
Tras varios minutos leyendo, levanto los ojos y miro a mi alrededor. Es tarde, y algo dentro de mi se revuelve porque no ha vuelto. Un fuerte peso se instala en mi estómago. Intento concentrarme en la lectura, pero descubro que no puedo. No sé por qué empiezo a pensar en cosas... Cosas que hasta ahora no había pensado. Le imagino en docenas de circunstancias.
Y ninguna de ellas me gusta...
Cierro el libro con un Y ninguna de ellas me gusta...
Cierro el libro con un golpe sordo y lo tiro a la mesa sin más ceremonia. Me recuesto en el sillón mientras mi mente sigue funcionando. Seguramente estará detrás de las faldas de una de esas niñas cursis, como aquella Slytherin que se fue el año pasado que parecía tener la boca llena de mariposas cada vez que le hablaba. Y qué fea era...
Tenía una boca que parecía que le hubiera dado una alergia.
Cruzo las piernas y me muerdo las uñas mirando el reloj. ¿Cuántas cosas da tiempo a hacer en tanto tiempo?
Otro minuto... Y yo miro alternativamente las uñas que me destrozo, las agujas del reloj, y la entrada
¿Por qué me importa que no esté? ¿Por qué pienso todas esas asquerosidades que estoy pensando? Me siento rabiosa conmigo misma
Me rasco los brazos. Me pica todo el cuerpo de tan nerviosa...
que estoy. Manoseo los cabellos que se me escapan de la trenza-
Oigo unos pasos y me vuelvo. Una sensación extraña relaja todos mis músculos al verle llegar
Intento que no se note que le miro. Pero le miro. Me fijo en cualquier rasgo de su ropa, cualquier botón, arruga, o mancha, que me indique algo acerca de lo que haya podido hacer con su ropa. Veo lo que está haciendo, la rotación de su cuello, la piel que se asoma tras la abertura de su camisa. Un escalofrio me recorre el cuerpo. Parapetada tras el respaldo, observo cada movimiento que hace. Siento un extraño temblor en las manos, pero sigo mirándote en silencio.
Puedo ver el vello en su bajo vientre, tan claro como su pelo. Aparto la mirada rápidamente mientras noto como me sudan las manos. La tentación de volver a mirarle se hace demasiado fuerte, pero la sensación que me invade es más fuerte que yo y no quiero sentirla.
Me levanto rápidamente del sillón y obligándome a no mirarle de nuevo, camino aprisa hasta los dormitorios. Entro al dormitorio, y cierro tras de mi la puerta. Arya no está y los demás tampoco. Me cambio de ropa sintiendo la respiración acelerada y un torrente abrasador fluyendo por mis venas. Me desnudo y noto la cálida temperatura de la habitación fría, comparada con mi piel que se eriza al contacto del aire. Noto mis pechos tensos cuando los libero del sostén, los pezones erectos, y una fina capa de sudor recubre mi piel erizada. Me pongo el ligero camisón blanco, notando el roce de la ropa como una caricia
Desago mi trenza y me meto en la cama. Siento una extraña sensación que no me deja respirar, algo contra lo que no puedo luchar. Cierro mis ojos, tendida sobre mi costado izquierdo. Me humedezco los labios, los noto más sensibles que nunca... noto como me arden.
Había sentido esa misma sensación otras veces. La estúpida necesidad fisiológica de una niña que se resiste a convertirse en mujer, la reacción natural, instintiva, de una adolescente abnegada que nunca se había prestado atención. Trago saliva fuertemente y mi instinto se hace más fuerte que yo, pues él sabe que hacer mientras que yo lo ignoro. Contraigo mis nalgas, apretando mis muslos. sensación de gozo sustituye a la extrema necesidad de tener ese contacto que yo misma me causo. Siento la sábana sobre mi, el cosquilleo del camisón en mis pechos desnudos bajo esto. La sutil caricia del lino me colma de placer. Noto que el calor aumenta, que la necesidad de ese contacto es más fuerte que la presión que ejercen mis muslos. Me dejo llevar por las ganas de colmarme de gozo, y mi mano se pierde bajo
mis sabanas, subiendo mi camisón. Me muerdo el labio cuando dejo que sea el instinto y no mi sentido común el que me guie
Bajo mi ropa interior, la caricia hace que la sensación de placer que he podido causarme segundos antes al contraer mis muslos, parezca un simple espejismo. Intento contener un jadeo cuando me acaricio, produciéndome una sensación nueva, hasta ahora desconocida, algo que nunca antes había sentido. Giro hasta quedar boca arriba, apretando mi mano con los muslos. Mis talones se hunden en el colchón. Busco la manera de hacer que ese placer se haga más intenso, pero no soy yo quien debe decidirlo, pues mi instinto habla a través de mis caricias
Mi cuerpo responde. El placer... Nunca antes había pensado que pudiera ser algo asi. Cierro los ojos y por un momento fantaseo con que no soy yo quien se está acariciando, y me estremezco al imaginar su blanca mano enterrada bajo mi camisón. Esta vez no me maldigo por pensarlo ni por imaginarlo, quiero seguir sintiendo lo que siento, llevarlo más allá, al límite, si lo hubiera... Por eso recuerdo su
imagen en la Sala Común hace unos minutos, ese vello que se me había antojado suave y tentador sobre la cinturilla de sus pantalones
Elevo mis caderas, buscando más placer y lo consigo. Siento que mi cuerpo despierta, que estalla en llamas. Pienso en lo raro que suena mi nombre las pocas veces que lo ha murmurado, y me lo imagino en mi oído. Casi tengo la tentación de murmurar ese nombre que nunca pronuncio cuando siento que el placer se hace tan fuerte como nunca habría imaginado que sería. La densa humedad acrecienta y el calor entre mis muslos quema mis dedos. Siento un escalofrio recorriendo toda mi espalda cuando el placer alcanza su límite, y entonces no puedo evitar dejar un débil gemido en el aire, sintiendo el fuerte latido de mi corazon en mi garganta. El estallido del placer me sacude con un escalofrio. Mi cuerpo se rinde, posándose en la cama sin llegar a roza el colchón, mientras mis latidos y mi respiración se aceleran... Mi cuerpo se relaja, mientras recupero el control de mis sentidos... Siento que he florecido, que he renacido, que llevaba tiempo queriendo sentir y que nunca había sentido... Sonrío levemente, aunque de pronto me llena la vergüenza...
¿Por qué lo he hecho? ¿Por qué me he dejado llevar por ese estúpido instinto? ¿Por qué he tenido que pensar en todo lo que he pensado mientras por primera vez, me tocaba descubriendo que era capaz de sentir a la mujer que vive dentro de mi?
Siento las lágrimas asomándose a mis ojos. ¿Por qué? ¿Por qué he tenido que hacerlo? Giro sobre mi misma de nuevo tras bajarme de nuevo el camisón. Entierro el rostro en mi almohada, aún ardiendo por dentro, sintiendo aún los restos del placer que hace unos segundos me ha arrancado toda la rabia y me ha dado la libertad de ser yo y dar rienda suelta a todos esos pensamientos que siempre pienso sin querer pensar...Cierro los ojos con fuerza. Me encojo en el colchón tapándome hasta el cuello, sintiéndome rara por lo que acabo de hacer.
Y por ser incapaz de controlarme y de entenderme, irrumpo a llorar en silencio
Tenía una boca que parecía que le hubiera dado una alergia.
Cruzo las piernas y me muerdo las uñas mirando el reloj. ¿Cuántas cosas da tiempo a hacer en tanto tiempo?
Otro minuto... Y yo miro alternativamente las uñas que me destrozo, las agujas del reloj, y la entrada
¿Por qué me importa que no esté? ¿Por qué pienso todas esas asquerosidades que estoy pensando? Me siento rabiosa conmigo misma
Me rasco los brazos. Me pica todo el cuerpo de tan nerviosa...
que estoy. Manoseo los cabellos que se me escapan de la trenza-
Oigo unos pasos y me vuelvo. Una sensación extraña relaja todos mis músculos al verle llegar
Intento que no se note que le miro. Pero le miro. Me fijo en cualquier rasgo de su ropa, cualquier botón, arruga, o mancha, que me indique algo acerca de lo que haya podido hacer con su ropa. Veo lo que está haciendo, la rotación de su cuello, la piel que se asoma tras la abertura de su camisa. Un escalofrio me recorre el cuerpo. Parapetada tras el respaldo, observo cada movimiento que hace. Siento un extraño temblor en las manos, pero sigo mirándote en silencio.
Puedo ver el vello en su bajo vientre, tan claro como su pelo. Aparto la mirada rápidamente mientras noto como me sudan las manos. La tentación de volver a mirarle se hace demasiado fuerte, pero la sensación que me invade es más fuerte que yo y no quiero sentirla.
Me levanto rápidamente del sillón y obligándome a no mirarle de nuevo, camino aprisa hasta los dormitorios. Entro al dormitorio, y cierro tras de mi la puerta. Arya no está y los demás tampoco. Me cambio de ropa sintiendo la respiración acelerada y un torrente abrasador fluyendo por mis venas. Me desnudo y noto la cálida temperatura de la habitación fría, comparada con mi piel que se eriza al contacto del aire. Noto mis pechos tensos cuando los libero del sostén, los pezones erectos, y una fina capa de sudor recubre mi piel erizada. Me pongo el ligero camisón blanco, notando el roce de la ropa como una caricia
Desago mi trenza y me meto en la cama. Siento una extraña sensación que no me deja respirar, algo contra lo que no puedo luchar. Cierro mis ojos, tendida sobre mi costado izquierdo. Me humedezco los labios, los noto más sensibles que nunca... noto como me arden.
Había sentido esa misma sensación otras veces. La estúpida necesidad fisiológica de una niña que se resiste a convertirse en mujer, la reacción natural, instintiva, de una adolescente abnegada que nunca se había prestado atención. Trago saliva fuertemente y mi instinto se hace más fuerte que yo, pues él sabe que hacer mientras que yo lo ignoro. Contraigo mis nalgas, apretando mis muslos. sensación de gozo sustituye a la extrema necesidad de tener ese contacto que yo misma me causo. Siento la sábana sobre mi, el cosquilleo del camisón en mis pechos desnudos bajo esto. La sutil caricia del lino me colma de placer. Noto que el calor aumenta, que la necesidad de ese contacto es más fuerte que la presión que ejercen mis muslos. Me dejo llevar por las ganas de colmarme de gozo, y mi mano se pierde bajo
mis sabanas, subiendo mi camisón. Me muerdo el labio cuando dejo que sea el instinto y no mi sentido común el que me guie
Bajo mi ropa interior, la caricia hace que la sensación de placer que he podido causarme segundos antes al contraer mis muslos, parezca un simple espejismo. Intento contener un jadeo cuando me acaricio, produciéndome una sensación nueva, hasta ahora desconocida, algo que nunca antes había sentido. Giro hasta quedar boca arriba, apretando mi mano con los muslos. Mis talones se hunden en el colchón. Busco la manera de hacer que ese placer se haga más intenso, pero no soy yo quien debe decidirlo, pues mi instinto habla a través de mis caricias
Mi cuerpo responde. El placer... Nunca antes había pensado que pudiera ser algo asi. Cierro los ojos y por un momento fantaseo con que no soy yo quien se está acariciando, y me estremezco al imaginar su blanca mano enterrada bajo mi camisón. Esta vez no me maldigo por pensarlo ni por imaginarlo, quiero seguir sintiendo lo que siento, llevarlo más allá, al límite, si lo hubiera... Por eso recuerdo su
imagen en la Sala Común hace unos minutos, ese vello que se me había antojado suave y tentador sobre la cinturilla de sus pantalones
Elevo mis caderas, buscando más placer y lo consigo. Siento que mi cuerpo despierta, que estalla en llamas. Pienso en lo raro que suena mi nombre las pocas veces que lo ha murmurado, y me lo imagino en mi oído. Casi tengo la tentación de murmurar ese nombre que nunca pronuncio cuando siento que el placer se hace tan fuerte como nunca habría imaginado que sería. La densa humedad acrecienta y el calor entre mis muslos quema mis dedos. Siento un escalofrio recorriendo toda mi espalda cuando el placer alcanza su límite, y entonces no puedo evitar dejar un débil gemido en el aire, sintiendo el fuerte latido de mi corazon en mi garganta. El estallido del placer me sacude con un escalofrio. Mi cuerpo se rinde, posándose en la cama sin llegar a roza el colchón, mientras mis latidos y mi respiración se aceleran... Mi cuerpo se relaja, mientras recupero el control de mis sentidos... Siento que he florecido, que he renacido, que llevaba tiempo queriendo sentir y que nunca había sentido... Sonrío levemente, aunque de pronto me llena la vergüenza...
¿Por qué lo he hecho? ¿Por qué me he dejado llevar por ese estúpido instinto? ¿Por qué he tenido que pensar en todo lo que he pensado mientras por primera vez, me tocaba descubriendo que era capaz de sentir a la mujer que vive dentro de mi?
Siento las lágrimas asomándose a mis ojos. ¿Por qué? ¿Por qué he tenido que hacerlo? Giro sobre mi misma de nuevo tras bajarme de nuevo el camisón. Entierro el rostro en mi almohada, aún ardiendo por dentro, sintiendo aún los restos del placer que hace unos segundos me ha arrancado toda la rabia y me ha dado la libertad de ser yo y dar rienda suelta a todos esos pensamientos que siempre pienso sin querer pensar...Cierro los ojos con fuerza. Me encojo en el colchón tapándome hasta el cuello, sintiéndome rara por lo que acabo de hacer.
Y por ser incapaz de controlarme y de entenderme, irrumpo a llorar en silencio
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