sábado, 15 de junio de 2013

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El chico que nunca me vio

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Era una tarde del 4 de marzo del año 2017. Mi primer año en Hogwarts estaba siendo tan catastrófico como esperaba que fuera. Nada habría podido decirme que  fuera a ir mejor. Era la primera vez en once años que estaba separada de mi padre. Echarle de menos se había convertido en algo peor de lo que esperaba. Vivir sin él no solo triste y aburrida, sino que era casi imposible. Por suerte, había alguien a mi lado, una niña de ojos tristes que también parecía entender muy bien lo que era echar de menos a alguien. Desde el principio me cogió la mano, y me sonrió Creo que ella fue la primera persona en Hogwarts que me sonrió, porque casi nadie más lo hizo.
 Mi padre me había hablado mucho de las casas de Hogwarts. Él había estado en Gryffindor y a menudo repetía que había estado en la misma casa que Harry Potter, y muchas veces me hablaba de él, de cuando coincidieron en el colegio aunque en cursos diferentes. Me decía que no debía tener miedo a donde fuera a ponerme el Sombrero Seleccionador por mi condición mestiza, que hoy en día ya las cosas no eran como antes y que lo de los prejuicios era agua pasada. Pero cuando el sombrero Seleccionador me colocó en Slytherin, entre tantas túnicas  impecables y niños ricos, me sentí desubicada, fuera...
de lugar. Gracias a Morgana que estaba Arya, quien me tendió la mano y me ofreció su amistad desde el primer día amistad desde el primer día. Mi padre me había enseñado a tener siempre la cabeza alta,pasara lo que pasara. Me lo decía tantas veces que lo tenía aprendido de memoria. Pero poner las lecciones en práctica, no es siempre tan fácil como aprenderlas.
 Después de clases, si Arya no venía conmigo y estaba su hermana, me solía quedar sentada en el patio de Transformaciones, leyendo. Otras veces, jugaba con  Liesel, Willie, o Popp, el único compañero Slytherin además de Arya con el que me sentía un poco mejor. Aquella tarde estaba leyendo en el patio cuando de repente alguien habló detrás de mi
 -Eh, enana, vete de aquí, que molestas.
 Cuando me volví me encontré con Malfoy, ese rubio delgaducho y estirado que perdió la varita en el Expreso de Hogwarts el día que llegué  a Hogwarts. Recordaba que me había agachado a recogerla y que al ofrecérsela, tiró de ella con desdén sin ni siquiera darme las gracias,haciendo que me sintiera un poco más inferior. Le miré, y le dije
  -No me da la gana de irme, estoy leyendo y el patio es tan mío como tuyo
 El rubio rico llevaba a su habitual pandilla. El hijo menor de Potter, y el borde de Blair. Soltó una risita y miró a los demás
  -¿Eres una enana peleona? -se burló, y yo intenté permanecer estoica mientras que los demás, reían la broma de su amiguito.
   -¿Por qué debería irme?
Pregunté. Malfoy se acercó un poco más
   -Porque te lo digo yo, y punto. Largo -chascó los dedos-
   -Eh -protesté yo- No soy un chucho.
   -¿Ah no? -se burló Malfoy- Pues yo creía que si
 Blair empezó a reir a carcajadas mientras que él cruzaba los brazos, satisfecho de su broma. Tragué saliva con fuerza y traté de mantener firmeza. Alcé la cabeza, como siempre me pedía mi padre, y dije
   -Pues me importa una meiga frita lo que tu digas. Este patio no es solo tuyo.
 A Malfoy se le agrió la sonrisa de golpe, y ese gesto me divirtió. Esbocé una sonrisa burlona
   -¿Quién te crees que eres para hablarme así mocosa estúpida? -espetó.
 Su dureza me hizo temblar un poco pero no lo manifesté
   -Ever Dawson -dije- ¿Te vale o no?
 Malfoy dio un paso más hacia mi
   -Y yo soy Scorpius Malfoy, mocosa. El hijo de Draco Malfoy
 Yo solté una carcajada
   -¿Y tú padre se va a enterar de esto? Mi padre estuvo en Hogwarts con tu estúpido padre, ¿eres igual de idiota que él o peor?
 A Malfoy le fue cambiando la cara por momentos. Potter le pidió a su amigo que lo dejara mientras que Blair se mantenía en silencio con una sonrisa en la cara
   -No pongas a mi padre en esa sucia boca, enana -me miró de arriba a abajo con desprecio- Te queda muy grande.
 Por un momento sentí el desprecio. Hice todos los esfuerzos posibles para que no se me notara que me había dolido lo que me había dicho. Mantuve su mirada como pude, estoicamente, y él volvió a reirse
   -¿Te vas o no? -me preguntó
   -No -exclamé yo
 Malfoy apretó la mandíbula. Me cogió del brazo con fuerza y tiró de mi. Yo me quejé, intenté zafarme como pude, pero fue en vano. Avanzó casi arrastrándome hacia la salida del patio y allí me soltó con fuerza. Yo estuve a punto de perder el equilibrio. Me volví con furia,sintiendo las lágrimas en mis ojos, y luché con todas mis fuerzas para que no las notara. Con una expresión burlona, Malfoy me señaló con el dedo
   -Vete a algún sitio en el que tu túnica no desentone, que está muy descolorida -y tras decir eso, se dio la vuelta y se reunió con sus amigos, mientras yo miraba mi túnica.
 ¿Era cierto? ¿Estaba muy descolorida comparada con las del resto? Sentí un nudo en  el pecho. Mi padre no había podido afrontar todos los gastos de Primer Año. Los calderos, los libros, Chispas, la escoba, la varita en Ollivander's... Había tenido que conformarme con una túnica de segunda mano, algo que a mi me enorgullecía porque sabía cuanto era su esfuerzo, pero que a él le avergonzaba. Bajé la cabeza y caminé hacia el lago, cabizbaja y en silencio... por el camino, cuando ya nadie podía verme, lloré.

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