martes, 13 de agosto de 2013

0

Summertime Sadness

Posted in ,
El amor es mucho más que una emoción, mucho más que una sensación, o un sentimiento. El amor, ES. Leí esa cita en un libro, hace mucho tiempo, cuando todavía no sabia que el amor era ese sentimiento que ya existía en mí y que yo camuflaba con odio. 


 Pero, ¿cómo se puede camuflar al amor? Ni siquiera el odio puede hacerlo. Siempre he pensado que el odio es un sentimiento muy débil comparado con el amor. Después de todo, solo hay odio si antes ha habido amor. Sin amor, solo existe la indiferencia.
 Era mi ultimo día de vacaciones. Contemplaba el crepúsculo sentada en una roca, observando como el sol se fundía con el mar, mientras mecía mis pies descalzos dentro del agua cristalina y fría. De pronto me sentí observada, y allí estaba él, mirándome. Sentí una breve oleada de celos por ese aire que le estaba tocando el cabello, tan lejos de mis manos en ese instante, pero esos celos se acabaron después, cuando se sentó a mi lado, a contemplar como se moría el día.
 Conversar con él, verle de cerca, tocarle cuando me apeteciera sin tener que pedirle permiso con esa sensación de orgullo de saberle mío, eran emociones indescriptibles, que hacía apenas unos meses jamás habría podido ni imaginar. 
 Los dos estuvimos conversando, jugando... Intercambiamos la magia de nuestras varitas en duelos en los que las risas lo eran todo. Los dos acabamos en la orilla, acariciados por el mar, su cuerpo sobre el mío, y las manos de sal y arena traída por la marea, tocando...

0 comentarios:

0

Una larga vida

Posted in ,
Aquella mañana de finales de agosto, el Callejón Diagón bullía de actividad. Cientos de personas iban de un lado para otro, se amontonaban a las puertas de las tiendas, y recorrían el callejón, mostrando una enorme algarabía. ¿La razón? En menos de una semana, comenzaba el curso 2017-2018 en Hogwarts. Para muchos, era como “volver a casa” tras un largo y aburrido verano. Para otros, su Primer Año en la escuela con la que siempre habían soñado, de la que se habían contado tantas historias heroicas. Por la calle escuchaba a los niños de mi misma edad hablar de las casas. Todos querían ser Gryffindor, como Harry Potter y sus amigos, y nadie quería ser Hufflepuff. Pero al márgen de las casas, todos estaban contentos de que por fin, podrían sentarse en el Gran Comedor.
 En cambio yo, caminaba por la atestada calle sintiendo una inmensa fobia a la multitud, aferrada a la mano de mi padre, el único nexo que me mantenía atada al mundo real. No estaba contenta, no tenía ganas de ir a Hogwarts, ni de estar separada...

0 comentarios: