lunes, 8 de febrero de 2016

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El Elixir del Tiempo

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La noche ha caído sobre Godric's Hollow hace ya varias horas. Un día más... Un día menos. Ya no sé si sumar días o restarlos. Tal vez, simplemente, los vivo. Vivir es difícil cuando sabes que vas a morir. Intentas vivir al máximo, pero solo consigues vivir a medias. Es como intentar hacer algo que no puedes hacer, como cuando quieres respirar y ya no te queda oxígeno.

Estoy en la cama, donde he pasado casi todo el resto del día. En aquél colchón, me siento cada día un poco más pequeña mientras la habitación se me hace cada vez más grande. O tal vez es el mundo lo que se me vuelve cada vez más grande, o más pequeño... Porque ya apenas queda sitio en él para mí. El día ha transcurrido como todos los días. Dolor, fatiga, cansancio... Debilidad. Todo lo que vivo es una procesión de tristeza y dolor. La vida me va restando vida, y aquellas cuatro paredes se están convirtiendo en mi pequeño mundo.

Intento esperar a Scorpius despierta, pero sé que el sueño acabará venciéndome. Él se ha ocupado de mí durante todo el día, al igual que de nuestra pequeña Cass, a la que ahora lee un cuento en la cama para que se duerma. Tumbada sobre mi costado derecho, lucho por  mantener los ojos abiertos, porque ahora odio perder mi tiempo en dormir, quiero pasar todo mi tiempo despierta. Pero la enfermedad es tan cruel que ni siquiera les permite a los enfermos más horas despiertos para vivir más horas sus últimas horas... Hasta en eso te roba el tiempo. De lejos, escucho su voz, a través de la puerta entreabierta. Relata esa cuento que yo tantas veces la he contado, y casi siento que yo estoy allí, con ellos, escuchando ese cuento, uno de esos poderosos cuentos que tienen la magia de hacer que un niño crea en la fantasía, mientras la realidad no se la robe.

Y es así, como poco a poco, me voy quedando dormida en aquella cama, oyendo de fondo ese cuento, hasta que finalmente, se desdibuja hasta ser silencio.



Scorpius Malfoy. 6 de Febrero de 2028

El pasado duele, duele porque todo pasado es un recuerdo, y recordar es quizá una de las peores enfermedades que puede padecer un  hombre. Con el correr de los días una herida profunda en la piel, deja de sangrar y se va cerrando, pero la cicatriz que ésta deja, dura para siempre... Lo mismo pasa con las cicatrices en la memoria, y yo estoy lleno de cicatrices.

Hace ya dos años que nació mi pequeño Ender, nuestro regalo, un pequeño ángel caído del cielo que llegó para hacernos sonreír, pero su nacimiento no fue tan feliz como lo fue el de mi pequeña Cass. Quince días después del nacimiento de mi hijo, perdí a la mujer de mi vida, mi esposa, la madre de mis hijos, el amor de mi vida, mi Ever, mi siempre hecho mujer. Ese día comprobé que un nombre no mantenía a una persona con vida, y que hay guerras que desde su inicio, están condenadas a perderse, sin que nos demos cuenta. Aquella profunda herida, se instaló en mi corazón, ahí vive, y ahí vivirá siempre... Aquél día, el día que la vi por última vez, prometí que cuidaría de nuestros dos ángeles, pero no tenía mejor modo de cuidarles que devolviéndoles a su madre antes de que la perdieran, por lo que en  abril de 2026, dejando a mis dos pequeños ángeles al cuidado de Arya y su esposo Gabryel, viajé a Pensilvania.

Seguro de que mis dos hijos estarían bien al cuidado de ambos, una vez en Pensilvania, me instalé en Lancaster, la Ciudad de la Rosa Roja, adquiriendo una pequeña vivienda en una calle tranquila del barrio semi-mágico Red Rose, muy cerca del instituto de Maldicionología  Internacional. Allí trataría de pelear con el tiempo...

En aquél tranquilo barrio, buscaba respuestas, ya la había perdido pero aún buscaba su cura, buscaba salvarla antes de perderla, y eso es lo que intentaba cada día. Mi día a día se basaba en buscar la manera de curarla, entre libros y libros fui abandonándome mientras escuchaba la radio mágica, y un día, mientras lo hacía, la pluma con la que escribía cayó de mi mano...

Aún recuerdo la tinta de aquella pluma empapando aquella hoja, como si fuera la sangre vertida... Nuestro Ministro de Magia Kingsley Shackelbolt, fue asesinado el día en el que un Eclipse de Sol, se alzó sobre el mundo, en un día que el mundo recordará por siempre como el "Dies Irae". El día de la ira... Horrorizado con los ojos llenos de lágrimas congeladas, miraba a aquella radio de la que nacía la voz temblorosa de una mujer... Un genocidio, eso es lo que sucedió aquél día... Una horda de magos conocida como la Legión del Amanecer, encabezados por Aeternos, empezaron a arrasar todas las poblaciones mágicas y semimágicas del mundo, asesinando  a todos los muggles y capturando a los mestizos...  El presidente de Estados Unidos también fue asesinado durante este levantamiento global y sustituido por el Ministro de Magia de USA... Muertes, ira, miedo, dolor... Y la voz de esa mujer naciendo de la radio se convirtió en un réquiem, y esa voz me trajo a la memoria a todas esas personas muggles que había conocido y a los que seguía queriendo  como siempre, o guardaba un profundo cariño... Arlene, la esposa de mi amigo James, la familia Penn, el pequeño Isaak Lain, Shannon,  el alfarero, los entrañables Lawson, Angela Salem, y un largo etcétera de rostros conocidos pasaron por delante de mi memoria... Todos ellos habían sido asesinados, y, ¿qué había sido de mis hijos, de todos esos niños que quiero como si fueran mi sangre, de todos esos amigos que seguían esperándome al otro lado del mundo? No tuve otra opción, que abandonar mi casa, para volver a Godric's Hollow,  pero no pude aparecerme mediante ningún tipo de magia, y ni siquiera pude dejar el País como todo muggle, porque la frontera ya estaba cerrada...

Seguí allí, preso de aquella radio que me contaba las vidas de los demás... Me maldecía, lloraba por no estar allí, por no haber compartido el dolor con los demás, por no haber dado a mis hijos un mundo mejor, por no saber si vivían o no... Y aquella radio me contó que la gente se había levantado en armas en un intento desesperado para combatir a un enemigo mucho más fuerte que ellos, incluso sin magia, y entre todo ello un nuevo Genocidio... Una epidemia que responde al nombre de Abbadon. Aquella voz en la emisora,  heló mi sangre de nuevo... Una epidemia que se contagiaba entre los muggles, una enfermedad letal que acababa con sus vidas en las ciudades donde la población era mucho más grande... El primer síntoma de esta enfermedad liberada por Lux Aeterna, son lágrimas de sangre y fuertes dolores en un terrible padecimiento hasta el fin de su vida en escasos días... Lux Aeterna había todo el poder del mundo, y el mundo se quedaba solo.

Y así pasaba los días, junto a una radio a la que dormía abrazado deseando escuchar que todo había acabado, que el mundo volvía a ser de todos... Cada noche me acostaba deseando que al despertar todo fuera una pesadilla, pero la pesadilla seguía cuando despertaba, pues era vivir lo que se había convertido en una pesadilla. Cada día trataba de volver a casa, mientras seguía buscando una cura para su enfermedad, deseando que de encontrarla, el mundo cambiara y todo esto jamás se repitiera... Cada minuto de mi vida era un tormento en el que se repetían constantemente los rostros de todos mis seres queridos, y no entendía el porqué de todo esto, el porqué de ese Dies Irae, de ese exterminio... El porqué de tanto dolor, y el peor de los dolores era que yo tenía que vivir mi dolor en soledad, sin saber cómo estaban los demás... Ni siquiera sabía si estaban vivos.

La sonrisa de Cass, la soledad de Edward, el llanto de Ender, las travesuras de Luyten, la rebeldía de Altair, las risas de Dashiell, la tristeza de Arya, el corazón de Elizabeth, la poesía de Julien, la grandeza de Eliel, la dulzura de Vera, la entereza de Wilhem, la mirada de Verónika, las alas de Liesel, la ternura de Jakob, la nostalgia de Axel, la vida de Damen... El mundo no podía haberse quedado tan solo sin ellos, tenían que seguir vivos. Esa era mi única esperanza, lo único que conseguía levantarme de la cama cada día era pensar en todos ellos, en mis padres, en mis abuelos, en toda la gente que quería... Mi único afán era volver a verles con vida...

Y al fin un día, Alhena me encontró, y traía a Luyten y a Altair entre sus brazos. No podía creerme que fuera ella, no podía creerme que me hubiera encontrado, pero allí estaban tres de mis ángeles... Habían pasado solo cuatro meses desde que me fui, cuatro meses que fueron como cuatro años, y fue la única vez que sonreí... Alhena volvía con dos niños asustados, y los tres parecían haber pasado hambre, pero ante todo miedo... La llamé "morena" como desde que tenía 11 años, y la di un abrazo, a ella y a sus dos hijos, pero mi sonrisa volvió a destruirse... Y toda esperanza decayó, cuando ella me contó lo que había pasado con Emphatica, y como muchos miembros de nuestra orden y sus familias, habían sido asesinados... Entonces sentí que perdía la vida del todo, que me quedaba sin alma, porque mi alma estaba con todos ellos...

Y allí en aquella casa, me sentía ahora un poco más protegido, aunque sabiendo que era yo quien debía protegerles a los tres. Juntos nos pasábamos el día escuchando la radio, y descubrimos una nueva emisora ilegal, que recibía el nombre de "Black Fenix", los fénix negros. Una emisora de radio que había sido creada por un grupo de rebeldes que se hacían llamar Fénix Negros, y que luchaban de forma clandestina contra el Nuevo Orden... No sabía quiénes estaban allí, pues de ellos solo se sabía que estaban siendo muy buscados en toda Inglaterra, pero gracias a ellos, Alhena y yo supimos que todos los muggles habían desaparecido en tu totalidad, de la faz de la  tierra, y que los sangre sucia habían sido llevados a Alemania, el núcleo internacional del Mundo del Nuevo Orden, a un lugar llamado "Nexus", donde eran esclavizados... Jamás supe si mis hijos seguían vivos, si habían llegado al Nexus, o si estaban siendo esclavizados en él, lo que si sabía es que les había perdido...

Tomé a aquellos dos niños como si fueran míos, recordando a Cass en Luyten y al pequeño Ender en Altair, quien había crecido mucho en estos meses, y así fue como los cuatro pasamos estos dos años... Sobreviviendo, porque de los cuatro solo se podía decir que los niños, eran los que vivían... Alhena y yo solo sobrevivíamos, sabiendo que habíamos perdido a muchas personas queridas, y que a muchos otros no volveríamos a verles... Simplemente, nos habíamos quedado solos

Alhena Dabney. 6 de Febrero de 2028

El tiempo ha cambiado... El tiempo me ha cambiado... Han pasado dos años y aún recuerdo el miedo latente en todos los rincones... Han pasado dos años y casi parece que no han pasado. Aún, cuando miro atrás creo que todo sigue igual, que ya nada cambiará que, el dolor, será para siempre. Pero nada es para siempre.

Cuando Ever murió, yo aún no me creía que la había perdido. Creo que, ahora, tampoco me he dado cuenta. Y me sigo preguntando si en verdad la perdí... Nunca a veces significa lo mismo que siempre. Y "Siempre" es demasiado grande para morir. Me cerré a la idea de haberla perdido tanto como me cerré a la idea de perderme a mí misma, de perdernos a todos... El tiempo se movía como si no se moviera. Un mes después, mientras la Orden de Kain luchaba por encontrar Emphatica, Scorpius marchó a Pensilvania para seguir su lucha y, yo, seguí la mía.

Cuatro meses... Ese fue el tiempo que tardamos en encontrar Emphatica. Pero lo encontramos. Sin embargo, todo fue en vano. Perdí la cuenta de las veces que creímos perder la esperanza volviendo a encontrarla después para que el golpe más fuerte llegara cuando menos lo esperábamos. Cuando llegamos a Emphatica en busca de "El Verbo", Lux Aeterna llegó también...Recuerdo aquel momento como si no lo recordara, como si no hubiera existido y, al mismo tiempo, como si fuera demasiado real para serlo. Muchos miembros de nuestra orden murieron el día en que todo cambió. Algunos, como yo, conseguimos huir. Pero es como si todos  hubiéramos muerto.

Mis amigos, mi familia, aquellos niños con los que crecí, aquellos en los que siempre confié... Su recuerdo duele aún después de todo. Con Albus, huí... Los aeternos nos siguieron hasta Godric's Hollow y supe que todos estaban muriendo a sus manos. Y él me salvó... Jamás pude olvidar el rostro de Albus el día que me tendió su capa de invisibilidad y me dijo que me pusiera a salvo con los niños mientras él intentaba salvar a quiénes aún estaban vivos. Me dijo que le esperase en la encrucijada y que, si no llegaba al amanecer,  huyera en busca de Scorpius.

Jamás llegó... Le esperé... Esperé en aquella encrucijada, muriendo por no verle volver, llorando abrazada a lo que me quedaba de él... Y huí tal y como le prometí, con Luyten y Altair en mis brazos, envueltos los tres en la capa de invisibilidad que un día perteneció  a Harry.

¿Podría yo salvar el mundo después de haber perdido tanto de mi mundo?Y no recuerdo cuánto tiempo pasó, cuánto  caminé, cuánto me escondí mientras todo cambiaba, mientras el mundo se revolucionaba y todo a mi alrededor era miedo y desolación. Conseguí llegar a Southampton y me escondí como polizón en un barco rumbo a Nueva York. No había posibilidad de usar trasladores o de aparecerse... Y, mi mayor miedo, era perder a mis hijos también mientras trataba de darles comida y agua.

Recuerdo estar escondida en el barco, recuerdo perder la noción de los días, y recuerdo un eclipse de sol que tiñó el cielo y el mar de rojo. Cada día que pasaba era un dolor más por aquellos que perdí, por aquellos que ni siquiera supe si perdí o no, y por todos los que temía no poder salvar. Recuerdo cómo todo el tiempo se escapaba mientras ese barco me llevaba a Nueva York. Me escondía en la capa, me escondía entre la multitud y, cuando el barco llegó a su destino, casi creí alcanzar una nueva victoria.

Es curioso como el tiempo nos da esperanza mientras permanecemos vivos. Pero tuve esperanza otra vez y, desde Nueva York, tomé rumbo a Pensilvania, con mis hijos en brazos, mezclándome entre la multitud de calles que lloraban sangre y muerte... Todo mi afán era encontrar a Scorpius... Por Ever, por Albus, por mis hermanos, mis amigos, por mis padres, por la vida... Todo lo que necesitaba era salvar a mis hijos en nombre de Albus, pues él no pudo. Y, perdí la cuenta de los días que me llevó cruzar las calles hasta Pensilvania, pero lo logré...

Creía que había perdido la esperanza, la fuerza, la vida... Pero pude sonreír cuando llegué a Lancaster... Ahí, al fin después de todo el tiempo pasado, después de todo lo vivido, después de cruzar el mundo por tierra y mar, después de huir, esconderme, sufrir y luchar refugiada en la capa de invisibilidad, salvada por mi amor, ahí estaba Scorpius. No podía creer que fuera él... No podía creerme que en sus ojos grises y apagados, después de tanto tiempo, siguiera el alma de aquel niño con el que llevaba creciendo toda la vida... Pero era él... Recuerdo que me venció el llanto, que caí contra sus brazos cuando me envolvió con ellos llamándome "morena" como siempre... Recuerdo que le abracé con tanta fuerza que me hice daño y que, cuando le conté todo lo que había vivido, cuando le conté qué pasó y cómo comenzó todo, murió un poco más de lo que ya había muerto... Pues todos estábamos muertos aunque permaneciéramos con vida.

No llegué a saber qué fue de los demás... Fue en esa casa donde comenzamos a vivir juntos... Sobreviviendo más que viviendo, luchando, permaneciendo unidos porque era lo único que podíamos hacer. El tiempo se esfumaba mientras escuchábamos la radio tratando de encontrar algo para saber más allá del mundo, más allá de nuestra casa. Los Fénix Negros crearon una emisora de radio. Al parece eran un grupo de rebeldes que se alzaron contra el régimen... Gracias a ellos pudimos saber qué había ocurrido mientras nosotros aprendíamos a vivir  a salvo de todo. Siempre miraba a mis hijos y me preguntaba qué sería de Cass y Ender cuando la triste mirada de Scorpius se perdía  en la incertidumbre. Y llegué a sentirme mal porque yo podía tener a mis hijos y él no podía tener a los suyos siendo lo único que le quedaba de Ever. Trataba de consolarle aunque era imposible. Pues ni yo misma podía encontrar consuelo... Y el tiempo pasaba para nosotros mientras ya había dejado de pasar para tantos de los nuestros. Sin embargo, debíamos seguir y, por todos ellos, lo logramos.

Scor: Y así es como los cuatro pasamos el tiempo... Tiempo de guerra, muerte, hambre, dolor y miedo, pero escondidos de cualquier muerte física, y también de cualquier dolor... Teníamos la suerte de que nadie iba a encontrarnos aquí, y entre esos dos años de caos y angustia, entre tanto dolor y desesperación, encontré aquello que salvaría la vida de Ever, y también la nuestra, pues no sé quiénes seremos después de ese día, lo que sí sabemos hoy es que si todo va bien, yo jamás recordaré estos días... Y hoy es 6 de febrero de 2028. Hoy guardo un frasco que contiene la poción que salvará la vida de Ever, en el bolsillo de mi chaquetón junto a una pequeña carta. Hoy tengo un traslador ilegal muy cerca de mí, y puedo sonreír aunque me duela esa sonrisa, porque no tengo miedo a morir, pues eso ya me ha ocurrido el día que murieron todos ellos. Sonriendo vestido como hacía dos años que no me vestía, llevando la ropa que solía usar cuando era feliz, llamo a la puerta de mi habitación, en la que se encuentra, y por primera vez en dos años, estoy sonriendo aunque mi sonrisa no brilla tanto como brillaba ayer.

Alhena: Y mientras los recuerdos laten con fuerza en mi pensamiento, unos golpes en la puerta de la habitación de Scor, en la que estoy yo, consiguen dormirlos todos. Me vuelvo a la puerta alejando mi mirada de la ventana en la que yacía perdida,  viendo el mundo a través de los ojos de mi reflejo, como decía mi padre, por si podía cambiar.
- Pasa... -Digo desde ahí.

Scor: Escucho tu voz, mucho más tenue que entonces, y abro la puerta sonriendo con melancolía, para después entrar en la habitación, donde tanto tiempo hemos pasado durmiendo como hermanos, y sabiendo que te extrañará verme con esta ropa, verme más arreglado, vestido como mi pasado, y peinado como aquél rebelde Slytherin que un día fui aunque con algo de verme más arreglado, vestido como mi pasado, y peinado como aquél rebelde Slytherin que un día fui aunque con algo de sonriendo, porque lo único que me queda ahora es esperanza, aunque ni siquiera sé si lo que voy a hacer va a salir bien.

Alhena: Y parece que sí... Parece que, mirar a través de los ojos de mi reflejo, a veces puede cambiar el mundo, pues te veo entrar como si entrara tu pasado y no tú... Pareces el fantasma feliz del que fuiste una vez y, el velo que las lágrimas pone ante mis ojos, logra que te vea difuso. Aunque eso no consigue borrar tu sonrisa, que hace nacer la mía. Te veo sentarte en la cama como si te pesaran los años, como si fueras un anciano aunque tengas veintidós años... ¿Se puede ser viejo a una edad tan temprana? ¿Se puede estar cansado de vivir? Sí... se puede... Voy hasta ti y me siento a tu lado, mirando a tu sonrisa mientras la mía permanece en mis labios a pesar de las lágrimas en mis ojos.

- ¿Te vas?

Scor: Hay lágrimas en tus ojos, lágrimas que yo muchas veces he secado, pero me miras sonriendo, aunque tu sonrisa es la sonrisa que deberías haber tenido después de haber luchado en una gran guerra, una sonrisa de agotamiento pero por una gran victoria no por una derrota. Busco tu mano y la tomo entre las mías, mirándote a los ojos sonriendo tenuemente, porque voy a despedirme de ti, porque me voy a un mundo que está muy lejos de éste, y porque no sé lo que va a pasar.

- Me voy... -Digo y  hundo la mano en el bolsillo de mi abrigo para sacar el frasquito que te enseño con los ojos llenos de lágrimas. Trago  saliva.- Voy a salvar a Ever antes de que nos deje... -Digo y aprieto tu mano mirándote

Alhena: Coges mi mano protegiéndome como tanto tiempo llevas haciendo y, cuando muestras ante mis ojos ese frascos, las lágrimas  caen por mis mejillas sin que yo lo pueda evitar. Ahora lo entiendo todo... Vuelves a ser el que fuiste porque vas a volver al pasado que dejamos atrás.

- Vas a salvarla... -Logro susurrar apretando tu mano cuando tú lo haces. Vas a salvarla y ni siquiera sabes lo que va a pasar, pues ninguno de los dos sabemos si, aquello que nos dío Emmanuel Gray, funciona, pues ni él mismo lo sabía. Trago saliva con fuerza.

- ¿Y si no vuelves...? -Pregunto entonces con temor a perderte y que no podamos ya nada. Es entonces cuando mi sonrisa muere por miedo.

Scor: Te veo llorar y lloro contigo, porque es así como protegemos a los que lloran, escudando sus lágrimas con nuestras  propias lágrimas. Aprietas mi mano como si tuvieras miedo a perderme, y eso es lo que escucho cuando guardo el frasco de nuevo en el bolsillo mientras me haces esa pregunta. Trago saliva y te miro llorando y forzando una sonrisa muy tenue.

- ¿Cómo que si no vuelvo? ¿Qué es eso de que yo no voy a volver?

Pregunto tratando de ser el Scor que fui, pero no puedo. Sé que no voy a volver a este día pase lo que pase, pues si Ever se cura, mi futuro no será el mismo, pero sé que te refieres a que pasará  si me quedo perdido para siempre en ese día 6 de febrero de 2026, lejos de ti y logrando solo, que todo sea en vano.

- Nunca voy a irme de aquí... -Digo y poso fuertemente mi mano sobre tu pecho, sintiendo el latido de tu temoroso corazón.- Y quien vive en un corazón, nunca se va... -Digo llorando aunque manteniendo una sonrisa.

Alhena: Las lágrimas que huyen de tus ojos duelen más que las mías. Tus palabras me hacen sonreír aunque recuerdo las de Emmanuel aquel día y siento miedo... Si nada cambia, si todo sigue igual, entonces sabré que nunca voy a volver a verte, que te perderé también y que todo será como es ahora, pero sin ti... Siento tu mano en mi pecho y mi latido golpeando con fuerza.  La misma fuerza con la que aprieto tu mano antes de llevármela a los labios para dejar en ella un beso.

- De mi corazón no puedes irte nunca... -Digo llevando la otra mano hasta la tuya, sobre mi corazón.- Pero sálvala...

Scor: Tus lágrimas duelen, pero tus palabras curan las mías. Besas mi mano como si me estuvieras cerrando una herida, y apoyas tu otra mano sobre la mía en tu pecho. Sonrío al escuchar ese "sálvala", y aparto mi mano de tu pecho para tirar de ti  y llevarte contra mí.

- Ven aquí, morena...

Digo abrazándote muy fuertemente y cerrando los ojos llorar todas las lágrimas que quiero llorar antes de irme. No tengo miedo a morir porque ya estoy muerto, pero tengo miedo a quedarme perdido en ese día, miedo a no volver a verte pero a tener que recordarte en un día que no acabe nunca... Miedo a que tenga que repetir todo mi pasado allí, envejeciendo sin volver nunca aquí, sin llegar nunca al pasado... Miedo a quedarme atrapado en el tiempo.

Alhena: Me llevas contra ti para envolverme en tus brazos y curar mi alma... Aunque ya no hay cura que pueda sanar ninguna de mis heridas... Y lloro aferrándome a tu ropa como si pudiera traer de vuelta a aquellos que fuimos solo porque eres como una vez fuiste. Siento el temblor de mi cuerpo entre tus brazos, el miedo a lo desconocido, que tanto miedo me ha dado siempre,el miedo a la muerte sin morir a la que me entrego sin saber que moriré porque todos vivamos. Y, aunque el dolor duela demasiado, consigo hablar entre sollozos.

- ¿Sabes una cosa, rubito?

Scor: El temblor de tu cuerpo se mezcla con el mío, igual que mis lágrimas con tu ropa y las tuyas con la mía. Entre tanto llanto, te escucho hablar mientras toco tu moreno cabello.

- Dime... -Digo pensando en que yo también tengo algo que decirte antes de irme para siempre, pues de una manera u otra, sé que hoy me voy para siempre.

Alhena: -No quiero volver a verte...

Digo entonces escuchando de lejos las voces de mis hijos. Cierro entonces los ojos con fuerza, tanto que me hago daño. Y no quiero volver a verte porque, si te vuelvo a ver, significaría que todo ha sido en vano, que no hemos salvado nuestra vida, que seguimos muertos estando vivos.

Scor: Tus palabras son un bálsamo contra todo dolor, un antídoto contra todo mi veneno, porque aquí estás abrazándome y diciéndome que no quieres volver a verme... Si vuelvo será que nada de lo que hicimos en su día ha bastado para nuestro hoy, por eso trago saliva y me aparto de ti, tomando tu rostro entre mis manos con una sonrisa.

- Y no vas a volver a verme. -Digo  seguro de mis palabras para creer en ellas.- Pero prométeme una cosa, Alhena... Prométeme que si no vuelvo pero tú sigues aquí, vas a cuidar siempre de mi morenita y de Altair... -Digo sonriendo pensando en esos dos niños de los que no quiero despedirme.- Y que vas a seguir luchando... ¿Me lo prometes?

Alhena: Me apartas de tus brazos para tomar entre tus manos mi rostro y siento cómo mis lágrimas mojan tu piel. Te miro a los ojos encontrando en ellos miles de recuerdos que duelen demasiado... algunos, por ser tan felices. Me pides algo que es casi un desafío pues, ¿qué voy a hacer yo sola en este mundo? escucho a mis hijos y escucho tu voz y no puedo hacer otra cosa que asentir.

- Te lo prometo... -Logro decir con la voz atenuada por la congoja.- Te prometo que lucharé hasta que pueda y que cuidaré de ellos...

Digo deseando que mi vida acabe hoy... con ellos, contigo... Para que todo vuelva a ser como era antes de aquel seis de febrero.

Scor: Y entonces sonriendo, sintiendo que encuentro fuerzas, las fuerzas que una vez tuve y las que me arrebataron, beso tu frente cerrando los ojos, para después ponerme de pie, y soltarte poco a poco, deseando no volver a verte en el hoy, deseando ser solo el ayer que fuimos para que al llegar hoy sigamos siendo los que fuimos, y recordando toda mi vida contigo desde nuestro primer viaje juntos en aquél tren rumbo a Hogwarts, hasta nuestro primer abrazo en Lancaster, voy hasta la puerta, volviéndome una vez más para mirarte.

- Hasta 2026, Alhena...

Digo porque no quiero decir "adiós", pero tampoco puedo decir "hasta mañana", y diciendo esto, salgo de la habitación sabiendo que me voy de ahí para siempre, pase lo que pase.

Alhena: Un beso es donde tú terminas. Un beso fraternal que me acompañará el tiempo que me quede hasta que el hoy sea solo un mañana que nunca ha de existir... No escucho un "adiós" de tus labios y entiendo por qué pues tu despedida no es más que un "hasta luego" en el que encontrarnos en el 2026, en nuestro pasado. Y, cuando te vas, dejas un vacío enorme, una soledad enorme, un dolor enorme... Pero sé que ya no me queda mucho por sufrir porque, de nuevo, la esperanza vuelve a sonreírme. Cuando te alejes del todo, sé que ya estarás demasiado lejos y,  para ese momento, sé que estaré con mis hijos, abrazándoles mientras espero que mi vida sea solo tiempo en un tiempo que no volverá. Por eso pienso en ir junto a ellos,  leerles un cuento, abrazarles y esperar a que mi tiempo sea de nuevo el tiempo de todos.

Scor: Y salgo de la pequeña casa, donde he vivido tantas cosas, llorando y desolado, por miedo a fallar, pero es al pisar la calle cuando abro los ojos y dejo de llorar, porque desde este instante, dejo atrás mi pasado, o al menos eso es lo que quiero. Tomo el traslador ilegal, y tras notar esa fuerte sacudida y esa sensación que experimenta todo aquél que use un traslador, llego a un lugar cercano a  Godric's Hollow, y no abro los ojos... No lo hago porque no quiero ver el lugar en el que tan feliz fui, desolado y lleno de nada... Por eso, lo único que hago es tomar de la cadena que pende de mi cuello, el pequeño artefacto que nos dio Emmanuel Gray, y realizar un giro... Un solo giro. Noto el cambio de tiempo, pues aunque sea el mismo lugar, hasta parece que en 2026, hacía menos frío... Trago saliva muy fuertemente, respirando ese olor que tanto de menos echaba, ese olor que no he respirado segundos antes en 2028, y cuando abro los ojos, soltando el giratiempo, y veo que estoy en la carretera comarcal que cruza el bosque de Bollingwood hacia Godric's Hollow, y entonces comienzo a caminar para cruzarlo y entrar en el pueblo.

No hay nadie, entonces empiezo a correr y veo algunas luces encendidas desde lo lejos... Lloro pensando en que meses después, este hermoso, humilde y tranquilo pueblo, será el escenario de un genocidio del que ningún muggle saldrá familia, y en el que no quedará ninguna familia que no esté rota... Y con el silencioso abrigo de la noche, llego al pueblo, ese pueblo en el que hace ya tanto tiempo le pedí a Ever que fuera mía para siempre, ese pueblo donde vi nacer a mis hijos, y también a los hijos de mis mejores amigos, ese pueblo donde reí mis mejores risas y donde viví mis momentos más felices, y cuando al fin llego a mi casa, me tiemblan las manos. Llorando y nervioso, comprobando que no hay nadie, saco mi varita y apunto a la cerradura:

- Alohomora... -Susurro.

La puerta se abre con un tenue sonido, pero yo siento que es una puerta joven, que hasta las puertas de 2028 parecen estar cansadas...  Y entonces guardo mi varita, y empujo la puerta muy suavemente hacia dentro con las yemas de mis dedos. Después de dos años, vuelvo a estar en mi casa, en la casa que fue dos años antes, y de la que no debió de quedar nada meses después de hoy... Las lágrimas recorren mis mejillas pero estoy feliz porque voy a lograr lo que quiero. Una vez dentro, hundo la mano en el bolsillo de mi abrigo, y rodeo el cuello del pequeño frasco, pero es cuando voy a sacarlo junto a la pequeña carta que adjunta, cuando miro hacia el techo... Llevo mucho tiempo sin ver a Ever, y el tiempo pesa mucho sobre un hombre...

Y antes de que me pueda dar cuenta, ya estoy subiendo la escalera que lleva hacia mi dormitorio. La subo a ciegas porque me sé mi casa de memoria. Paso por la habitación de Cass muy despacio al ver que la luz está encendida, y cuando miro al interior, puedo verme a mí mismo, dormido con un libro abierto en mi regazo... Seguramente me habré quedado dormido leyendo a Cass un cuento, y por eso no puedo entrar a verla... Llorando voy hasta mi dormitorio, en el que entro como si fuera un ladrón, con extremo sigilo... Y con  ese mismo sigilo, sintiéndome ladrón de mi propia memoria, voy hasta la cama donde mi Ever duerme ahora plácidamente aunque esté muy enferma. Lloro al verla, indefensa en aquella cama pero aún viva, y despacio me acerco para aprovechando que está dormida, tocar su frente y cabello con las yemas de mis dedos... Creía que recordaba el tacto de su piel a la perfección, pero no... Ella es mucho más suave de lo que yo recordaba. Me inclino suavemente sobre ella, y dejo un cálido beso lleno de lágrimas sobre su mejilla, un beso que es más un roce, por miedo a despertarla:

-Te quiero mi amor... Siempre.

Digo y me aparto de ella, recorriendo la habitación de nuevo para salir y recorrer ahora el pasillo mucho más deprisa para irme de allí.

Ever: Algo me rescata lentamente de un limbo entre dormir y despertar. El roce suave de una mano, el tacto delicado y un beso que no es como todos los besos que he sentido. Percibo un cosquilleo, el cosquilleo de una barba, y el frío de muchas  lágrimas. Escucho su voz, y aunque sigo con los ojos cerradas, esta me despierta. Un beso lleno de lágrimas y un "Te quiero mi amor, siempre..." que hace que algo haga latir con fuerza mi corazón. Cuando abro los ojos y me giro, veo la forma de tu cuerpo abandonando la habitación, saliendo por la puerta entreabierta.

-¿Scor...? -pregunto, con voz tan tenue que sé que no me has oido.

Llevo mi mano a mi rostro, sintiendo allí el cosquilleo de la barba... ¿Cómo es posible que haya sentido en ese beso el roce de su barba, si esta misma mañana se ha afeitado?

Scor: Llego al salón y me detengo frente a la chimenea, donde nervioso y con las manos temblorosas dejo con cuidado el frasco con la poción  pisando la carta adjunta después de desdoblarla. Una carta que la he escrito con delicadeza, y que dice así:

"Podría pasarme mucho tiempo escribiendo palabras para ti, pero no quiero hacerlo, y no porque me falten las fuerzas sino porque esto no es una despedida, sino un "hasta pronto". He tardado más de lo que debería en encontrar la respuesta a tu muerte, pero el mundo me dio el poder de amarte sin darse cuenta de que junto a ello, me daba el poder de salvarte, y así es como al fin hoy he encontrado la manera de que no  tengas que morir, y solo bastará con que bebas este elixir que considero mi propia sangre. No importa quien sea yo ahora, me importa quién era en el momento en el que seguías entre mis brazos, y eso es lo único que quiero quedarme, lo único que quiero recordar para siempre: tú sonriendo pero no en el cielo, sino entre mis brazos. Te quiero, mi amor. Siempre es poco para todo el tiempo que quiero pasar contigo. Tuyo siempre, Scor." 

Retrocedo algunos pasos deteniéndome a mirar el salón del que fue mi hogar en mi pasado, del que sigue siendo el hogar del Scor que soy hoy, de ese Scorpius Malfoy que se ha quedado dormido leyéndole un cuento a su Cass.

Ever: Me siento en la cama, destapándome, y dejo mis piernas a un lado del lecho. Haciendo el uso de todas las fuerzas que tengo, me pongo de pie y enciendo la luz de la mesilla. Oigo ruido en la escalera. El sonido de unos pasos, sus inconfundibles pisadas, las que me aprendí en Hogwarts cuando aún no sabía que le seguiría para siempre... Me apoyo en la mesilla de noche para ponerme de pie y avanzo por la habitación hasta salir de esta. Cuando me asomo a la escalera, puedo ver su figura en la oscuridad, perdiéndose de mi vista. Pero es él. Es Scor... Miro hacia la habitación de Cass donde todavía la luz de la mesilla de mi hija, está encendida. Y desde allí, puedo ver  que Scor está con ella. Mi corazón da un vuelco cuando me doy cuenta de que algo más fuerte que el Tiempo, algo más fuerte que todo, está sucediendo... Tal vez sea ese instinto, esa fuerza, lo que hace que pueda sacar todas las fuerzas de mi interior, y asiéndome a la barandilla, empiezo a bajar la escalera.

Scor: Y entonces entre todo ese silencio, escucho pasos... El sonido de sus inconfundibles pasos desnudos bajando la escalera, y sintiendo que se me acelera el corazón, miro hacia mi izquierda donde puedo ver la puerta abierta del comedor, en el que entro muy rápidamente en él, cerrando la puerta hasta dejar una rendija abierta.

Ever: Bajo la escalera, y entro al salón, buscándole. Doy la luz y no encuentro a nadie, pero no pierdo detalle de aquél lugar, en busca de  cualquier pista sobre su presencia... Y es entonces cuando, al mirar a la chimenea, veo algo que antes no estaba ahí. Un frasco de cristal y un papel doblado. Llevo una mano a mi pecho mientras camino hacia allí.

Scor: La veo entrar en el salón, tan débil que mi corazón se estremece, pero tan viva que puedo sonreír y desde la oscuridad del salón, veo que se lleva la mano al pecho y yo me quedo muy quieto.

Ever: Un frasco de cristal que parece un regalo caído del cielo ya antes de saber que es. Mis dedos temblorosos van hasta ese papel. Lo rozo con ellos antes de tomarlo entre mis manos, y lo desdoblo lentamente.

Scor:  Veo que tomas entre tus dedos ese papel doblado, y siento que me acaricias con la mirada cuando empiezas a leer mis palabras.

Ever: Entonces reconozco tu letra... La letra con la que empecé a escribir cada capítulo de mi vida. Me llevo una mano temblorosa a mis temblorosos labios, cubriéndome la boca con esta, mientras empiezo a llorar al leer sus palabras. Porque no es una despedida, sino un hasta protno,  y que al fin has encontrado la manera de que no tenga que morir...Miro entonces ese frasco cuando he leído tus palabras, mientras las lágrimas caen por mis mejillas... Ese elixir que me salvará la vida, tu propia sangre. Siempre es poco para todo el tiempo que quiero pasar contigo... Aquella consigna, aquella máxima de nuestra vida, me hace sonreír, como me hace sonreír entre lágrimas que ese elixir, que ese líquido que parece tan mundano y normal, vaya a salvarme la vida... Y que sea tu propia sangre, la que has traído desde el Tiempo para salvar mi vida.

Scor: Lloro, lloro pero esta vez lloro de dicha, y ahora que sé que lo has encontrado sé que debo irme, irme tranquilo porque ahora solo  tienes que beberlo para que yo muera sin haber muerto nunca, entonces me aparto de la puerta y salgo por la puerta de la izquierda la cual da a la cocina, tomando después la puerta derecha de las dos que hay en ésta, para salir al vestíbulo y salir por la puerta que antes he dejado abierta. Miro al cielo oscuro de Godric's Hollow, y sonriendo hundo las manos en los bolsillos de mi abrigo empezando a caminar calle abajo. No sé que va a pasar de ahora en adelante, lo que si sé es que no puedo vivir donde vive quien fui

Ever: Miro alrededor. Ha venido desde alguna parte y ahora no sé donde está... Pero justo en ese momento, escucho el sonido de la puerta. Dejo la carta sobre la chimenea, y camino todo lo aprisa que mi debilidad me permite hacia la salida... La puerta está abierta y cuando salgo a la fría calle con los pies descalzos, puedo verte... Te alejas, calle abajo... Te marchas de aquí, de mi mundo, de tu tiempo. Yo me detengo en la fría calle, mirandote, sintiendo mi cara llena de lágrimas y mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras veo como te vas.

-¡Scor! -te llamo-.

Scor: Me alejo, me alejo para irme de mi pasado, pero es cuando escucho tu voz cuando vuelvo a sentirme vivo. Nadie me ha llamado Scor como lo haces tú, y hace muchos años que no puedes llamármelo, por eso aunque debería seguir caminando hacia delante para irme de allí para siempre, detengo mis pasos, y me giro para mirarte llorando y sonriendo aunque con mucho dolor.

Ever: Te veo... Demacrado, con aquella barba en tu rostro y el dolor reflejado en tus ojos. Pero entre todo ese dolor, me sonríes.Siento que estás muy lejos de mí, que en aquellos metros de distancia caben algunos años, esos años que te separan de mí, aquellos que has cruzado por venir a salvarme. Pero no quiero quedarme a tantos años de distancia de ti... Tú has salvado mi vida, me has devuelto la Eternidad. Por eso, aunque tenga pocas fuerzas, aunque me sienta enferma y débil,  toda la fuerza  que me has devuelto me da fuerzas  para caminar hacia ti... Y cuando he dado algunos pasos empiezo a correr para llegar hasta ti, sintiendo que tardo en llegar todos esos años que nos separan, hasta que llego a mi último refugio en el mundo, tus brazos, a los que me lanzo con desesperación entre lágrimas

Scor: Te veo mirarme, con esa debilidad con la que nunca he dejado de recordarte, pero entonces te veo andar, andar con mucha más fuerza que ayer, y de pronto echar a a correr... Una persona puede tener mucha debilidad y sin embargo darlo todo por un abrazo. Segundos antes de que llegues a mí, abro los brazos sintiendo que has atravesado esa frontera que yo no pude cruzar aquél día para volver,  y aquí estás ahora, entre mis brazos con los que te rodeo apretándote muy fuertemente contra mí, sintiendo que lo he logrado aunque aún no lo sepa, porque vuelvo a tenerte entre mis brazos, y llorando cierro los ojos.

Ever: Eres tú... Sigues siendo tú. Te abrazo con fuerza mientras que las lágrimas caen por mis mejillas. No puedo creerme que esté abrazando a alguien que está separado de mí en una distancia tan lejana como lo es el tiempo. Pero eres tú... Mis manos se posan en tu rostro donde siento el roce de tu barba, y te miro a los ojos

-Scor... -sollozo-. Me has salvado... -susurro mientras las lágrimas me rompen la voz-.

Scor: Te separas de mí, tomando después mi rostro entre tus manos, y provincias mi nombre con tanto mimo que no puedo hacer hacer otra cosa que sonreír. Rodeo tus muñecas para besar tus manos, con mis labios llenos de lágrimas y asiento con la cabeza porque quiero creer que esto ha valido la pena.

- Si, mi amor... Te he salvado. -Digo pensando en que aún llevo a Alhena conmigo , porque llevo sus lágrimas en mi abrigo

Ever: Miro tu rostro. Ese rostro lleno de sufrimiento, de dolor... No puedo imaginar cuantas lágrimas has tenido que llorar hasta volver a mí... Pero sonrío. Sonrío porque ahora "Siempre" vuelve a ser poco Tiempo. Las lágrimas me empapan las mejillas, y  yo recuerdo el día que me prometiste que me salvarías... Ahora lo has hecho realidad.

-Te quiero... -susurro, y cierro los ojos para alzarme de puntillas y llegar hasta tus labios...

Y cuando te beso tengo una extraña sensación en mi alma, un vuelco en mi corazón... Estoy dándote un beso que durará por años. El beso más largo de mi vida.

Scor: Podría quedarme aquí a contarte todo lo que viví, pero decido quedarme en ese beso que me ofreces de tus labios. Echaba tantomenos besarte, que te beso temiendo no saber hacerlo pero todo hombre sabe como besar los labios de si mujer por muchos años que lleve sin hacerlo. Entonces cierro los ojos y sonriendo por tu dulce Te Quiero, pongo mis manos en tus mejillas y te beso, llorando aunque dichoso y en paz, sintiendo que aunque no esté lloviendo, vuelve a llover.

Ever: En ese momento en el que te beso, siento muchas cosas. Siento que vuelvo a vivir, que la muerte es solo un fantasma que me acechaba, que ahora tú eres la vida más grande que voy a tener porque te debo la mía. Aquél beso tan largo, separado por el  Tiempo, aquél beso que le doy a un hombre que es varios años mayor que mi marido...Aquél beso eterno, que sabe a la eternidad que tú me has regalado... Pierdo la noción del Tiempo en ese beso del Tiempo. Y cuando me separo de estos y te miro a los ojos, ya no sé si tú estás en mi presente, o si yo estoy en tu futuro...

Scor: En ese beso recuerdo todos los besos que tengo de recuerdo , y todo los que sé que voy a darte a partir de ahora. Cuando te apartas de mí siento que la lluvia sigue cayendo, y abro los ojos con el rostro empapado en lágrimas para mirarte. Entonces sonrío y decido no decirte nada más allá de lo que voy a decirte.  Beso tu frente cerrando los ojos y al abrirlos, suelto tu rostro despacio y doy un paso atrás.

- Hasta mañana... -Digo porque quiero pensar que mañana seré solo el Scorpius Malfoy que hoy soy contigo.

Ever: Ese paso que das. hacia detrás, es la distancia más larga a la que hemos estado tú y yo. Siento el frío del invierno a través de mi camisón blanco y de aquella aspérrima carretera en mis pies descalzos, pero sobre todo siento frío en mi alma. Sonrío cuando dices ese "Hasta mañana", porque sé que mañana estarás ahí, que sigues estando aquí. Pero sé que tú, siempre serás tú... Aquél hombre al que besé en la calle en pleno invierno, mientras mi marido dormía en casa. Que tú siempre serás tú, quien volvió de su tiempo para salvarme la vida.

-Hasta mañana... -susurro entre lágrimas.

"Hasta mañana". Aquellas dos palabras tienen un significado demasiado profundo. La voz de Scorpius es la misma voz de siempre en aquella calle de Godric's Hollow a la luz de las farolas encendidas, bajo el manto frío de aquél largo invierno, pero no es tan jovial, no es tan joven, no es la misma de hoy. Es una voz envejecida por el dolor, jirón a jirón, como si el paso de muchas lágrimas la hubieran desgarrado hasta destrozarla, una voz en la que pesaban muchas lágrimas, muchos lamentos ahogados, muchos sollozos que fueron asesinados en nombre del silencio para que no se volvieran el dolor de otros... Y es que las lágrimas, así como el llanto, son contagiosas. El dolor es algo que se propaga como la pólvora, que se suma a las emociones de cualquiera que lo contemple. Por eso siento un escalofrío al ver el gris de sus ojos como si fuera un cielo nublado de finales de primavera, esa estación en la que todo se vuelve triste y frío. Ya no eran los ojos de un cielo de verano que refulgen como plata en el crisol... Y siento que su dolor también es mío. ¿Cuántas noches sin dormir se habría traído aquí desde su tiempo? ¿Cuánto dolor llevaría en los bolsillos vacíos, allá donde fuera? ¿Cuál era el peso del equipaje tan pesado que había traído para el viaje más largo de su vida? Su único equipaje es ese dolor, esas lágrimas que lleva en el rostro, y entonces comprendo que no hay equipaje más pesado para alguien, que el de una memoria llena de dolor.

Pero me había dicho "Hasta mañana", y al decirlo, he percibido en sus ojos algo de paz... Algo de paz a tanto dolor prolongado por no sabía cuántos años, pero que se me antojaban muchos en las marcas del tiempo en su rostro...Marcas que no eran las cicatrices de las arrugas, pero si la huella inefable del dolor. Y parecía que ese dolor, acababa hoy, en un hoy que casi es la alegoría de un Tiempo que casi era una utopía... No era un adiós, ni un hasta siempre. Era solo un "Hasta mañana". Por eso, yo he respondido con esas mismas palabras... "Hasta mañana" Porque se, que después de la noche, al amanecer, volveré a verle... Volverá a estar aquí.

Scorpius se da la vuelta y empieza a caminar calle abajo, mientras yo le veo irse. Y me doy cuenta de que aunque parezca imposible, se  puede echar de menos a alguien que tardará en llegar varios años. Que podía añorar a alguien que había venido de muy lejos para estar conmigo solo unos minutos, besarme una sola vez, dejarme toda su vida, y llevarse toda mi muerte.

Y ahora le veo alejarse... Se marcha para siempre, pero sé que no se va, porque sigue aquí. El aire frío de aquél febrero en el que siento que vuelvo a nacer, peina mi cabello y hiela las lágrimas de mi rostro. Pero sonrío. Sonrío porque estoy viva.

Le sigo con mi mirada hasta que desaparece por aquella calle. No se a donde va ni porque se va en lugar de desaparecer... No sé cuál es su Tiempo ahora, si ese futuro que acaba de romper al impedir mi muerte, o este presente en el que no puede existir. Solo sé que en mi Tiempo, él está durmiendo con nuestra hija, sin saber que acaba de salvarme. Entonces miro hacia atrás, hacia la puerta de mi casa, la que he dejado abierta al salir, y camino hacia ella, cansada, débil, pero recuperando esas fuerzas que sé que ya no son las últimas que me quedan.

Entro a casa, tiritando de frío, cerrando la puerta tras de mí. Voy hasta el salón, tomándome el tiempo que mi enfermedad me permite, y cojo aquél frasco de cristal, rodeándolo firmemente con mi mano, pues es mi vida lo que contiene. Me llevo también la carta, y llevo ambas cosas contra mi pecho. Parece que esa poción, ya hace efecto a través del cristal, pues siento latir mi corazón contra ella, como si sintiera que es su vida... Poco a poco subo la escalera. Cada escalón me ahoga, me resta oxígeno, y quizá algo de vida. Pero ya no me  importa, porque llevo mi vida, líquida, entre mis manos. Al llegar arriba varios minutos después, camino hacia la puerta entreabierta de  la habitación de Cass, donde la sombra de Peter Pan se proyecta en la pared desde la silueta que hay dentro de la lamparita de noche, encendida para ese cuento que se quedó a medias cuando Scor, se quedó dormido. Semitumbado en aquella pequeña cama, Scor duerme con el cuento abierto sobre el pecho, aún sujeto en su mano relajada. Dejo el frasco en el suelo, junto a la carta, y con cuidado, me arrodillo recogiéndome un poco el camisón al hacerlo, para quitarte ese cuento de las manos

Scor: Quizá no hay un lugar más maravilloso en el mundo que el mundo en el que puedes elegir ser héroe o villano, morir o vivir,  reír o llorar... Y ese es el mundo de los sueños donde me encuentro ahora, cuando un ligero roce en mis manos, hace que mi sueño comience a quedarse a oscuras mientras me revuelvo en la cama en la que me encuentro.

Ever: Sonrío mientras me emociono. No hay sonrisas más hermosas que aquellas que también te roban algunas lágrimas. Cierro el cuento y lo dejo a un lado, para llevar mi mano, helada por la intemperie a la que he estado varios minutos, hasta tu mejilla, acariciándote suavemente. Hace unos minutos esa mejilla estaba cubierta de vello... Y sonrío ante ese milagro que es el tiempo.

-Scor... -susurro-.


Scor: Un escalofrío eso es lo que siento al notar una fría caricia en mi mejilla, pero no es solo el frío de esa piel en contraste con la mía, lo que me hace sentir ese escalofrío, sino la voz que le sigue...

-¿Por qué estás tan fría? -Sintiendo miedo, abro los ojos, y te veo sonreír.-  Ever... -Digo irguiéndome, notando como mi corazón se acelera.


Ever: Sonrío cuando te incorporas y poso mi mano sobre tu hombro, para tratar de tranquilizarte. Te miro y con los ojos llenos de  lágrimas, susurro:

- Porque acabo de venir de la calle... He estado con un hombre que ha venido desde muy lejos...

Scor: Tu mano en mi hombro me sosiega, me da tranquilidad así como la serenidad de tu mirada. Miro tus ojos naufragando en ellos frunciendo el ceño cuando te escucho decir esas palabras, pero tu sonrisa me hace pensar en algo que no puedo creerme.

- ¿Con quién? -Pregunto aunque noto mi corazón acelerarse... Hay mucha más vida en tu mirada de la que he dejado acostada hace apenas un rato.

Ever: Trago saliva cuando siento un nudo cerrándome la garganta. No quiero ni parpadear para no perderme tu rostro

-Alguien un poco mayor que tú... Al que he besado... -susurro, al mismo tiempo que cojo tu mano con fuerza, entre las mías, besándolas  después cerrando los ojos y haciendo así que las lágrimas huyan de ellos. Te miro de nuevo-. Scorpius Malfoy... Mi marido.

Scor: Me hablas de alguien un poco mayor que yo al que has besado, y tomas mi mano con fuerza entre las tuyas, besándola para después cerrar los ojos y dejar ir todas esas lágrimas que traías en tu mirada, entonces mientras noto como mi corazón se acelera, abres los ojos, para decirme que ese hombre al que acabas de besar, era yo... Sabía que era así, algo dentro de mí me decía que así era desde que has empezado a hablarme, pero no podía creérmelo, por eso ahora que te miro, ahora que te veo llena de vida, no puedo hacer otra cosa que romper a llorar, y notar como todo mi cuerpo se queda sin fuerzas, como si acabara de terminar una guerra muy larga.

- Oh, Ever...

Ever: Veo la paz en tu rostro, como el alivio se apodera de todos los rasgos de tu cara. Mis manos sueltan la tuya solo para poder atrapar con ellas tu cara y también tus lágrimas, las lágrimas de aquél llanto en el que rompes, porque los seres humanos podemos tener muchas emociones, pero solo dos por la que vale la pena hacerse añicos: llorar o reír.

-Lo has logrado,Scor...  -susurro entre lágrimas-. Has venido del futuro para salvarme la vida...


Scor: No me puedo creer lo que estoy escuchando, no puedo creerme que todo haya terminado, que haya venido desde el futuro para salvarte la vida, que acabes de besarme años después de hoy... No puedo creer que todo mi miedo acabe aquí, que ya no tenga que pelear por no perderte... Recuerdo que acabas de despertarme y pienso que tal vez seas un sueño, pero no, no lo eres porque te abrazo, y eres real... Pues una persona de verdad es muy diferente a una persona en un sueño...

- Ever...-Digo abrazándote fuertemente contra mí, besando tu mejilla, tu cabello, y todo lo que abarco de ti mientras cierro los ojos llorando como si fuera un crío.

Ever: Me abrazas con tanta fuerza que podrías romperme, pero con la misma delicadeza con la que abrazarías a una figura de cristal. Mientras yo sucumbo al llanto, tú me besas el rostro y el cabello, toda mi piel al alcance de tus labios... Y yo lloro, aferrándome a ti con la seguridad de saber que seguiré estando aquí, a tu lado, abrazándote por muchos años más.

- Sabía que lo conseguiría... -consigo decir, entre la fatiga causada por el llanto que ya no me permite apenas respirar

Scor: Tus palabras son música para tus oídos... Te aprieto contra mí sin miedo a hacerte daño aunque con cuidado de no dañarte.

- Yo no... Yo ya no... -Te confieso ahora que ya no morirás, pues cada día que pasaba yo iba perdiendo la esperanza.

Ever: Abro los ojos, viendo a Cass, dormida y sonrosada, arropada dulcemente, y con el cabello dorado sobre la almohada. Ahora ya sé que no dejaré de verla crecer, que podré verla dejar su primer diente caído bajo la almohada, que el día que tenga su primera regla podrá contármelo, que me podrá hablar de su primer amor y poner en mis brazos a sus hijos...Lloro intensamente porque he llorado mucho tiempo todas esas cosas que echaba de menos.

- Tenía tanto miedo, Scor... -digo, apenas sin aire, y con un fuerte dolor en mi costado

Scor: Me duele que me confieses tu miedo, ese miedo que callabas por mí pero que sabía que tenías. Te llevo contra mí protegiéndote en ese abrazo, y sabiendo que ya no tendré que ir descontando abrazos cada vez que te abrace.

- Lo sé... Pero ya no tengas  miedo... Estoy aquí, estamos todos aquí. -Digo llorando.

Ever: Estamos aquí. Estamos aquí y seguiremos aquí porque el Tiempo ya es nuestro... Me aparto suavemente de tus brazos, esos brazos que tanto me protegen. Miro hacia el lugar en el que he dejado ese frasco, y lo tomo entre mis manos, alzándolo para mostrártelo, junto con la carta.

-Aquí dices que es como si fuera tu propia sangre... -susurro, mientras te confío mi vida

Scor: Miro ese frasco que me muestras, un frasco que contiene un brillante elixir dorado que resplandece como si fuera el Sol.  Las lágrimas ruedan por mis mejillas, cuando te escucho y llevo mis dedos hasta el bote rozándolo como si tuviera miedo de romperlo.

- Oh, Ever... -Digo de nuevo llorando y con una sonrisa que tiembla en mis labios, cojo ese frasco y cerrando los ojos, respiro como si estuviera respirando ese elixir.

Ever: Llevo mi mano hasta tu rostro para secar tus lágrimas. Aquél elixir es un insaciable sol que me dará la vida, y así puedo  verlo entre tus manos.

-Me has traído la vida, Scorpius... -susurro, poniendo mi otra mano junto a las tuyas, tocando ese frasco, como si este contuviera mi corazón.

Scor: Sonrío al escuchar tus palabras y abro los ojos para verte.

- Eso es porque tú me la trajiste a mí primero...

Digo pensando en el día en el que sin saber cómo y sin que me diera cuenta, me enamoraste. Tragando saliva y sin dejar de sonreír, giro  el frasquito entre mis manos para leer su composición y también su dosificación.

Ever: Miro hacia donde tu miras. Veo a la débil luz la etiqueta del frasco, en la que reconozco tu letra, pero que escribirás dentro de dos años. Mi respiración, lenta y pesada, resuena en aquella habitación en la que además de lágrimas,hay silencio.

Scor: He escrito estas palabras dos años después de hoy, y sin embargo las estoy leyendo ahora. Presto total atención a los  ingredientes, leyendo su dosificación, y al vuelvo a leer sus ingredientes. No había entendido el porqué de esa dosificación hasta que me he percatado de uno de los ingredientes. Claro que esto no deja de ser un experimento... El Scorpius Malfoy del futuro no sabe si saldrá bien, aunque yo estoy seguro de que sí, pues soy muy hábil con las pociones desde que era un niño. Sonrío y te miro humedeciendo mis labios.

- Vale. Tienes que beber un trago de esto al día, durante una semana. El domingo que viene, tienes que haberla bebido del todo.

Ever: -Una semana... -susurro.

Me doy cuenta de lo mucho que ha cambiado el concepto tiempo para mí en menos de una hora. Antes deseaba que las semanas pasaran muy despacio. Ahora deseo que esa semana pase muy deprisa. Quiero estar sana, volver a respirar, cuidar de mi hija, de ti, salir a pasear, correr, jugar, ayudar a mi padre en la juguetería, reunirme con mis amigas en el parque, jugar con mis perros, vivirlo todo sin perderme nada. Asiento con la cabeza.

- ¿Y en una semana volveré  a estar sana...? -pregunto, sintiendo que las lágrimas, de emoción, me rompen la voz-.

Scor: Te miro siendo testigo de ese brillo que no encontré antes de despedirme de ti horas antes en esta habitación, y entonces vuelvo a llorar aunque sigo sonriendo, y asiento con la cabeza.

- Completamente sana... -Digo.- Pero durante esta semana, a medida que vas a ir bebiendo esta poción, -la alzo ligeramente.- te irás recuperando.

Digo sintiendo una profunda sensación  de calma

Ever: -Entonces... -susurro, mirándote a los ojos-. Empecemos... -murmuro, esperando a que me des ese frasco, para dar ese primer sorbo a mi salvación.

Scor: -Empecemos.

Respondo sonriendo, y con las manos temblorosas, giro el tapón de ese frasco, abriéndolo y viendo como de su  interior ascienden hacia arriba pequeños brillos dorados que suben lentamente entre nosotro.

--Bebe... -Digo ofreciéndote la vida que buscábamos convertida en un elixir.-

Ever: Aquellos brillos dorados son mi vida. La vida que me faltaba, la que tú me has traído de vuelta... Las lágrimas permanecen en mis ojos, unidas a mi sonrisa. Cojo ese frasco, con cuidado. Toda mi vida está allí, en aquellos pequeños centímetros cúbicos... Parece mentira que algo tan valioso como toda una vida por delante, quepa en un frasco tan pequeño. Poco a poco, voy llevando ese frasco hacia mis labios, y allí, la detengo. Sonrío mirándote mientras dos lágrimas huyen de mí.

-Por ti, por mí... Por todo nuestro Tiempo... -susurro, como si ese, fuera un brindis con la vida

Scor: -Por la eternidad. -Digo sonriendo.- Y porque siempre es poco para todo el tiempo que voy a quererte...

Digo llorando pero sonriendo, deseando verte beber de ese elixir que te salvará la vida.

Ever: Mis dedos tiemblan, mientras sostengo entre ellos el peso de mi vida, tan liviano como lo es  un bote de cristal con apenas la capacidad de un vaso de agua. Cierro los ojos, besando el borde de esa pequeña botella, echando hacia atrás mi cabeza y  entreabriendo los labios, vertiendo sobre estos el líquido. Puedo olerlo antes de saborearlo. Un aroma herbal, en el que diferencio algo también muy fuerte, como a veneno debidamente neutralizado. Su sabor es igual de extraño... Ese elixir centelleante cae dentro de mi boca y se desliza por mi lengua, dejando que descubra que mi vida sabe a algo que jamás antes había saboreado.

Scor: Y así es como cerrando los ojos, bebes el primer trago de tu vida... Es a partir de hoy cuando podrás beber tu vida a sorbos medianamente pequeños, en lo que dura un trago que contiene toda tu vida en pequeñas dosis. Sonrío llorando mientras te veo beberlo.

Ever: Un trago, solo un trago... Tengo tantas ansias de vivir que habría vaciado de golpe todo el contenido de ese frasco en mi garganta... Quiero beberme toda mi vida para poder vivirla. Pero entiendo que la vida es algo que no podemos bebernos de un solo trago. Que debemos beberla trago a trago, en pequeñas dosis, disfrutarla con lentitud, sin prisa... Ya tendremos, si el Tiempo nos deja, todo el tiempo del mundo para poder saborearla. Cuando bajo mi rostro de nuevo, trago el contenido que  he vertido en mis labios. En mi mano, el frasco destapado destella, pequeñas estrellas doradas: la vida. Te miro con una sonrisa.

-Sabe a vida...

Scor: -Entonces sabe a ti.

Respondo sonriendo y sin dejar de sonreír tomo con cuidado el frasquito de entre tus manos para cerrarlo muy despacio y dejarlo sobre la mesilla de noche de Cass, a la que miro.

- Mira como duerme... -Digo pensando en que ha sido testigo de esa primera dosis de tu vida.

Ever: Veo como tratas mi vida, como cuidas de ella... Miro a Cass cuando tú lo haces, y asiento con la cabeza a tus palabras. Extiendo una mano hacia Cass para tocar su carita, y te miro después. Aún no puedo creerme que acabes de garantizarme la permanencia en la tierra por mucho más tiempo, y por eso, vuelvo a llorar, mientras siento como esa poción, al mezclarse  con mi organismo, me insufla energía y vida.

Scor: Acaricias la mejilla de Cass, nuestra princesa, la niña de nuestros ojos, y llorando te miro para sonreírte.

- Ya no va a  tener que echarte de menos.

Ever: -No... Ya no...-susurro, mientras las lágrimas me vencen la batalla otra vez, y yo entierro mi rostro en tu pecho-. Ya no...

Pienso en Cass, en mi pequeño Ender, en ti... En mi padre, mis amigos... Incluso en mis enemigos. Ya solo podrán enterrarme en su odio, y seguir odiándome por vivir. Ya no seré una canción, ni me recordarán al tocar ninguna guitarra, mis hijos no  tendrán que conocerme a través de un álbum de fotos, y en la tienda de deseos de Abel Dietrich, dejaré de ver un bastón.

- Gracias por ser mi héroe...

Scor: Apoyas tu cabeza contra mi pecho llorando, y yo lloro contigo mientras beso tu cabello, cerrando los ojos y peinando tu cabello entre mis dedos.

- No... -Sonrío.- Gracias a ti por ser la historia que me ha convertido en héroe...

Ever: Sonrío al escucharte decir eso. Alzo mi rostro para ver el tuyo, acercándome a este con una sonrisa en la que tal vez  aún quede el sabor de tus labios hace tan poco tiempo, pero guardando un beso de dos años. Por eso cierro los ojos yendo hasta tus labios, rozándolos suavemente. Tal vez aún, además de ese beso de dos años, también percibas en ellos el sabor a esa poción que me ha devuelto la vida

Scor: Me quieres regalar un beso, eso es lo que leo en tu sonrisa, la cual atrapo entre mis labios cuando cierro los ojos, saboreando así el sabor de aquella poción que te salvará la vida, esa poción que contiene un ingrediente peligroso. Sin soltarte de entre mis brazos, te beso dulcemente mientras las lágrimas caen por mis mejillas.

Ever: ¿Es así como sabe la vida? No sé como sabrá aquél milagro que nuestras madres nos regala cuando nos da todo su dolor para  regalarnos la mayor de las victorias... Para mí, la vida sabe a destellos dorados con toques herbales y un gusto fuerte y  ligeramente amargo, a un beso que duró dos años, y a los labios que besaré por el resto de mi vida. Y si alguien me pregunta  algún día a qué sabe la vida, yo les responderé que a ti, porque tú me la devolviste.

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