martes, 22 de octubre de 2013

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La niña de los ojos grises

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[@EverDawson] Esta mañana he despertado más recuperada. Ya no tenía fiebre y me encontraba mejor. La poción que me suministró Pomfrey me ha ido muy bien, pero todavía tenía permiso de Slughorn para no asistir a clase. En mi dormitorio, me aburro tanto que el tiempo pasa como si fuera espeso. No me apetece estar en la Sala Común, y decido, aprovechando que no hace mal tiempo aunque haga frío, salir a dar un paseo por los terrenos. No me apetece leer, tampoco me apetece fumar porque tengo tos, por eso, y para no irme sola, cojo a mi pequeño Chispas, y tras colocare el arnés y la correa, por si se escapara, le meto dentro de su cesta de transporte, y salgo del castillo.

Fuera, apenas queda ya algo de luz de día. Mucha gente aprovecha que no llueve paseando, algunos niños juegan fuera, y otros leen o estudian apoyados en árboles o sentados en bancos o bordillos. Yo camino hasta un lugar apartado, el más apartado que encuentro. Me siento junto a un árbol, en el cual apoyo mi espalda, y...
saco a Chispas de su cesta, sujetando el arnés.

A mi pequeño hurón le encanta disfrutar del aire libre. Olisquea la hierba e intenta trepar por el tronco del árbol. Yo juego con él, acaricio su barriga poniéndole bocabajo, y río viendo como se revuelve furioso porque odia que se lo haga. En un descuido, que no sé ni como ocurre, Chispas sale corriendo, y la correa se escapa de mi muñeca.

 -¡Chispas! -grito, poniéndome de pie corriendo tras él.

 Pero el hurón es más rápido que yo. Veo como se aleja cada vez más, huyendo deprisa, mientras yo intento desesperadamente dar alcance a mi pequeño amigo.


[@CampbellEithne] El mejor lugar para relajarse con un vaso de té portátil son sin duda los terrenos. Sentada en las raíces de un roble, Eithne escribe la carta que le debe a su tío con una sonrisa inconsciente en los labios. Últimamente está siempre sonriendo, aunque no se de cuenta. Da un sorbo al té, dejando un momento la pluma autorrecargable suspendida, mientras piensa en lo siguiente que va a decirle. Y entonces... Una bolita de pelo rauda y veloz salta a su regazo, haciendo que sin querer derrame parte de su té del susto. Parpadea y mira hacia sus piernas, encontrándose con un pequeño hurón que se revuelve sin parar.- ¡Eh! -exclama Eithne con su suave voz, incorporándose un poco y poniendo las manos de barrera sobre él, para que se tranquilice.

   -Bueno, bueno, ¿y de dónde sales tú, eh? -inquiere ella con una sonrisa.

Los animales le encantan, todos y cada uno de ellos. Menos los insectos. Los insectos son el mal. En sus manos, el hurón da vueltas y más vueltas, convertido en una espiral con pelo. Apenas estaba preguntándose Eithne de quién podría ser el animal, cuando vio a Ever Dawson correr hacia su posición. Tal vez estuviera persiguiéndolo. Por si acaso lo retiene contra su pecho, con cuidado.

[@EverDawson] Detengo mi carrera al ver que Chispas está en los brazos de Eithne Campbell, la cual se encuentra sentada en el césped. A varios metros de allí, unos muchachos parecen jugar a Quidditch, montando un gran alboroto. Sonrío, con la mano en el pecho, recuperando el resuello, y apoyo mis manos en las rodillas un instante. Gracias a las estrellas que Eithne le ha encontrado... No quiero ni pensar que habría pasado si lo hubiera encontrado cualquier animal, como los que juegan dando terribles pelotazos a escasos metros de nosotras. Me enderezo, una vez he recuperado el aliento, y cuando me dirijo hacia Eithne, veo que algo se dirige hacia mí a gran velocidad. No tengo apenas tiempo de ver la Quaffle que impacta contra mi cabeza. Caigo al suelo, y lo último que puedo ver, es el cielo azul que poco a poco, se va apagando, hasta que todo se convierte en una profunda oscuridad...

...Abro los ojos.

No siento ningún dolor en mi cabeza, pero una luz casi cegadora hace que al principio, la imagen sea confusa. Lo primero que veo es una puerta acristalada, tras la cual veo un jardín cuyo verdor resplandece a la luz de un sol matinal. Desde allí puedo ver una mesa y su respectivo conjunto de sillas de forja blanca en el porche. Frunciendo el ceño, sacudo mi cabeza brevemente, como si quisiera apartar el mareo. Pero la imagen sigue ahí, más nítida, más perfecta... Un jardín bañado por un sol alegre tras las puertas de cristal. Pero... Eso no es posible. 

Miro alrededor, sin mover ni un músculo. Me encuentro en una sala acogedora, un conservatorio en el que hay varias plantas, algunos muebles, y una pared entera de cristal, que es desde donde veo el jardín, y un sillón de mimbre, que es en el que yo estoy semitumbada. Tengo una fugaz visión de mi propio cuerpo. Llevo puesto un vestido de color caramelo que no he visto en mi vida, y estoy tapada por lo que creo que es una chaqueta. Noto como en mi pecho, mi corazón se agita, latiendo frenéticamente.

Me incorporo un poco, observando el lugar. Hay una chimenea con varias fotos, plantas, una mesa de ajedrez cerca del sillón... Eso no es Hogwarts. 

Lo último que recuerdo es un fuerte golpe en la cabeza... Y muy fuerte ha debido de ser para que delire de esta manera. La chaqueta se cae al incorporarme un poco más. Agacho la cabeza para ver bien el vestido que llevo puesto, en lugar de mi uniforme, y un mechón de pelo cae hacia delante.

Es en ése momento cuando siento un escalofrío, porque mi pelo es corto. Me llevo las manos a la cabeza, tocándolo. Los mechones no alcanzan apenas mis hombros, y siento una oleada de pánico. Mi pelo... Mi pelo llegaba hacia unos minutos, segundos, tal vez, a media espalda, pero ahora es corto. Miro los mechones entre mis dedos, sintiendo como se me hace un nudo en la garganta. No puede ser... Ése no puede ser mi pelo. ¿Y si ni siquiera soy yo? Me toco la cara. Reconozco los pómulos prominentes, las mejillas carnosas, los labios gruesos. Si, es mi cara... Son mis manos, las que contemplo sin poder dejar de hacerlo. Veo mis dedos extraños, más delgados, las uñas un poco más largas. No puedo entender que está ocurriendo, pero no puedo dejar de tocar mi pelo, mirar alrededor, observar mi ropa, mi cuerpo, más delgado, diferente... Intento incorporarme más, levantarme tal vez, pero aunque no me duele la cabeza, siento un mareo profundo, como si hubiera bebido ocho botellas de ron de grosella.

   -¿Ya te has despertado?

 La voz infantil proviene de la derecha. Giro el rostro para mirar hacia allí. Veo a una niña junto al sillón de mimbre en el que estoy recostada. Tendrá unos diez años, y es la niña más hermosa que he visto nunca. Su pelo es de un rubio dorado, de apariencia sedosa, su piel es blanca, y sus ojos... Mi corazón da un vuelco al fijarme en ellos. Sus ojos grises, tan infinitos, tan hermosos, son iguales que los de Scorpius. La contemplo sin poder decir nada, y ella frunce sus rubias cejas.

   -Tienes mala cara -sonríe y se acerca a mí un poco más y puedo apreciar el dulce olor que emana su ropa, un vestido de color blanco- No deberías de tomar ésa poción, ya te lo dijo el abuelo...

 ¿Poción? Aquella palabra pesa en mí, pero no tanto como la otra. El abuelo... Una sonrisa se aparece en mi rostro. No sé donde estoy ni por qué estoy ahí, pero sé quien es ella, y es todo lo que me importa en ése momento. Puedo sentirlo en mi corazón, en el rubio de su pelo exacto al mío, o en los ojos del mismo gris que Scor. 

   -No... No sé... -murmuro- 

 La niña me mira extrañada. Sonríe y se acerca, dejando un dulce beso en mi mejilla que consigue que se me erice el vello de la piel. Instintivamente, me llevo los dedos a la piel aún estremecida por ése beso en el que he sentido la electricidad de tan inmenso vínculo.

   -Estás muy rara... -un timbre lejano se escucha, y la niña se pone en pie de un salto- Seguro que son los abuelos...

 "Los abuelos..." Pienso para mí. La niña sale corriendo. Yo veo como se va, con una sonrisa embelesada, contemplando la gracia con la que se mueve, la belleza que desprende su menudo cuerpo. Me abrazo a mí misma porque siento frío. Miro alrededor, mientras escucho unas voces lejanas que no logro identificar... Me pongo de pie, sintiendo un profundo mareo, y me agarro al sillón para no desvanecerme, luchando contra éste con todas mis fuerzas. Avanzo hacia la chimenea, en la que puedo ver varias fotos. La que más cerca queda de mi alcance, es una de mí misma, la cual cojo entre mis manos.

 No puedo creerme lo que veo. Soy yo, con un abrigo de cuadros y un foulard, sosteniendo en mi brazo a un perrito, pero apenas me reconozco en esa fotografía. Toco mi rostro al mismo tiempo que observo los mismos rasgos por los que paso mis dedos. Soy yo, pero no soy la joven Ever Dawson que estudia en Hogwarts. En ésa foto soy una mujer. Una mujer que aparenta madurez, y que no tiene nada que ver con lo que soy ahora. En ésa foto me siento distinta, no por ser más delgada, ni más o menos bella de lo que yo pueda verme siempre, sino diferente. Y aunque no tenga arrugas, me veo vieja. Y aunque esté sonriendo, no me veo feliz. Y ante todo me siento desnuda... No importa la ropa que lleve. Sin mi pelo me siento como si no llevara ropa. Soy yo. O mejor dicho: seré yo. Contemplando mi foto me doy cuenta de todo aunque todavía no lo entienda: estoy en el futuro. Mi futuro. 

   -¿Mamá? 

 La voz de la niña irrumpe en el silencio. Me vuelvo con la foto en las manos temblorosas. Me ha llamado mamá... Y no puedo evitar que una sensación indescriptible me invada.

   -Los abuelos te están esperando... -me mira extrañada, como si no entendiera mi expresión, ni el temblor de mis manos con la foto en la mano. 

   -Esperando... -murmuro, dubitativa- ¿A donde vamos?

 La niña me mira, con tristeza, como si sintiera una enorme compasión de mí...

   -Mamá... -murmura con tristeza- Al funeral...

 Aquella palabra cae sobre mí como si fuera de plomo. Mi cuerpo se estremece con un escalofrío. Veo que la niña, tras lanzarme una mirada llena de preocupación y tristeza, se dirige hacia el rincón más cercano, y coge un ramo de flores, de los varios que hay allí junto a varias coronas, y en los que reparo en ese instante. Siento que el aire no me llega a los pulmones, que el pulso se me acelera, y que mis manos tiemblan con esa fotografía enmarcada en las manos. Entreabro los labios para decir algo, pero tardo en encontrar mi voz, la cual acaba saliendo de mi garganta, temblorosa y titubeante:

   -¿Funeral...? ¿Qué... Qué funeral? 

 La niña se vuelve para mirarme, con el ramo de flores blancas en las manos. Con gran tristeza pesando en sus grises ojos, susurra: 

   -Al de papá, mamá... Hoy hace diez años de que murió. ¿Es que no te acuerdas? 

 Un nudo se ata a mi garganta. Mis ojos se quedan inexpresivos, clavados en los de la niña, hasta que esta, con el rostro lleno de tristeza, agacha la cabeza y se gira, arrastrando los pies fuera del conservatorio, del que desaparece. Mis manos se quedan sin fuerzas y la foto se cae de mis manos. Sé que el cristal del marco se ha roto, pero no puedo oírlo, pues solo escucho un ruido sordo y profundo, como si estuviera sumergida bajo el agua, a muchos metros de profundidad...  Noto el temblor en mis labios, el corazón latiendo en mi pecho. Vuelvo mi rostro hacia los ramos y coronas sobre el suelo, contra la pared del rincón, junto a la chimenea. Una de las coronas está hecha de hermosas rosas blancas. La rodea una banda en la que a duras penas, puedo leer "Siempre es poco para todo el tiempo que voy a recordarte. Tu Julieta"

Mis manos van hacia mi pelo, el cual toco con desesperación. Ahora todo tiene sentido. Me recuerdo a mí misma, este mismo sábado, en aquél cenador a la salida de Hogsmeade desde el que se puede ver las estrellas. "Ya te lo dije... Mi pelo es solo tuyo. Si algún día te vas, me lo cortaré"

Y se ha ido... Se ha ido más lejos de lo que yo me habría imaginado jamás.

Siento que mi cuerpo se estremece. Mis ojos se nublan. Noto como mis temblorosas piernas son incapaces de sostener mi cuerpo, y caigo al suelo, pero no llego a sentir el frío de éste, que me espera dispuesto a tomarme entre sus brazos de mármol, pues antes de caer, ya he caído en un oscuro abismo en el que todo se vuelve una negrura casi tan oscura como la muerte...

[@CampbellEithne] Eithne quiere preguntar si es suyo el hurón. Comentar que es adorable, quizá entablar una conversación con esa muchacha que la intriga; hay algo en sus ojos claros que habla por sí solo. Pero si hubiera visto la quaffle, el pequeño peludo habría  dejado de tener importancia, la hubiera apartado del camino. Demasiado tarde. Los pocos milisegundos que transcurren sirven para que la pelota impacte, Ever caiga al suelo redona, y Eithne ahogue un grito.

   -¡¡EVER!! -estalla, soltando al hurón.- ¡Oh, por Dios, Ever! -se arrodilla al lado de la Slytherin, sosteniendo su cabeza con las manos y apoyándola en sus muslos.

Oh, no, oh, no, oh, no. El agobio de Eithne crece cuando el grupo de chicos que estaba haciendo el bestia sobre la escoba se acerca, en principio a por la quaffle perdida, luego, impresionados y preocupados de ver a una muchacha en el suelo. La chica los mira, evaluadora Son sólo críos. Críos más preocupados por una pelota que por el estado de la joven Slytherin. Y no dejan de hacerle preguntas. Y Eithne se está empezando a enfadar.

   -¡¡YA BASTA!! -chilla la muchacha, con su fuerte acento escocés- ¡¡COGED VUESTRA ESTÚPIDA QUAFFLE Y LARGAOS DE UNA VEZ!! 

Pero necesita ayuda. No lleva la varita encima, no puede llevar a Ever a peso, ella es demasiado floja. Mira en rededor. Arrastra a Ever hacia su mochila, dejándole la cabeza en alto, y poniéndole al hurón en el pecho. A lo mejor eso ayuda en algo, a lo mejor el hurón sabe reanimación, lo que sea. El caso es que la rubia busca con desesperación alguna cara conocida, algún alumno mayor que parezca responsable, y sobretodo, que lleve la varita encima para poder transportar a Ever hasta la enfermería. En uno de los verdes desniveles, por fin, la chica encuentra a Brand Farquharson, compañero de casa de Ever. Él la ayudará, seguro.

   -¡Farquharson! ¡Farquharson! 

[@Brand_FarLlevo toda la tarde tirado en el césped de los jardines, el frío me hace bien y a pesar de haberme acabado el libro de Daher, sigo releyéndolo, hay poemas que me describen y… me gusta compartir mi silencio y mi soledad con este libro.

Cuando escucho mi apellido proveniente de una voz desesperada, en un principio opto por no hacer caso, pero la curiosidad  termina por hacerme levantar la vista del libro. Veo a ¿Campbell? Si, creo que se llama así y junto a ella… Dawson, en el suelo tumbada. Me levanto de un salto, Dawson es lo más parecido a una amiga que tengo. Me acerco con paso ligero hacia ella

   -¿Que ha pasado? -exclamo con voz tranquila aunque en el fondo estoy algo inquieto al verle en ese estado



[@CampbellEithne] Eithne agradece a Dios y a todos los santos que Farquharson esté dispuesto a ayudar. Tiene fama de no ser precisamente amable, pero ahora, por Ever, parece dispuesto a cambiar su agrio carácter por uno más solícito. Bien por él, porque la chica está francamente desesperada.

   -Ever... le han dado con una quaffle en la cabeza... Se ha caído al suelo de inmediato, no he podido llevarla a la enfermería, no tengo la varita... Tienes que ayudarme, por favor, por favor. Ayúdame a llevarla al castillo.


Resoplo, porque me pone de los nervios que me hable con ese tono de desesperación. Le ofrezco el libro para que lo aguante mientras yo me agacho junto a Dawson y con delicadeza, una delicadeza que creía no tener, le cojo en brazos 
Abro los ojos. Un cielo azul me recibe. Intento respirar, pero apenas puedo hacerlo. Siento un fuerte dolor en la cabeza, y que todo me da vueltas... Pero nada me importa... Solo me importa lo que acabo de ver. Lo que acaba de ocurrir... Aunque ni siquiera sé lo que ha sucedido... Las lágrimas caen por mis sienes...


Mientras, ella recoge todos los bártulos, incluyendo al hurón, al que delicadamente sostiene entre sus brazos. Sus ganas de escaparse parecen haberse esfumado. Mientras camina a su lado, ve a Ever abrir los ojos.

   -¿Ever? -llama suavemente.-Te estamos llevando a la enfermería, ¿vale? Todo irá bien 

Se siente con la obligación moral de decir eso. Igual está hablando más consigo misma que con ella. Necesita que no le haya pasado nada. Porque en caso contrario, la impotencia se la comerá viva. Y no es algo que sea agradable, ni de lejos ni en un millón de años

   -Todo irá bien...


Me siento elevada, mareada... Alguien me sostiene en sus brazos, mientras que entre confusos pensamientos y amargos recuerdos de algo que no ha pasado, escucho la voz de Eithne

   -Scor... -murmuro, mientras las lágrimas siguen rodando por mis sienes

Sigo sosteniendo a Dawson entre mis brazos con firmeza mientras pongo rumbo a la enfermería. No seré yo quien débil voz de Dawson simplemente bajo la vista hacia a ella pero permanezco en silencio pues no tengo nada que decir




   -¿Scor? -inquiere Eithne algo confusa, mirando primero hacia Farquharson y luego hacia la chica.- No... No está aquí ahora mismo, Ever...

A lo mejor ha confundido a Brand con Scorpius Malfoy. Si la situación no fuera tan crítica, Eithne lo consideraría un halago, recuerda a Scorpius como un joven bastante agradable y guapo. Suben los peldaños tuercen hacia la enfermería, cuya puerta la muchacha se apresura a abrir para dejar pasar a ambas serpientes.

   -¿Pero qué ha pasado? -exclama asustada la señora Pomfrey al ver la escena.- ¿Dawson otra vez? 

Eithne está segura de que la mujer bufaría si no fuera por la nota de preocupación en sus ojos.

   -Le han golpeado con una quaffle en la cabeza, Madame Pomfrey -explica la Ravenclaw rápidamente.- Aunque no ha sido a propósito -o eso espera. 


Oigo voces, voces lejanas, algunas que reconozco, otras que no. Mi mente sigue en aquél lugar desconocido en el que hasta yo misma, soy una desconocida.

Tal y como Madame Pomfrey me dice, me acerco a la camilla más cercana para dejar a Dawson sobre ella con con suavidad, evitando así hacerle más daño o moverle más de la cuenta




La enfermera corretea de aquí para allá murmurando maldiciones y rebuscando entre sus frascos. Eithne, pálida, se sienta en la silla junto a la camilla, acariciando al hurón al que mantiene semioculto entre sus brazos, por si Pomfrey decide que no puede estar ahí. Al fin llega con un vial de color azulado

   -Aquí. Poción reconstituyente... Debería devolverle un poco el color, calmarla... -se inclina sobre Ever y le pone el frasco en los labios


Noto como un líquido se derrama en mis labios y llena mi boca. Al principio el líquido se me va por otro lado y toso un poco, y la mujer que también sostiene mi cara para darme la bebida, para un instante. Cuando acabo de toser, y bebo, noto como poco a poco, la poción de agridulce y desagradable sabor, empieza a surtir efecto. Miro a mi alrededor, ya con la mente más clara. Veo a Eithne, a Brand Farqahurson y a la señorita Pomfrey. Recuerdo que iba tras Chispas, que está medio escondido en los brazos de la chica, que me golpearon, que de pronto estaba en una casa, con una preciosa niña de ojos grises... Instintivamente, llevo mis manos a mi pelo, y siento alivio al palpar mi larga trenza.

Me quedo a un lado, apartado. Tengo ganas de irme de ese lugar pues realmente ya no tengo nada que hacer ahí. me acerco a la Ravenclaw que se sitúa al lado de la camilla para coger mi libro, bueno mío no, de Daher, y poder marcharme cuanto antes. En manos de Madame Pomfrey, Dawson estará bien



Da un respingo con la tos de Ever, creyendo que le pasa algo, y se acerca al borde de la silla, dispuesta a ayudar en lo que haga falta. No se percata de que el joven quiere algo de ella hasta que no lo tiene al lado. Lo mira un segundo, confusa, hasta que se acuerda del libro.

   -Oh, sí -murmura. Se inclina sobre su mochila y saca el volumen de poesía, que le tiende con cuidado de no espachurrar a Chispas en el proceso.- Gracias, Farquharson -dice ella con voz sincera. 

Luego se vuelve hacia la joven.

   -¿Cómo te encuentras, Ever? ¿Quieres que llame a alguien?


Mis ojos se llenan de lágrimas. Todo era un delirio, un sueño, algo irreal... Pero no podía ser irreal. Todo era demasiado realista como para que no fuera verdad. Mirando a la muchacha, murmuro:

   -¿Podrías escribir a Scorpius...? Necesito saber si está bien. -Miro a Chispas- Gracias por cuidar de él... -Si ves a Liesel, Arya o Adrian... Por favor, diles que les necesito... -mi voz se rompe. 

Tal vez la chica no entienda que yo, esté asi solo por un maldito golpe en la cabeza. Pero no es por eso, sino por la palabra funeral y esa corona de rosas blancas, con la frase: "Siempre es poco para todo el tiempo que voy a recordarte. Tu Julieta" 

Tras coger el libro y echar un último vistazo a Dawson y ver que no es tan grave como parecía, me doy la vuelta dispuesto a irme





Asiente a cada petición de la muchacha, voluntariosa y dispuesta a complacerla. Se levanta de la silla y deja a Chispas con cuidado sobre el pecho de Ever. Inclina el cuerpo para ahuecarle las almohadas.

   -Voy a ello ahora mismo. Y si no te importa, volveré luego para ver cómo te encuentras -acaricia a Chispas durante un instante y la mira fijamente.- ¿De acuerdo?


Antes de que Farqahurson desaparezca de la enfermería, tengo tiempo de darle las gracias. Después, mientras abrazo a Chispas contra mi pecho, miro a los ojos dulces de la muchacha. Asiento con la cabeza

   -No sé como daros las gracias... 

  -Poniéndote bien pronto -sonríe con suavidad y aprieta su hombro durante un instante antes de dejar la silla en su sitio.- Bajo dentro de un ratito, ¿vale? -promete, dándose después la vuelta y abandonando la enfermería con paso cuidadoso



Veo como Campbell se marcha, y musito un adiós que no se si la chiquilla llega a oír. Pomfrey examina el lateral derecho de mi cabeza. Noto un profundo dolor cuando sus largos dedos tocan mi cabeza, entre mi pelo

   -No tienes herida, pero si un buen chichón - me dice- Voy a por hielo... -cuando repara en el hurón, dice- Y a por alguien que se lleve a ese bicho a tu sala común 

Yo levanto los ojos para mirar a la mujer

   -Por favor... Deje que se quede conmigo... Se portará bien -le digo, mientras Chispas se acurruca a mi lado, haciéndose un ovillo en el colchón. 

La enfermera cede

   -Está bien, está bien, pero solo un rato. Esta noche se irá de aquí 

Frunzo el ceño

   -¿Esta noche? Pero... Yo estoy bien... -intento levantarme y la mujer me lo impide- De eso nada, señorita Dawson. Usted se quedará aquí esta noche, que los golpes en la cabeza hay que vigilarlos. Así que no haga ninguna tontería, que ya la conozco 

Recoge algunas cosas en una bandeja, y se va con ella. Suspiro. No puedo estar ahí... Me asfixio a solas, sin Arya, sin Liesel, sin Adrian... Incluso sin mí No me importa el dolor de cabeza, por intenso que sea. Lo que me importa es lo que ha ocurrido. Lo que he visto, sea lo que sea. En mi mente se repite una y otra vez esas palabras de la niña "Hoy hace diez años de que murió. ¿Es que no te acuerdas?" Diez años... Siento escalofrios solo de pensar en lo que acabo de ver. Diez años. ¿Pero cuando? ¿Cuando? Sacudo mi cabeza. "Solo es un sueño, Dawson. Un delirio. No es real" Pero sé que si lo es... Y aunque no tenga explicación, ni lógica, sé que ha ocurrido. Miro hacia la entrada de la enfermería. Sé que mi corazón seguirá en un puño hasta que Eithne no vuelva con noticias de Scorpius.


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