viernes, 22 de noviembre de 2013

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Aire

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Tras ir al cuarto de baño, entro en mi dormitorio. Agradezco estar a solas cuando llego. Me quito la ropa y me pongo un camisón. Desago mi trenza y me meto en la cama, sentada sobre esta. Cojo el vial de cristal con el líquido que contiene: mi llave del tiempo al futuro.

Destapo con lentitud el vial. Aún está caliente. Suspiro y cierro los ojos, deseando que todo salga bien, y que esta vez, no vuelva con las manos vacías. Abro los ojos y miro el pequeño vial antes de acercar esta a mis labios.

En ése momento... Me siento más Julieta que nunca, y con una sonrisa, murmuro

    -Va por ti, Romeo...

 Dicho esto, me llevo el vial a los labios y derramo en estos el líquido, hasta acabar el contenido. El sabor no me desagrada, y cuando abro los ojos, lo veo todo borroso. Poco a poco, me tumbo en la cama. Me tapo, ocultando el vial vacío bajo la almohada. La sensación de sueño empieza a invadirme lentamente,un agradable abrazo que me sumerge lentamente en una cálida sensación. Mi cuerpo pesa. Siento como si se hundiera en el colchón, mis músculos se relajan... Y siento como mis párpados, pesan hasta que mis ojos se cierran. Todo se vuelve oscuridad, pero en la oscuridad...


... puedo ver estrellas. Estrellas brillantes en un universo oscuro, inmenso, en el que la inmensidad se hace eterna. No hay tiempo, no hay espacio... Solo soy aire, aire que viaja en un abismo sin fin, sin limites. No tengo conciencia de nada más que de lo que soy: aire.

¿Qué es el tiempo? Algo que transcurre entre la nada, en medio del todo. La inmensidad de una palabra que lo significa todo: siempre. No  escucho ni veo nada. Solo oscuridad. estrellas que pasan, que brillan, sin que pueda averiguar si ellas pasan a través de mí, o yo a través de ellas... Poco a poco siento la placidez confortable de un colchón blando y mullido en el que me siento cómoda. Un olor
familiar, una sensación que ya conozco. Poco a poco voy tomando conciencia de mi cuerpo, el cual siento pesado, muy pesado... Y cuando dejo de sentirme aire y me convierto de nuevo en mí, abro los ojos muy despacio...

Mi visión nublada empieza a enfocar una pared. Ésa pared a la que he mirado durante tantas noches en vela a lo largo de mi vida. Tardo muy poco tiempo en saber donde estoy: en mi habitación, aquella buhardilla en mi casa. Una sonrisa aparece en mis labios al reconocer mi habitación. Por primera vez, estoy en un lugar que conozco en ése futuro en el que siempre es todo desconocido. Estoy tumbada, de costado, encogida sobre la cama, y destapada. Me vuelvo hasta ponerme boca arriba sobre el colchón. Todo está muy oscuro, apenas iluminado por la luz de la luna que entra por la ventana. Me incoporto, pero siento mi cuerpo muy pesado... Y justo en ése momento, cuando por fin me siento, noto algo que se mueve dentro de mÍ.

Instintivamente, me llevo las manos al vientre. Puedo notar lo henchido que está, la piel tensa bajo el camisón que llevo puesto. Un extraño escalofrío me recorre la espalda... Estoy embarazada. Mis manos buscan a través de mi piel aquél lugar en el que la criatura me ha golpeado. Noto en ése momento, su energía, su vitalidad, su vida, golpeando con fuerza el mundo exterior desde ése remanso de protección y vida que es el interior de mi cuerpo para ella, y noto ese golpe en la palma de mi mano. Mis ojos se llenan de lágrimas mientras que la sonrisa se hace más inmensa. Nunca antes, en toda mi vida, había sentido algo más grande que eso, algo que me diera tanta felicidad... Con voz queda, murmuro en un susurro.

   -Eh... ¿Tú también te has despertado, pequeña?

Pero entonces me doy cuenta: si estoy embarazada, es porque esta vez no he viajado tan lejos. No estoy diez años más allá del tiempo. Con la torpeza propia de ese cuerpo pesado en el que no me siento yo misma, dejo colgar las piernas al lado del lecho y me pongo de pie. La ventana está abierta: es  verano. Me pongo de pie sintiendo dolor en mis tobillos y en mis piernas al hacerlo, dándome cuenta de que, a pesar del mareo, esta vez no estoy tan mareada. Camino por mi habitación buscando alguna respuesta, alguna señal que me indique donde estoy ¿Y si aún no ha muerto?¿Y si todavía sigue aquí?. Pero entonces me veo en el espejo y me doy cuenta de que no es así...

Llevo mis manos a mi pelo. Es más corto que nunca. Corto, tan corto como jamás creí que iría a tenerlo. Las lágrimas se agolpan en mis ojos porque sé que tampoco está aquí... Que no pertenece a este mundo al que he llegado. La vida que hay dentro de mí vuelve a moverse,  como si notara mi inquietud... Mis manos acariciand a través de mi piel a la criatura, como si quisiera tocarle...

   -Estoy aquí...  -murmuro, mientras salgo de la habitación en busca de respuestas, pues a eso he venido, a buscar respuestas.

El suelo está frío, como siempre. Camino descalza, bajando la escalera al piso inferior asiéndome con fuerza a la barandilla. De lejos,  oigo el rumor de un televisor. Me asomo despacio, y veo a mi padre, sentado en el sillón.

A través del rabillo del ojo, distingo la fantasmal figura de mi hija. Se eriza el bello de mi piel como ada vez que la veo. Su dolor abandonando cada poro de su piel, ese dolor que en su rostro se manifiesta.
      -Hija mia... -Susurro despacio-

De pie en medio del umbral, descalza, con el prominente vientre redondeado y el pelo tan corto que me siento desnuda,  indefensa, vulnerable. Pero ahí estás tú. No has cambiado nada y sé que no ha pasado demasiado tiempo. No sé qué decir ni qué hacer para que no me ocurra como la última vez, con Alhena y Rose. Pero tengo que hacer algo...
   -¿Qué día es hoy...? -pregunto, con voz tenue-.

Apago la tele con el mando a distancia, te miro con dolor.
   -Jueves...

Jueves... Eso no me sirve. Me muerdo el labio, estrujándome los dedos, nerviosa. Miro a mi alrededor. Solo sé que es verano porque estoy aquí y no en Hogwarts... Sin decir nada más, me pongo a buscar por el salón algo. Un periódico, una factura, cualquier cosa que me sirva... Pero no encuentro nada

Me incorporo hacia delante con las manos en mis rodillas y enarco la ceja
   -¿Qué buscas, princesa?

Me vuelvo. Me fijo en mi padre. Su rostro demacrado, sus ojos tristes. Tengo la urgente necesidad de abrazarle.
   -Papá... -murmuro, pero no sé como actuar, ni qué decir-. He olvidado qué día tenía que ir al médico para... -improviso

En sus ojos veo una preocupación más grande que el dolor 
   -El lunes de la semana que viene, Ever

Me froto la cabeza. Los mechones cortos entre mis dedos hacen que me sienta una desconocida en mi propio cuerpo. Camino de un lado a otro, sintiendo como la desesperación acrecienta en mí. Entonces se me ocurre algo... Me vuelvo a mirarle y cojo sus manos, acuclillándome delante de él. 
   -Papá... Por favor... Necesito que me lleves al cementerio...

Acaricio el rostro triste de mi princesa con una de mis manos. Las lágrimas se agolpan en mis ojos, verla asi, me mantiene enfermo, hundido en una tristeza de la cual no estoy seguro de salir 
   -Princesa, no puedes ir, no debes ir en tu estado...

Niego con la cabeza. Oigo los latidos de mi corazón en mi garganta. Necesito ver su tumba, saber la fecha de su muerte, volver a mi tiempo sabiendo cuando ocurrió. 
   -Tengo que ir papá... Por favor, llévame con él... -las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas-. Por favor... -suplico.

Trago saliva con fuerza. Niego en un silencio que me duele más que a ti
   -Sabes que no puedes aparecerte en tu estado...

Frunzo el ceño, entre lágrimas. ¿No puedo aparecerme? ¿Por estar embarazada? En ése momento recuerdo que alguna vez he leído que no es saludable aparecerse en ese estado, que puede causar desparticiones en el bebé. 
   -Pues vayamos andando... digo sin pensar -Necesito ir... -te miro, sollozando- Por favor...

Siento vertigo, tus palabras se me antojan difíciles de asimilar
   -Ever...¿Andando a la mansión Malfoy?

Siento un escalofrío
   -¿Tan lejos? 
Murmuro en voz baja. Lejos... Tan lejos como la muerte, así de lejos está de mí. Me siento sin fuerzas... Hasta en eso su padre va a tener más fuerza que yo. Las lágrimas ruedan por mis mejillas. Me apoyo en el regazo de mi padre, sollozando sobre este, mientras siento que no puedo hacer nada por saber qué pasó

Tu dolor es mio. Mis dedos se internan entre tu corto cabello, ese que segaste por tanto dolor y por ofrecerle ese cabello  que tanto le gustaba acariciar. Las puntas de tu cabello hieren las yemas de mis dedos, el cabello corto de mi más preciada muñeca esa que esta rota para siempre
   -A partir de la semana que viene haremos la mudanza -Noto como lloro.

Frunzo el ceño de nuevo, entre lágrimas. Levanto el rostro, con las mejillas brillantes
   -¿Mudanza...? -Noto que la niña se mueve dentro de mí, como si ella también percibiera mi dolor-. Papá... Tienes que ayudarme...

Agarro tu rostro con mis manos. Te miro con mis ojos llenos de dolor 
   -¿Qué puedo hacer, princesa?

Pongo mis manos sobre sus manos. Estas tiemblan por la inquietud y por el dolor. Tengo que arriesgar y decirlo 
   -Tienes que decirme por qué y cuando murió Scor...

Mi corazón late con una rapidez que no es normal
   -Ever hija...por el amor de dios, ya lo sabes, no te mortifiques más piensa en el bebé, piensa en que no puedea seguir asi -Pongo mi frente contra la tuya, aspiro tu dolor.

   -Papá... ¡Tengo que salvarle! -me agarro a tu camisa, con fuerza, mientras sollozo- Necesito que me lo digas o sino morirá...

   -Hija mia... -Te atraigo contra mi pecho para mecerte en mis brazos-. Por dios...Ya no puedes hacer nada para salvarle, está muerto, hija mia...

   -¡No, todavía no, papá...! -sollozo. La garganta me arde porque mi voz me araña. Miro a los ojos de mi padre, me mira de la misma forma que me miraba el día que le conté que había visto una visión en la que Scor estaba muerto. En ése momento me detengo a pensar en algo en lo que hasta ahora no había reparado- Tú... ¡Tú lo sabes! ¡Te lo conté, papá!

Entreabro los labios mirándote a los enrojecidos ojos. Tu dolor se anuda en mi pecho, me impide tragar
   -Perdóname hija, perdóname por no haber creido en ti -Agacho la vista avergonzado.

   -¿Lo ves? -exclamo, agarrando fuertemente tu camisa- Papá... ¡Lo vi! ¡Tenía razón! -sonrío- Sabes que no estaba loca, papá, que lo sabía... Que sabía que iba a morir... -la esperanza surge en mi pecho y siento como esta lo colma-. Por eso tienes que ayudarme... Decirme qué le pasó y cuando murió para que yo pueda evitarlo y no se muera... -me llevo las manos al vientre mientras sollozo. Siento que la presencia de esa criatura dentro de mí, me transmite fuerzas para seguir viva- Le necesitamos con nosotras papá...Ayúdame, por favor...

Te agarro por los hombros con fuerza, te siento la muñeca mas fragil de mi jugueteria 
   -¡Ever! ¡Está muerto! ¿Entiendes? ¡Muerto! ¡Ojalá le hubieramos podido salvar! A mi también me duele! -Aprieto la mandibula-. Yo también le queria...

Las lágrimas ruedan por mis mejillas. La desesperación me invade. Siento que no puedo más, y en mis manos empiezo a sentir  que las fuerzas me fallan. 
   "No... Aún no... No puedes irte todavía" 
Me digo a mí misma, y siento que mis tobillos no pueden sostenerme. Me hubiera caído de no ser sostenida por mi padre, y empiezo a notar que la vista se me nubla
   -No dejes que me vaya... papá... -me aferro a ti con fuerza- No me dejes ir...

Te abrazo con fuerza, me ahogo en mi dolor 
   -Nunca te dejaré ir...Nunca...

Me dejo abrazar, sintiendo como me debilito, que no me sostengo en mi propio cuerpo. Dejo que me sostenga en su brazo, y le miro a los ojos, sintiendo que le veo desde lejos. La nariz me escuece y noto la sangre caliente resbalando por mi labio,  superior... Ahora entiendo que no puede creerme, porque yo nunca le dije que había viajado al futuro, no se lo dije, porque él no quiso escucharme
   -Si me hubieras escuchado... -consigo decir, con voz débil

   -¡Ever, hija mia! 
Me pongo en pie para alzarte hasta tu altura en mis brazos y sostenerte en ellos a la vez que en mis dedos el calor de tu sangre que es mis me impregna al tocarte
   -¿Qué te pasa? -Tiembla mi voz al hablarte-.

Pero ya apenas puedo escucharte. Me hundo en el abismo de una oscuridad que me abraza, que se apodera de mí, una oscuridad  infinita que me envuelve lentamente. Quiero decirle que no me deje ir, pero poco a poco dejo de tener conciencia de ese cuerpo que abandono lentamente. Con un último esfuerzo, haciendo uso de toda mi voluntad, mi mano izquierda va hasta mi bajo vientre, donde aquella pequeña vida golpea con fuerza, como si quisiera despedirse de mí, como si ella supiera diferenciar mi pasado de mi presente y de mi futuro... 


Silencio... Oscuridad... Todo transcurre en un espeso silencio, como si el tiempo hubiera dejado de existir ¿Y si el tiempo hubiera dejado de existir? Ya no existe ayer, ni hoy, ni mañana, los minutos han muerto, las horas son vacío, la imperturbable nada.

El silencio impera sobre todo. Un vacío soberano en la cima de un mundo que no alcanzo a ver. El silencio impera sobre todo. Un vacío soberano en la cima de un mundo que no alcanzo a ver

¿Dónde estoy? No puedo ver ni sentir nada, tan solo silencio, vacío. Escucho recuerdos, veo silencios, muero y vivo en un silencio que me retorna a mi niñez, ése mundo en el que me sentía protegida, feliz, capaz de todo, y sin temor a nada Quiero despertar. Dejar de navegar sin rumbo en ese limbo de tinieblas y silencio. Abrir los ojos y sentir mi cuerpo, dejar de ser aire. Pero no despierto, y el sueño sigue. Sigue y cada vez se hace más largo. Los segundos caen, los minutos mueren, las horas se pudren.

Quiero volver... Regresar al lugar al que pertenezco. Pero nadie me llama y yo sigo hacia delante. ¿A dónde nos lleva el destino cuando no sabemos dónde está el destino? Quiero huir del tiempo, pero el tiempo me atrapa. Pero entonces en la lejanía, escucho una voz. Me llama. Dice mi nombre y yo siento que quiero responderle que estoy aquí, que le estoy  escuchando... Quiero decirle que no me deje ir, que me traiga de vuelta, pero siento que no tengo fuerzas para abrir los ojos, aunque poco a poc
o, voy teniendo conciencia de mi cuerpo, siento a este, pesado, frágil, sin fuerzas, hundido en un colchón cálido, pero siento frío, mucho frío... Y entonces oigo de nuevo esa voz. Arya... Mi querida Arya. Su voz quiere traerme del mundo en el que estoy, de vuelta al mundo al que pertenezco... Quiero volver. Quiero volver... Y entonces con un último esfuerzo...

... Abro los ojos. Sobre mí, puedo ver el rostro de Arya, borroso por el profundo mareo en el que estoy sumida

   -Ever, estás sangrando... -me dice preocupada. 

Llevo una mano a mi nariz. Hay sangre seca. Lucho por mantener los ojos abiertos

   -Estoy bien... -murmuro, me giro sobre mi hombro izquierdo- Estoy bien... -murmuro con un hilo de voz, antes de volver a quedarme dormida.



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