domingo, 24 de noviembre de 2013

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La Ciudad de las Cien Torres

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[Rol de Betsabé Von Dekem]

En la región de Bohemia, se alza la Ciudad de las Cien Torres, Praga, también conocida como la Ciudad Dorada. Desde la ventana de mi casa, en Vyšehrad, observo el ambiente idílico de aquél entorno de ensueño bañado por una pincelada medieval que hace que aquella ciudad casi parezca un cuento de hadas.Las luces de un barco de pasajeros, cruzan el río Moldava, y desde la torre de mi casa, Vila Zimní, lugar en el que tengo mi máquina de escribir, mis libros, y el entorno perfecto para escribir mis poemas, libros, e historias, puedo observar las estrellas. En el cielo despunta una constelación, mi favorita: Sagitta, la cual observo brillar sobre mi pequeño paraíso. 

A lo lejos distingo algo moviéndose entre las sombras de Vyšehrad, sobrevolando el río Moldava. Una lechuza de gran porte y envergadura común, viene hasta mi ventana y se posa en el antepecho de mi ventana. Aparto el visillo rojo, y abro la hoja. Una ráfaga de aire frío  entra en mi casa y hace bailar las llamas anaranjadas de la chimenea de aquella sala de planta redonda. Con un gesto de mi brazo, hago que la lechuza se pose en este, obediente. Acaricio la cabeza del animal, cuya especie reconozco al instante, ya que se trata de un animal común en Inglaterra. Desde la jaula de forja negra, Pokojská, mi lechuza blanca, se agita y emite su particular sonido, al ver a la otra lechuza. Es natural en ella, dado su comportamiento celoso.

   -Pokojská... -la riño, mientras llevo a la lechuza al interior de la sala. 

Esta, emprende un corto vuelo y se posa sobre una estantería, a mi alcance. Cojo un poco de comida para lechuzas, y tras ponerla en un recipiente de cerámica, lo pongo a su lado. Famélica, la elegante lechuza come, mientras que yo le quito la carta que lleva en la sala. Esta, emprende un corto vuelo y se posa sobre una estantería, a mi alcance. Cojo un poco de comida para lechuzas, y tras ponerla pata.

Me siento en el borde de un cómodo diván para leer el contenido de la carta: 

"A la atención de Betsabé Von Dekem:  Estimada señora Von Dekem, me gustaría ponerme en contacto con usted y preciso de que en la mayor premura posible me concierte usted una cita si le fuera posible. Si dispone de tiempo libre para entrevistarse conmigo hágamelo saber y fije una fecha para nuestro encuentro. Espero su pronta  respuesta. Un saludo.
 Scorpius Malfoy"

Arrugando el ceño, vuelvo a doblar la carta. Muy famoso es el apellido Malfoy, y no solo en  Inglaterra, su país de origen. Por eso, y para cualquier escritora que se precie, es una gran noticia que alguien de tan digno apellido, precise audiencia con ella. Me dirijo hacia mi escritorio, y cojo una de mis elegantes plumas de color rojo sangre. Extiendo un pergamino y mojo el plumín en un tintero cuyo contenido es tinta violeta. Con mi caligrafía cuidada y elegante, escribo:

Estimado señor Malfoy:
Debo decirle que para mí es un honor que alguien de su apellido solicite a la humilde escritora que soy, audiencia para un asunto que pueda ser de su interés.
Será para mi un placer recibirle en mi casa, Vila Zimní, al oeste de Vyšehrad, en la Ciudad de las Cien Torres, Praga. Será fácil encontrar mi casa una vez llegue a la estación, ya que tiene la torre más alta de toda Vyšehrad.
Cualquier día que usted precise para venir, será bien recibido, pues una escritora como yo viaja a muchos lugares y visita muchos mundos, pero siempre sin moverse del mismo lugar.
Espero prontamente recibir su grata visita, la cual me honrará profundamente.
Un cordial saludo, y hasta la vista.
Betsabé Von D

Tras escribir la carta, vierto un pellizco de polvo secante de color violeta y lo soplo delicadamente, apartándolo de la hoja. Lo pliego en seis trozos de forma cuidadosa y me dirijo a la lechuza, que me espera en la estantería en la que se ha posado, tras acabar la comida que le he puesto. Antes de ponerle la carta en la pata, lleno el recipiente de agua, y mientras el animal bebe, lo coloco con suma delicadeza. Una vez el animal ha terminado de comer, y ante la atenta mirada curiosa de mi lechuza desde su jaula, hago que la lechuza suba a mi brazo y con ella, voy hasta la ventana

   -Regresa junto a tu amo... -murmuro, abriendo la ventana de nuevo. 

La lechuza echa a volar, y se pierde en la oscuridad de Vyšehrad, sobrevolando el río Moldava en la distancia. Cuando la pierdo de vista, cierro la ventana, y tras mirar a las estrellas una última vez, dejo caer el visillo antes de regresar a mi escritorio, para seguir trabajando. Coloco papel en el carro de la máquina y con mi varita, hago un práctico hechizo. Empiezo a recitar en voz baja, mientras la máquina se ocupa de escribir todo lo que la dicto, mientras la noche se hace cada vez más espesa en la Ciudad Dorada

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