El Guardián de los Libros
Posted in Roles, Scorpius Malfoy, Virgilius Lacus
Camino por las oscuras calles de Londres en dirección a la biblioteca mágica a la cual nunca he ido pero de la que tantas veces he oído hablar. Sé que queda muy cerca de la Torre de Londres y que es un edificio muy pequeño que he visto miles de veces. Camino hacia allí mientras las palabras del señor Dawson se repiten una y otra vez en mi memoria.
Sentado tras el mostrador de la entrada, leo un libro. Tras el cristal de mis gafas de lectura, puedo ver las letras que, con la maestría propia de un escritor que quiere inmortalizar una historia, componen frases que ya han hecho historia en los corazones de muchos. Pues precisamente eso es un libro: una historia que formará parte de muchas historias Hoy ha sido un día largo. Pocos magos y brujas han querido perderse en este pequeño gran paraíso de historias que ya son inmortales, porque vivirán para siempre, atrapadas en el papel en que fueron escritas, y en las memorias de todos aquellos que las leyeron
Llego a la entrada del pequeño edificio y tras comprobar que es ese abro la puerta entrando al interior. Miro a mi alrededor y veo que el interior de la biblioteca es enorme, en ella hay un sin fin de libros agrupados en estanterías y más estanterías que forman laberintos. Cierro la puerta sin hacer ruido y miro a mi alrededor. Veo que tras el mostrador un anciano de rostro afable lee un libro. Camino despacio tratando de no hacer ruido y me acerco.
-Buenas tardes...-Sonrío amablemente.
Al escuchar una joven voz, levanto la vista del libro, y miro al muchacho que se asoma por encima del mostrador, por encima de mis gafas de lectura
-Buenas tardes, jovencito -sonrío con amabilidad-. ¿En qué puedo ayudarle?
Sonrío con amabilidad y saco las manos de mis bolsillos apoyando los nudillos sobre el mostrador.
-Verá, busco un libro sobre... -Intento recordar la palabra que por segundos he olvidado después de llevar repitiéndolas horas en mi cabeza. Al recordarla sonrío.- Sobre sililismo
Arrugo el ceño, mientras me quito las gafas, dejándolas sobre el libro que he depositado sobre la parte inferior del mostrador
-Disculpe... ¿Qué ha dicho? No le he entendido bien... -me pongo la mano en la oreja
Me acerco un poco más a su rostro.
-Sililismo señor. Si-li-lis-mo. -Me aparto y sonrío amablemente
Mantengo la expresión ceñuda, pensativo
-¿Sililismo? -repito, y hago una mueca de incredulidad- No he oído eso en mi vida, y créame si le digo que sé muchas palabras raras... -sonrío-. ¿No se habrá equivocado con otra cosa?
Me alzo ligeramente de hombros y frunzo el ceño desconcertado.
-No... No lo sé... Eso fue lo que me dijo otra persona.
Me acaricio la barbilla, pensativo
-¿No habrá querido decir "Sibilismo"? -pregunto, pronunciando la palabra con cuidado, para que entienda bien que es con "B"
Hago una mueca.
-No lo sé, señor. A mí me dijeron sililismo, no sé más...-Sonrío algo nervioso.
-El sibilismo es un talento natural de algunas muy pocas personas para ver el futuro. Debe su nombre a las sibilas griegas de la mitología... ¿Le suena que sea eso? -pregunto, esperanzado, deseoso de ayudarle
"¿Ver el futuro?"
Pienso intentando recordar aunque no me suena que el señor Dawson me dijera nada sobre eso, aunque si recuerdo que me habló de que era un don.
-Podría ser....-Sonrío amablemente.
-En tal caso, jovencito... Creo que puedo ayudarle -me pongo de pie, y salgo del mostrador, cogiendo un farolillo que hay sobre este. Le extiendo la mano- Virgilius Lacus, también conocido como el Guardián de los Libros. A su entera disposición.
"El Guardián de los Libros" sonrío pensando en que me gusta esa forma de llamar a un librero. Estrecho su mano.
- Scorpius Malfoy. Un placer.
Estrecho la joven mano.
-Vaya, todo un honor tener aqui al menor de los Malfoy. -Sonrío y empiezo a caminar- Sígame, señor Malfoy... Creo que tengo un libro sobre las Sibilas en el nivel diecinueve...
Murmuro, mientras recorro el pasillo central de la enorme biblioteca. A golpe de varita, enciendo el farolillo, que resplandece con una luz tenue. Otros farolillos de elfos domésticos se ven a lo lejos, entre los laberintícos pasillos, iluminados por la luz débil de las velas de las viejas lámparas
Sigo al amable anciano devorando todo con la mirada pues el laberinto de libros me parece digno de admirar. Las altas estanterías repletos de libros en cuyas páginas duermen historias de larga o corta duración pero eternas.
Algunos libros nos sobrevuelan.
-Los libros se colocan por hechizos -le digo al chico-. Estos acuden solos a sus lugares, es muy sencillo -sonrío, y caminamos hacia la escalera.
Esta, como una espiral, asciende por todo el edificio, recorriéndolode forma ascendente. Empezamos a subir
-Y dígame, señor Malfoy, ¿qué es lo que le atrae de una variedad mágica tan poco común y prácticamente extinguida en nuestros tiempos? -le miro, sosteniendo el farolillo,con mi imperturbable sonrisa amable
Miro hacia arriba, hacia detrás y hacia los lados maravillado por todo cuanto veo pero cuando escucho la voz del amable anciano le miro y sonrío amablemente.
-El padre de mi novia me dijo que había oído hablar de este sililismo o sibilismo como se llame y quiero saber que es exactamente.-Sonrío y continúo subiendo la escalera sin dejar de mirar a mi alrededor
Le miro, deteniéndome un instante en la escalera que ascendemos
-¿No ha oído hablar nunca de ello? -reanudo mi camino. Nos quedan por subir muchos niveles, pero la magia del lugar hace que el camino sea corto
Niego y vuelvo a mirarle.
-No, señor, jamás he oído hablar de ello antes.-Sonrío y hundo las manos en mis bolsillos.
-Normal, ya nadie habla de ello... Ya nadie habla de las cosas antiguas. Lo viejo muere en este mundo, agoniza bajo esta era moderna que no es más que un titán destructivo. El verdadero saber, no está en los avances, ni en la ciencia, sino en los libros...
Me paro al llegar al nivel diecinueve, donde están atesorados los libros de adivinación, profecías, y otras prácticas adivinatorias, incluso algunas desconocidas ya por los magos modernos
-Antes de que los telescopios vieran las estrellas, nuestros ancestros, ya creían en ellas.
Te guío a través de los pasillos. Laberintos, y más laberintos, en los que nos encontramos elfos domésticos con libros, y libros voladores ya hechizados.
Camino con el amable anciano entre los estantes repletos de libros y más libros.
-Yo creo que los libros nos enseñan más magia que cualquier tipo de magia.-Sonrío mirando al anciano.-Y lo que fue lo primero no debería ser nunca lo último.
-Tiene toda la razón, joven Malfoy. Me encanta ver que todavía quedan mentes brillantes entre la juventud, pues en las nuevas generaciones está el futuro del mundo -me detengo y busco por la estantería. Hay tantos libros que no se puede alcanzar a ver donde acaba-. Ah, aquí está... -con mi varita alargada y oscura, atraigo un libro que está a varios metros por encima de nosotros. Cuando el libro llega a mi mano izquierda, se lo tiendo al muchacho …
-Es el único que queda de todos los que hubieron. Los extraviaron o perdieron... Y nadie los demanda como para pedir más. Es un tema que ya le interesa a nadie -concluyo con cierta amargura
"Las Sibilas," Betsabé Von Dekem. Releo el título y el nombre de su autora tras tomar el libro entre mis manos.
-No se preocupe señor que le aseguro que aún queda gente a la que la interesa este tipo de temas, a mi por ejemplo y seguro que a mis futuros hijos también.-Bromeo sonriendo.
-Me alegro de ello, jovencito. Puede quedarse el libro por un mes -apunto al libro con la varita. Una luz blanquecina, como un humo espeso, rodea el volumen. Dentro, ha aparecido un sello de la Biblioteca con la fecha límite de devolución-. El próximo 20 de Diciembre, este libro desaparecerá de su casa y regresa aquí, a su hogar -sonrío al joven-. Espero que le sirva de ayuda y que disfrute de una buena lectura.
-Vaya...-Sonrío pensando en lo que acaba de decirme de que el libro volverá solo a su hogar.-Eso tenlo por seguro señor. -Digo llevándome el libro contra el pecho.-Ha sido un placer hablar con usted.-Le tiendo la mano.
Estrecho su joven mano. Aún le queda mucha vida por delante, vida que arrugará la piel de esas manos y endurecerá su alma, pero al igual que un libro, un hombre es más sabio cuando ya es viejo
-Estaré a su entera disposición siempre que se me requiera. Le deseo suerte -le sonrío, despidiéndole
Asiento y le devuelvo la sonrisa.
-Muchas gracias por todo, señor.-Digo antes de alejarme de allí con el libro en la mano.-
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