Flor de Frío
Posted in Betsabé Von Dekem, Ever Dawson, Futuro, Liesel Lehner, Sibilas
Tras haber cenado y fumado mi cigarrillo habitual en los jardines de Hogwarts, voy hasta mi Sala Común, y ya en el sillón cojo la maceta de la Eddelweiss que cogí en el Invernadero con el cartel con la curiosa palabra que debemos averiguar que significa. Con la planta, me levanto y me voy hasta el dormitorio, en el cual me interno para estar a solas con la hermosa y curiosa planta. Releo una y otra vez la palabra Eis en la nota, sentada al borde de mi cama, meditando sobre qué puede significar... Aunque...Busco en mi baúl los libros de herbología que a lo largo de los años he ido comprando o heredando de mi padre. Hay algunas referencias en ellos. Una flor alpina, que vive en frío... Me quedo mirando la planta mientras pienso en que aquí, por mucho frío que haga, no hará la temperatura que hará en su país de procedencia. Me pregunto que palabra será Eis... Me muerdo el labio mientras pienso en qué podrá ser pero seguro que es una palabra suiza... Me pregunto si entre los libros de la Sala Común habrá un diccionario de dicho idioma, y me levanto, dejando el baúl abierto y los libros por el suelo, saliendo del dormitorio En el diccionario que encuentro descubro que Eis significa justo lo que pensaba. Sonrío orgullosa de mis dotes en herbología, aunque me vaya a servir de poco. Regreso al dormitorio y recojo los libros. Después, utilizando Aguamenti y Glacius, rodeo la planta de aristas de hielo refulgente. Este, servirá para proporcionarle frío y agua al mismo tiempo. Creo que es justo lo que quería decirnos el mensaje.
Aprecio la sutileza de la planta. Sus pétalos tan extraños que parecen terciopelo. Suspiro sentada al borde de la cama, mientras la observo. Ojalá todo fuera tan fácil como averiguar como cuidar una planta extranjera y de nombre casi de cuento élfico... Ojalá ser el peón que solo puede dar pequeños pasos en el tablero de ajedrez del Tiempo fuera tan sencillo. Pero no lo es.
Con desgana, abro el cajón de mi mesilla. Esta mañana, durante el desayuno, la lechuza me trajo un paquete de Alhena. En él, incluía la poción que le pedí, y una carta en la que me pedía que tuviera cuidado con esas pociones. Cuidado, dice... Si ella supiera en el lío que estoy metida, no le preocuparía que abusara de esa poción
La dosis recomendada son dos cucharadas al día, pero siempre con la recomendación de un Sanador. Yo decido tomarme dos cucharadas de una ez. Ese tipo de pociones no tienen apenas toxicidad, aunque te pueden dejar varios dias en vela. Con razón, en el etiquetado pone que su reacción adversa, es el insomnio. Total... Si no duermo en varios días, mejor. Así tengo más tiempo para pensar, pues el sueño es un ladrón de tiempo más
Me tumbo en la cama tras descalzarme. No quiero salir afuera, necesito estar sola. Miro al techo del dosel y me pregunto cuantas horas habremos perdido durmiendo a lo largo de nuestras vidas. Tiempo que no se vive, porque lo perdemos soñando, sin luchar por realizarlos al despertar. Cierro los ojos tras inspirar profundamente. Al nacer somos ya un reloj de arena que alguien puso bocabajo. Nos vaciamos lentamente mientras vivimos, lloramos, reímos, dormimos... Desperdiciamos el tiempo sin reparar en que estamos haciéndolo, y sin saber cuanta arena hay dentro de nuestro reloj...
Abro los ojos. Los efectos de la poción ya se notan. Puedo sentir fuerza en mis miembros e incluso una renovada sensación de vigor. Estoy lo suficientemente fuerte para volver
Bajo mi almohada, el libro de "La Ciencia de las Sibilas", permanece bajo su falsa apariencia de "Hongos Mágicos de Europa y Asia". He leído ese libro hasta la saciedad y ya me sé todos sus pasajes casi de memoria. Ahora que me encuentro mejor, puedo volver a hacerlo. Solo quedan 19 días para que diciembre termine. Y una vez termine diciembre, cualquier día de enero puede ser ése día. Ya que he tomado la decisión de hacer un largo viaje de nuevo, me levanto de la cama, y me pongo unas zapatillas de felpa para no ir al baño descalza. De regreso al dormitorio, sustituyo mi uniforme por un camisón y me meto en la cama, acomodándome
Apago la luz, poniéndome boca arriba. Cierro los ojos y tomo aire lentamente. Estoy nerviosa, y si estoy nerviosa no podré viajar. Trato de concentrarme. Pensar en cosas que me ayuden a relajarme, tal y como he leído en el libro que me dio Kedward... Y por eso pienso en ésas pequeñas cosas que me hacen feliz ahora o me hicieron feliz antaño... La cometa con forma de Hocicorto Sueco que me hizo mi padre, el día que conocí a Arya en mi primer año en Hogwarts, los labios de Scorpius y su sabor a lluvia el día que me besó por primera vez, la sensación de sus manos en mi cuerpo cuando me tomó como su posesión... Un molinillo de viento que soplé para pedir un deseo que no llegó a cumplirse, el olor de mi futura hija mientras dormía en su cuna, las risas de Ara y de Anser, Arya y su pelo corto, la barba en el rostro de Gabryel, el vientre lleno de vida de Rose y la melena rubia de Alhena... Recuerdos de cosas que todavía no han pasado... en el rostro de Gabryel, el vientre lleno de vida de Rose y la melena rubia de Alhena... Recuerdos de cosas que todavía no han pasado... Y poco a poco me voy calmando, sintiendo que mi cuerpo se relaja hasta posarse en una calma infinita, desde la cual puedo alcanzar las lindes del tiempo, y de nuevo vuelvo a visualizarme a mí misma en medio de la inmensidad del universo, donde giro el reloj
"Enero de 2024" Lo repito una y otra vez interiormente, mientras que poco a poco giro mi reloj. Arena de tiempo que cae al tiempo, futuro que se convierte en hoy al pesar sobre el pasado. Noto el peso del reloj en los brazos imaginarios de mi visualización mientras la arena cae a la nada. Nada de la Nada... Todo en el todo. Tiempo al Tiempo
De nihilo nihil...
Poco a poco el tiempo me envuelve entre sus brazos. Me atrapa como si yo fuera uno de sus infinitos átomos, convirtiéndome en tiempo y fundiéndome con él, dejándome arrastrar por su voluntad. Mi conciencia se pierde en una vorágine de oscuridad y silencio, un silencio en el que sigo oyendo el eco de mi voz lejana e incorpórea, arrancada de la materia de la realidad,que sigue repitiendo "Enero de 2024" en ningún lugar, y solo yo puedo escucharme. Y entonces empiezo a sentir que el frío e apodera de mí, que alrededor solo hay frío y vacío, nada llegando de la nada, y poco a poco voy percibiendo sonidos...
Un pájaro que canta a lo lejos. Un perro que ladra. Un silbido intenso procedente de algún lugar no demasiado alejado y absolutamente familiar para mis oídos. El repiqueteo de un martillo...
... Alguien hablando a lo lejos, muy a lo lejos, una voz desconocida, anónima, grave, el timbre de una bicicleta, y poco después, imperando sobre todo, las familiares campanas de la parroquia de Godric's Hollow, dando la hora del mediodía. Abro los ojos despacio. La luz solar entra por la ventana, y no tardo ni diez segundos en reconocer el lugar en el que estoy, pues vuelvo a estar en mi casa. Me hallo tumbada en el sillón, encogida en este. En la cocina, silba el hervidor, y en la ventana, se ha posado un pájaro cuyo canturreo bailotea por el entorno alegremente. Algún vecino habla en la calle. Es una voz que he oído otras veces, pero que no conozco y a la que nunca le he puesto un rostro. Me incorporo lentamente. En el piso de abajo, suena un martillo. Es mi padre, arreglando o haciendo algún juguete
Sol. Demasiado sol y la ventana abierta. No es enero. La aflicción y la desazón se apodera de mí mientras, sentándome en el sillón, miro hacia mi vientre, llevándome las manos a este, al notar que aunque he perdido mi cintura y hay una curva visible en esta, apenas se me nota el embarazo. Me pongo de pie, despacio, con cuidado de no marearme. Me cuesta adaptarme a mi cuerpo futuro, pues le noto más torpe, débil, casi como no fuera mío... Lentamente, avanzo hasta la cocina, donde el sonido del hervidor es cada vez más intenso y empieza a desesperarme. Nada más ponerme en pie, escucho el sonido de unas patas correr tras de mí. Es Pecas. Sonrío al verle, más grande de lo que es, pero aún con esa cara inocente del cachorro que todavía no ha dejado de ser. Me agacho, procurando no perder el equilibrio al hacerlo asiéndome a un mueble. El perro lame mi mano en cuanto pongo esta a su alcance al acariciarle, y cuando me pongo en pie de nuevo, me sigue hacia la cocina cuando me dirijo a esta
-No me dejas sola nunca, ¿verdad? -le digo sonriendo, mientras entro a la cocina y retiro el hervidor del fuego, deteniendo el desagradable siseo de este, mientras mi perro se sienta sobre sus cuartos traseros y ladra.
Me detengo delante del frigorífico ignorando los ladridos de Pecas, pues sé que me pide algo, pero ignoro totalmente qué puede ser. Tal vez la Ever que él conozca ya esté acostumbrada a su lenguaje no verbal y a sus costumbres, pero yo aún apenas conozco a mi perro. Me fijo en que hay un calendario sujeto a la superficie de la nevera con un imán con forma de recordadora. Abril de 2024. Ahora entiendo la temperatura, incluso el sol. Ya es primavera... Y yo no estoy en Hogwarts
Hogwarts... ¿Qué sentido tendría ir a Hogwarts? Destrozada por su muerte y embarazada... ¿Para qué iba a volver al castillo? Abril... ¿Por qué he tenido que llegar a Abril y no a Enero? Me he equivocado, me he ido más lejos de lo que querría. Me apoyo en la nevera con mi espalda y miro a mi perro
-¿Y ahora que hago, eh? -le pregunto, como si el pobre animal pudiera ayudarme.
Por toda respuesta, ladea la cabeza hacia la derecha, como preguntándose qué demonios le estaré diciendo. Casi con frenesí, me llevo las manos al pelo, agarrándome este, o más bien, lo que me queda de este, con los dedos, despeinándolo sin que me importe en absoluto porque lo que necesito es tener una gran idea que me ayude a descubrir algo desde este futuro al que he ido sin querer. Y mientras pienso y permanezco de pie en medio de mi cocina percibo el olor de lo que sea que esté cocinándose en esa olla que cuece a fuego lento al lado del hervidor que he retirado hace unos minutos, y a pesar de ser un olor que me habría agradado, siento como mi cuerpo se descompone lentamente y de forma repentina, tanto que la nausea es tan intensa que no me deja otra opción que correr hacia el cuarto de baño tan deprisa como me permite mi mareo y mi inestabilidad y arrodillarme ante el excusado para vomitar lo que fuera que hubiera comido, si es que había comido algo, pues solo consigo vomitar bilis amarga como la mismísima hiel. Me mantengo ahí varios minutos más. Pecas me ha seguido hasta el baño y ahora está sentado junto a mí, con la lengua rosada fuera, mientras jadea. A pesar de mi mal cuerpo y mi mareo, puedo sonreír por la fidelidad de aquél pequeño perro que encontré aquél día. Antes de levantarme, acaricio su cabeza, agradeciéndole su forma de cuidar de mí: estando a mi lado. Delante del lavabo, abro el grifo. No puedo reconocerme en esa imagen, no solo por el pelo tan corto, sino por mi aspecto. Las ojeras profundas, los ojos enrojecidos, hinchados, señales de muchas horas nocturnas en vela y llorando. Abro el grifo, me enjuago y me lavo la cara, y sin secarme el rostro, vuelvo al salón, dejándome caer al sillón, esperando a sentirme un poco mejor y pensar en qué poder hacer
Inspiro. Expiro... Durante varios segundos mantengo los ojos cerrados, esperando a sentirme mejor. Cuando abro los ojos, Pecas está sentado en el sillón, a mi lado. Inevitablemente, río y le acaricio
-Así que en el futuro voy a tener una sombra blanca y negra, ¿no? -murmuro, y miro hacia la mesa.
Sobre esta hay un ejemplar de El Profeta, el cual cojo. Mis ojos van directos a la fecha de este. 18 de abril de 2024. Echo un rápido vistazo a la primera plana. Una foto del Ministro de Magia siendo fotografiado, y con el gesto impertérrito. Bajo la foto, el titular "Continúa el silencio del Ministerio". Estoy dispuesta a seguir leyendo la noticia cuando veo la fotografía de la columna de la noticia de al lado,un rostro que se me antoja familiar,aunque tardo en identificarlo. Algunos segundos más tarde recuerdo ese rostro. Lo vi en la cubierta del libro "Las Sibilas". Bajo la foto, leo el titular de la noticia:
"La famosa escritora alemana Betsabé Von Dekkem aparece muerta en su casa de Praga"
Un escalofrío me recorre la espalda al leer ese escalofriante titular. Continúo leyendo la noticia a la que apenas doy crédito
"La pasada madrugada, encontraron a la famosa escritora alemana sin vida. Al parecer sufrió un accidente mortal al caer por la escalera de caracol cuando bajaba de su torre. Su elfina doméstica ha sido interrogada por funcionarios del ministerio. Algunas fuentes indican que la elfina va a ser procesada, pues no buscó ayuda para su ama ni avisó de su muerte a las autoridades. Los aurores encontraron a la elfina cerca del río, cuando algunos testigos aseguraron que iba a tirarse a este. Aún se desconoce cuando será el funeral por Betsabé Von Deken. R.I.P"
El periódico cae de mis manos hasta mi regazo... ¿Betsabé Von Dekem? ¿Es una casualidad que la autora del libro que me sacó de dudas haya muerto de forma "accidental"? Pero... ¿Por qué? Me llevo una mano al pecho, sintiendo que me falta el aire. ¿Y si la han matado? ¿Alguien que no quisiera que yo supiera lo que soy? De pronto recuerdo que mi madre vestía el rojo cuando la Imago se me presentó el día de la Mascarada, pero parecía tan imposible que fuera Aeterna cuando la vi en ese vagón circense... Mientras mi desesperación crece, veo algo sobre la mesa. Algo que por un momento me hace olvidar que no debo salvar una vida, sino dos... Una sonrisa me ilumina el rostro devastado por la pena y el horror. Unos patucos Extiendo la mano hacia ellos. Son de tela, bordados, colocados en una cestita en medio de papel decorado a tiras.
Junto a ellos hay papel de regalo ya arrugado, de haber desenvuelto este, y una caja vacía. Hay una nota sobre la mesa. La cojo con dedos temblorosos, sonriente, y reconozco la letra de Liesel:
"Espero que te gusten, pequeña. Te quiero. Liesel"
Liesel... en ese momento, Liesel lo ocupa todo en mi memoria: ella lo sabe todo. Todo. Vuelvo a llevarme las manos a la cabeza, sin soltar la nota de mi amiga. Me doy cuenta de que si hubiera hablado con Liesel, si hubiera podido encontrarme con ella en el futuro, todo habría sido muy fácil... Por un momento se me cruza la absurda idea de levantarme e ir corriendo hacia su casa, hablar con ella y pedirle que me cuente todo... Pero entonces me doy cuenta de que es Abril y que mi pequeña Liesel estará en Hogwarts. Un nudo cierra mi garganta y oprime mi pecho... No. No puedo quedarme ahí de brazos cruzados mientras todo se desencadena, mientras me hundo en un futuro en el que él ya está muerto y yo he muerto un poco con él
En ése libro lo decían... Moverse de un futuro a otro es peligroso. Consume mucha energía y supone un gran esfuerzo. Y no se puede ir hacia atrás, solo hacia delante. Cierro los ojos con fuerza, apretando los párpados hasta que estos me duelen, apretando los puños sin soltar la nota...
-Verano... Verano... -repito en voz alta mientras pongo en funcionamiento la maquinaria del tiempo, ésa que ejecuto mentalmente, despacio, con decisión y sin miedo, pero con necesidad y desesperación.
Ya no puedo escuchar el canturreo del pájaro, ni el repiqueteo del martillo... Solo oigo el sonido de los engranajes del tiempo, ese vacío, ese silencio, esa nada que viene de la nada, el todo que surge del todo
Y entonces abro los ojos cuando el huracán cesa y percibo el cambio del tiempo en el aire, en el olor, en el calor... Verano. Un verano cálido que reconozco, pues ya le he visto antes. Estoy en mi cama, de la cual me incorporo rápidamente. No me detengo ni siquiera en en ponerme zapatillas. Descalza y sintiendo que el mareo se apodera de mí, avanzo por el dormitorio, deteniéndome un segundo al estar a punto de desvanecerme, cuando todo a mi alrededor se vuelve tan negro que no puedo ver nada
-No... No por favor... -murmuro, sintiendo la mordedura de mis lágrimas hiriendo mis ojos.
Asiéndome al marco de la puerta, me yergo, luchando como puedo contra esa debilidad que me va venciendo. Arrastro mi cuerpo hacia las escaleras, sintiendo como mis piernas tiemblan, y llevándome una mano al pesado vientre. Sí, es verano. Solo necesito salir de casa, recorrer la distancia que hay de mi casa hasta la casa de Axel Hoffman, llamar a su puerta y pedirle a Liesel que me cuente lo que pasó. Ella me creerá, me lo contará, porque ella lo sabe todo... Bajo las escaleras despacio, con cuidado de no caer, luchando contra mi desesperación, contra mi debilidad... No. No puedo detenerme. Continúo bajando, sujeta a la barandilla. He llegado hasta allí... no puedo irme ahora con las manos vacías. Otra vez no. Salgo de casa sin preocuparme de cerrar la puerta al salir. Avanzo por la calle, sobre la que está amaneciendo. Tengo que pararme un instante, cuando me tambaleo, incapaz de mantenerme en pie. Lo intento, luchando con todas mis fuerzas, pero finalmente mis rodillas se doblan y caigo al suelo, hiriéndome en estas con el pavimento, puesto que solo llevo el camisón. Algunas gotas de sangre caen al suelo. Me limpio con el dorse de la mano, mientras hago acopio de todas mis fuerzas para volver a ponerme en pie. Avanzo. La calle se desdibuja ante mí, pero no lo suficiente para detenerme... Tengo que llegar, seguir... Pero en ese momento sé que no puedo seguir. Que ya no puedo mantenerme en el futuro más tiempo, que mi cuerpo presente me reclama, me llama, me exige volver... Poco a poco me dejo caer en el suelo de rodillas de nuevo, cuando me doy cuenta que voy a caerme de nuevo...
No puedo hacerle daño a ella, a quien desde dentro de mí, reclama mi atención, llamándome al golpear el interior de mi cuerpo con fuerza, con energía... Me tumbo en el suelo, en medio de la carretera de aquella calle sobre la que poco a poco se derrama un amanecer futuro del que yo me escapo lentamente, mientras el sabor a la sangre, y el sonido de un pájaro se pierden para siempre en el tiempo, alejándose del futuro del que me voy hasta perderme en un silencio que me atrapa y del que ya no puedo huir
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