jueves, 26 de diciembre de 2013

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Y morirme antes que tú

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Tiempo... ¿Dónde estás, que estás en todas partes? Respiras en todos y en todos vives. Nadie vive sino te tiene, y quien te tiene no te valora como debería. Nadie sabe cuanta falta le hace el tiempo hasta que no le falta tiempo. Tras cenar en el Gran Comedor y fumar un cigarrillo en los jardines, regreso a mi Sala Común. No me detengo en quedarme allí, solo me paro para recoger mis libros y mi bandolera, los que he dejado en el sillón, y con ellos me dirijo hacia mi dormitorio. Allí, dejo mis cosas y voy hasta el cuarto de baño, internándome en uno de ellos. Al salir, voy hasta los lavabos y me lavo las manos mientras me miro al espejo, dejando un suspiro en el aire que alcanza la superficie del vidrio, empañándolo brevemente.

Tras lavar mis manos y mojar mi cara con agua fría, salgo del baño y me dirijo hacia el dormitorio. Arrastro mis pasos por el suelo de de piedra de la misma manera que arrastro el cansancio de aquellos esfuerzos que poco a poco van haciendo mella en mi alma. Pero no me importa. Ni el cansancio, ni el peligro. Hoy tengo decidido que volveré a ese enero del próximo año para el que solo quedan 12 días, y que se escapó de mí la ultima vez que intenté alcanzarlo. Me cambio de ropa, aprovechando que estoy a solas y me meto en la cama sin tumbarme en esta. Acomodo a mi espalda los cojines sobre el cabecero, usando este como respaldo, y me tapo hasta la cintura.


Suspiro largamente mientras apago la luz. Podría tumbarme, pero por alguna razón que es más fuerte que yo y que sabe más de lo que yo puedo llegar a imaginarme, si lo hago, sentiré que me asfixio. Por eso me mantengo sentada y con la espalda recta, tapada hasta la cintura y respaldada en los cojines del cabecero. Con los ojos cerrados fuertemente, evoco recuerdos, olores, instantes, pequeños detalles atados el uno al otro formando un rosario de recuerdos inolvidables. Momentos que me ayudan a relajarme mientras que el frío ambiente del dormitorio me envuelve con un abrazo que me eriza el vello de la piel. Después, repito esa rutina que ya es mía, esa forma de viajar más lejos de lo que no puede viajar nadie, y sin moverme del lugar en el que estoy. Tomando aire profundamente, visualizo ese reloj mientras que pienso en "Enero de 2024", esa fecha a la que quiero llegar, sin irme más lejos ni quedarme antes... Enfrentarme a esa verdad que temo para convertirlo en lo que no llegó a pasar. Y poco a poco, tras unos minutos de concentración, haciendo que esta vez sea más fácil por el uso de la práctica, me fundo con el tiempo, y me convierto en segundos, y con mi cuerpo hecho de minutos, mi alma formada de horas, y todo mi ser transformado en eternidad, orbito a través del universo y del espacio, alejándome del lugar en el que mi cuerpo queda dormido, casi inerte, vacío porque mi conciencia le ha abandonado. No escucho nada, solo silencio, silencio y más silencio tras el infinito silencio que se abre paso en la oscuridad latente en la que me sumerjo, una oscuridad que me abraza, sosteniéndome en la lejanía de un lugar tan lejano como el tiempo lo haga. Y es así, como después de que todo cambie y todo se transforme, de pronto...

... abro los ojos, encontrándome con una oscuridad suave y acogedora, en un entorno que puedo percibir a través de la claridad que entra por la ventana... Apenas tardo en reconocer el lugar en el que estoy mientras me incorporo en la cama en la que estoy tumbada, haciendo que la sábana resbale hacia abajo. Estoy desnuda, ligeramente sudorosa, con la piel fría y el cabello largo me roza la espalda con ese familiar cosquilleo que siempre hecho de menos en mi futuro. Me cubro con la sábana mientras miro a mi izquierda, encontrándome con que a mi lado está Scorpius, y al verle, una sonrisa ilumina mi rostro, mientras un escalofrío me recorre la espalda... Está aquí. Aún  está aquí...

Sonrío al ver tu hermosa sonrisa iluminando tu rostro y acerco mi rostro a ti nuevamente.
   -¿Cuántas veces te habré dicho lo hermosa que eres sonriendo?

Mi cuerpo sufre de ése mal que siempre lo consume y atrapa cuando me miras de esa manera. Trago con fuerza, sintiendo un  escalofrío, mientras giro hacia ti. Mi mano se posa en tu mejilla    
   -Estás aquí... -digo, con un hilo de voz
   -Pues claro.-Río.- ¿Dónde quieres que esté?-Beso tu frente sonriendo.-


Por fin un futuro en el que tú estás en el mundo. Las lágrimas me arden en los ojos... Es de emoción, hasta que me doy cuenta de que no es que el futuro haya cambiado, que no es que esta vez, ese peligro que te acechaba se haya ido, sino que he llegado a un futuro en el que todavía no ha ocurrido . Mientras siento como esa certeza me para el corazón, te pregunto
   -¿Qué día es hoy?

Frunzo el ceño.
   -27 de diciembre, nena.-Sonrío y acaricio tu mejilla con el dorso de mis dedos.

La aflicción se apodera de mí. Otra vez he vuelto a equivocarme... He llegado antes de tiempo, antes de enero
   -Estoy despistada. No sé ni en qué día vivo... -murmuro, disimulando para que no notes nada raro. Suspiro, mientras la tristeza y la aflicción borran de mi rostro toda sonrisa

Me percato de que poco a poco tu sonrisa se va difuminando de tu rostro. Tu mirada ahora está vacía, triste, ausente...
   -Ever... ¿Qué te pasa?

Me poso en la cama, dejándome caer en esta, hasta hundirme en el calchón. Bajo la sábana, mi piel desnuda roza la tuya,  al abrazarme a ti. Quiero fundirme contigo en este futuro en el que sigues aquí, para que nunca te vayas de este
   -Que me siento tan... -trago saliva- Incapaz de detener el tiempo...

Te rodeo con mis brazos estrechándote entre estos.
   -Nadie puede detener al tiempo aunque creo que hay muchas maneras de hacerlo sin que este se pare... -Sonrío y beso tu suave cabello.

Me estremezco con ese contacto, el roce de tu pecho sudoroso en mis pechos, la cercanía de tu corazón con el mío. Me aprieto muy fuertemente contigo, y susurro
   -Uno solo de tus pestañeos es capaz de detener mi tiempo... Pero no es mi tiempo el que  quiero detener...

Sonrío ante tus hermosas palabras y acaricio tu hermoso cabello con las yemas de mis dedos.
   -¿El tiempo de quien quieres detener entonces?


Echo la cabeza hacia atrás para poder mirarte a los ojos. Te rozo con mi nariz, pues estamos muy cerca el uno del otro. No sé si decírtelo, o si eludir tu pregunta, pero mientras peino entre mis dedos tu pelo sudoroso, sonrío y murmuro
   -El tuyo...

Sonrío y parpadeo acariciando tu frente con mis pestañas.
   -El mío lo detienes cada vez que me miras... 


Trago saliva con fuerza para contener mis lágrimas, pues no quiero que me veas llorar. Disfrazo con una sonrisa ésa emoción punzante y venenosa. "Ojalá fuera tan fácil como eso..." Pienso para mis adentros mientras poso mis dedos en tu suave nuca. Cierro los ojos y respiro hondo. Nada ha cambiado en ocho días. Yo sigo siendo la Ever de siempre y tú sigues aquí. Noto en mi cuerpo que hace muy poco, he sido tuya, y probablemente, yo estuviera durmiendo. Te miro
   -¿Estabas despierto mientras yo dormía? -te pregunto, aventurándome-.

Asiento y trago saliva.
   -Si... Nunca te he dicho lo mucho que me encanta verte dormir...-Sonrío.-


   -Así que me estabas espiando... ¿eh? -sonrío, aún acariciando suavemente tu nuca-. ¿Y que hago cuando duermo? -bromeo- ¿Ronco?


   -Llevo espiándote mucho tiempo...-Sonrío y agarro tus dedos con las yemas de los míos mientras te miro a los ojos.-No...  Pareces un ángel...


   -Un ángel... -susurro, recordando a esa mujer del tren, mi redentora, la Desconocida, y como me llamaba ángel. 
Trago con fuerza y te miro, fondeando el océano gris de tus ojos brillantes. Hay un fuerte olor en la estancia, un olor que percibo familiar, pero que no llego a reconocer, y en el que percibo una nota de ruda. Mi mano se posa en tu mejilla y con mi dedo pulgar,  redibujo la linea de tus labios
   -Y si yo soy un ángel... ¿tú que eres...?

Sonrío y beso la yema de tu dedo.
   -No lo sé... Dímelo tú amor mío. 


   -Lo eres TODO -enfatizo-. Y "Todo" es una palabra demasiado pequeña para ti aunque en ella quepa cualquier cosa menos "nada"


Siento un escalofrío cuando pronuncias esas palabras y sonrío. No puedo responderte por lo que te respondo de la mejor manera que sé hacerlo. Acerco mis labios a los tuyos y los entreabro muy despacio cerrando los ojos.

No hay palabra más hermosa que la que tus labios me dicen en silencio cuando se unen a los míos. El escalofrío me recorre el cuerpo como una corriente eléctrica que se apodera de mí. Me dejo llevar por esa sensación de júbilo que me envuelve, pero sin olvidarme de para qué estoy ahí... Para salvarte. Poco a poco, desuno mis labios de los tuyos. Te miro a los ojos y siento que me falta el aire

Sonrío con tenuidad y te miro.
   -Estás extraña Ever... ¿Aún sigues preocupada por lo de antes? 


Frunzo el ceño. Me quedo callada durante unos segundos, mientras pienso en lo que me dices. ¿Preocupada? ¿Por lo de antes? No puedo adivinar qué ha pasado y a qué se refiere... Trago saliva con fuerza y pregunto
   -¿Debería estarlo?

   -Creo que sí...-Río y beso tu frente.-Yo creo que deberías estarlo... 



Me quedo en silencio. ¿Qué demonios habrá pasado y por qué debería estar preocupada?
   -Pues... No sé... No sé si estoy preocupada -me encojo de hombros.


   -Mejor para ti entonces...-Río nervioso y acaricio tu espalda con las yemas de mis dedos.



   -Y... -enarco una ceja, tanteando la manera de averiguar qué ha pasado- ¿Y tú lo estás?



   -Para que mentirte... Si...-Río nervioso mientras jugueteo con tu cabello.



Me fijo en tus dedos, los que atrapan una de mis ondas con sutileza. Mi pelo, ése cabello que será tuyo, y que dejará de existir cuando tú no existas. Ignoro que será lo que quiera que sea que haya ocurrido, pero te miro a los ojos y me doy cuenta de que solo hay una cosa a la que pueda tener miedo
   -No lo estés... mientras estemos juntos, no habrá nada que pueda vencernos... ¿verdad? 
Susurro, deseando que me digas que sí, que me des la razón, que me ayudes a creerme esas palabras. Cojo tu mano, poniendo mis dedos en los huecos de los tuyos, pues para eso se hicieron

Trago saliva pero tus palabras logran calmarme. En el profundo océano de tu hermosa mirada siento que empiezo a calmarme. Te miro fijamente y sonrío
   -Pues claro que sí... No hay nada que pueda vencer al amor -Sonrío y beso tus labios efímeramente

El roce de tus labios dibuja una sonrisa en los míos bajo estos. Una sonrisa a l que le falta un poco de valor, pero a la que le sobra fe. Sé que este viaje no ha servido de nada. Que me iré de aqui sin haber descubierto nada, pero no puedo irme. Si lo hago, fracasaré... Me muerdo el labio
   -Scor... -digo, con mis manos en tus hombros, aferrándote con fuerza, como si quisiera retenerte siempre ahí, conmigo

   -¿Qué quieres mi niña?-Sonrío sintiendo la prisión de tus manos sobre mis hombros.



   -Que me beses... -susurro, acercando mi rostro al tuyo y cerrando los ojos al hacerlo para esperarte. Sé que pronto me iré, y que me llevaré para siempre el recuerdo de un futuro menos vacío, menos gris, menos doloroso y cruel, porque estuve entre tus brazos

Sonrío sintiendo el escalofrío que siento cada vez que me pides que te bese y cerrando los ojos apoyo mis labios en los tuyos y poco a poco los entreabro muy despacio deleitándome de esa caricia antes que de tu beso.

Tus labios, tu lengua, tu aliento y tu candidez... Esa sensación hace que me estremezca con tanta fuerza que temo convertirme en cristal y quebrarme en pedazos entre tus brazos. El futuro contigo es futuro. Sin ti, es solo dolor

Hundo mi lengua entre tus labios y la uno a la tuya saboreando ese triunfo que saboreo cada vez que te beso, cada vez que te hago mía.


Tu beso fue dulce ayer, es dulce hoy, y será dulce mañana... Estarás en mi mundo hasta que te vayas, llenándolo de luz. Las  lágrimas me amenazan, y al apartarme de tus labios lo suficiente para poder hablarte, susurro contra estos
   -¿Sabes que quiero?

Niego rozando mis labios con los tuyos al hacerlo mientras en mis labios mantengo mi sonrisa



   -Estar contigo toda la vida, ser feliz para siempre, y morirme antes que tú... -murmuro mirándote a los ojos, mientras siento como mi cuerpo empieza a dejar de ser mío. Mis fuerzas me fallan. Mi mente empieza a desdibujarse. Mi vista se nubla

Si mueres antes que yo me matarás... -Sonrío.-Eso no me lo puedes pedir...-Jugueteo con tu cabello.


   -Pues te lo pido... Prefiero matarte muriéndome a qué me mates tú al morir... -susurro. 
Mi voz pesa, pesa tanto que apenas puedo hacerla volar lejos de mi garganta. Lucho por mantener los ojos abiertos mientras me aferro a ti y noto la cálida sangre deslizándose sobre mi labio superior

Me percato de que un pequeño reguero de sangre fluye de tu nariz.
   -Ever... Estás sangrando.-Digo asustado.


Sonrío con tristeza. Tengo que irme... Tengo que irme del único futuro en el que estabas tú. Vuelvo a besarte con suavidad mientras noto como el sueño me va venciendo
   -Te quiero... Nunca te olvides de eso... -logro decir, con un hilo de voz

Siento un escalofrío cuando dices eso, un escalofrío que me hace sentir que el temor que llevaba mucho tiempo siguiendo es real y que hoy te vas de mi lado... El pequeño reguero de tu nariz me hace cerciorarme de que era cierto lo que pensaba sobre tu enfermedad. Hoy te pierdo y para siempre...

El miedo y el dolor que dejo en ti me duelen más que mi propio miedo y mi propio dolor. Oigo mi nombre en tus labios, ese nombre que empecé a amar cuando todavía no sabía decirlo porque me lo dio mi padre, y que aún amé más cuando lo escuché de  tus labios. "Nunca". Nunca voy a rendirme y te salvaré de este futuro al que tu te acercas, y del que yo me alejo, y dejo de sentir tus brazos rodeándome, el olor fuerte a ruda, el entorno frío pero acogedor de ése lugar del que el tiempo me arranca y...

... al abrir los ojos estoy a ciegas en un mundo que no entiendo porque carece de tiempo y de vida. Noto en mis labios el sabor a la sangre y en mi pecho el vacío. No tengo aire en mis pulmones y abro los labios tomándolo con fuerza haciendo el sonido de un recién llegado al mundo en el que no sabe respirar. Me incorporo hacia delante, buscando oxígeno que tardo en encontrar.

Todo a mi alrededor da vueltas. Mi vista se nubla hasta que todo se queda a oscuras. Levanto las rodillas para encogerme en la cama y apoyo en estas mi frente para tratar de recuperar el norte que he perdido.

Poco a poco, el mareo cesa, al menos, lo suficiente para permitirme erguirme un poco y extender la mano hacia la mesilla. Enciendo la luz. Todo a mi alrededor da vueltas, oscila sobre una gravedad difusa... como si mi cama fuera un péndulo en el que yo me encuentro. Abro el cajón y cojo un pañuelo con el que me seco la sangre que brota de mi nariz. Sé que es normal, que sangrar es algo que les pasa a todas las sibilas cuando viajan en el tiempo. Pero cada vez estoy más débil, cada vez tengo menos fuerzas para seguir. Me apoyo en el respaldo de la cama mientras respiro lentamente...

Una sonrisa surca mi rostro... Me he ido a un futuro en el que todavía seguía aquí, y aún conservo en mi cuerpo la sensación del haber sido suya, aunque no haya sido en este tiempo. Recuerdo sus palabras, esas palabras sobre la preocupación, ese pequeño enigma que sigue preocupándome... Pero que no puede preocuparme más que lo que ya se... Tal vez, en ése futuro del que acabo de huir, a él solo le queden cuatro días de vida... Y esa posibilidad hace que estalle en lágrimas mientras que sostengo el pañuelo contra mi nariz, que aún sangra, antes de que la debilidad y el miedo me lleven de la mano hacia un encuentro más con Morfeo.


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