Cassiopea
Posted in Ever Dawson, Roles, Scorpius Malfoy
Sentada en la sala de espera de la consulta de aquél ginecólogo de Plymouth junto a Scor, el cuál me ha traído en su coche, miro hacia el enorme acuario lleno de peces multicolores que hay enfrente.
-No sabía que hubiera peces de tantos colores...
-Ni yo...-Aprieto tu mano bajo la mía, y acaricio el dorso de tu mano con mi pulgar.- Pero debe de haber cientos...
Nunca había visto un acuario tan bonito ni tan grande. Hasta tiene un barco hundido y una ciudad en ruinas, como una Atlantia en miniatura.
-¿Ever Dawson? -oigo a mi izquierda.
Una enfermera rubia y de apariencia inocente, sosteniendo un portafolios me llama desde la puerta. Me pongo tensa y miro a Scor.
Tomo aire.
-Vamos...-Me pongo de pie y tiro suavemente de tu mano.
Me levanto del rígido asiento, reconfortada por tu apoyo. La enfermera se hace a un lado y entramos. Hay una camilla con reposaderas a cada lado para las piernas que me recuerda a un potro de tortura que me pone los pelos de punta. Miro a Scor mientras la enfermera cierra la puerta y me entrega una prenda azul doblada con pulcritud.
-Quitese la ropa y póngase esto.
Me dice, y señala la camilla mientras coge una cortina para echarla-. Usted -le dice a Scor
-Siéntese ahí -señala la mesa vacía en la que hay dos sillas tapizadas de rojo, delante de otra al otro lado de la mesa. Yo cojo la prenda que me da
Nervioso, me siento en el lugar que me ofrecen, mientras murmuro.
-Gracias...
Cuando la enfermera echa la cortina y divide la sala en dos dejándome a solas junto a esa camilla, siento miedo. Me quito las botas, los calcetines, los tejanos, el jersey, y la ropa interior. Me pongo el camisón, azul, el cual se me antoja áspero. La enfermera me pregunta si ya estoy lista y entra, ayudándome a colocarme en la camilla, en la que me coloca con las piernas separadas y utilizando una sábana para cubrirme desde estas hasta la cintura
Trago saliva y chasco los dedos de mis manos, mientras fijo mi mirada en el suelo.
Miro a la luz blanca del techo y tomo aire para relajarme. La atenta enfermera me habla con el animo de calmar mis nervios e insiste en que me relaje. Al poco, un médico alto, pelo cano y gafas, entra.
-Señorita Dawson, encantado de conocerla -me tiende la mano y yo se la estrecho tan nerviosa que ni sé que decirle.
Me pregunta si estoy nerviosa y le digo que es la primera vez que vengo a un sitio así. Dice algunas palabras tranquilizadoras pero ninguna funciona, sobre todo cuando veo que se pone delante de mi, y se pone unos guantes. Puedo oír hasta mi corazón en la garganta cuando me levanta esa sábana y yo cierro los ojos con fuerza deseando que me trague la tierra. El médico, me dice.
-Relájese.
Escucho al ginecólogo decir "Relájese", y siento que un calor extremo recorre todo mi cuerpo. Trato de centrarme en la luz de los focos, que se refleja en el suelo de la sala. Respiro profundamente.
Si. Como si fuera tan fácil. Es curioso que cuando un médico nos pide que nos relajemos, hagamos justo lo contrario. Yo me pongo tan tensa que lo único que consigo es percibir un intenso dolor. Mientras me hace la exploración me presiona con la otra mano el bajo vientre, y yo, muerta de la vergüenza, aprieto los ojos y los puños, la mandíbula y todo lo que me sea posible, deseando que ese mal trago pase lo más rápido posible.
Escucho silencio, y al darme cuenta de lo que el médico está haciendo, aprieto la mandíbula y contengo la respiración.
Pienso en Scor, en lo mal que debe estar pasandolo al otro lado de la cortina.
-Bien... -dice el médico mientras se quita los guantes y se pone otros-. Ahora siéntese y bájese la parte de arriba del camisón. -Me pide-
¿El qué...? Pienso para mis adentros, conteniendo la respiración para no entrar tras esa cortina.
Avergonzada como nunca lo había estado, obedezco dejando las piernas colgar a un lado de la alta camilla. Me bajo el camisón hasta la cintura, encogiendo los hombros como si así pudiera proteger mi indefenso torso desnudo. Miro hacia otra parte mientras el médico me explora los senos y los pezones, haciéndome un daño horrible
Oculto mi rostro entre mis manos, tratando de serenarme, pues tanto silencio, altera mis nervios.
-Bien -dice el médico cuando por fin acaba-. Ya puede ponerse su ropa -Concluye y sale de allí, dirigiéndose, supongo a la mesa en la que está Scor. Bajo de la camilla con la ayuda de la enfermera, y empiezo a vestirme
El médico sale de allí, y me sonríe amablemente, mientras se quita los guantes. Me observo ya más relajado, mientras éste toma asiento en su respectiva silla y acerca sus manos hasta unos papeles tal vez solo por ordenarlos. Miro hacia la cortina, deseando que salga Ever.
Cuando salgo de allí, roja como una bandera de Gryffindor y dolorida por todas partes, camino hasta la mesa y sonrío a Scor para que se sienta un poco más tranquilo. Una vez me siento, le cojo la mano. El médico levanta la mano de sus apuntes y mira a Scor.
-¿Usted es el padre? -le pregunta
-Si, soy el padre...-Fuerzo una sonrisa mientras aprieto la mano de Ever, intentando que sus sonrojadas mejillas, no me recuerden lo que acaba de pasar.
-Bien, voy a hacerles algunas preguntas -dice el médico, y continúa-: en especial a ella. Señorita Dawson, ¿cuándo tuvo su primera regla? -pregunta.
-A los trece años... -respondo y él toma nota.
-¿Cuánto le dura cada menstruación?
Pienso un momento.
-Unos cuatro o cinco días...
Apunta.
-¿Son dolorosas?
Asiento.
-Sí, bastante... -me mira.
-¿Qué solía tomar para el dolor?
Y voy a decir "Poción calmante" cuando reparo en que es muggle.
-No recuerdo el nombre...
Aprieto con suavidad la mano de Ever y fuerzo una sonrisa. Después miro de nuevo al ginecólogo.
El médico sigue haciéndome preguntas sobre que anticonceptivos tomaba, si he estado embarazada antes, si tengo alguna enfermedad importante o las que tuve de pequeña, si fumo, bebo, o tomo drogas, si tengo dolores o manchados... Me pesa, y me dice que he engordado un kilo y medio mas de lo que es normal engordar a las ocho semanas. Después de sentarse de nuevo, nos pregunta.
-¿Alguno de vosotros ha padecido una ETS? -miro a Scor como preguntándole con los ojos que es eso
-¿EH? ¿Una qué?-Frunzo el ceño y miro a Ever, que parece tan extrañada como yo. Miro de nuevo al médico.
El médico nos mira como si fuéramos dos ignorantes. Sonríe.
-Enfermedades de Transmisión Sexual -dice. Niego con la cabeza-. No.
-Ah no, no, yo tampoco...-Dijo sintiendo que me arden las mejillas por la forma en la que el ginecólogo nos mira.
-Bien -dice y anota-. ¿Es posible que sepan la fecha exacta de la concepción o...?
Le interrumpo.
-El 27 de diciembre.-Sonrío.
El médico me pregunta si estoy segura y asevero que si. Coge una especie de tabla y tras hacer unas cuentas dice.
-La FPP es el 18 de septiembre, la fecha en que usted saldrá de cuentas. Todo está en orden de momento, señorita Dawson, debería cuidar más su dieta, aunque lo normal es engordar de 9 a 14 kilos durante el embarazo, lo mejor será que no engorde más de diez -se levanta- Vengan conmigo, que vamos a hacerle la ecografía...
En ese momento, miro a Scor y sonrío, pensando en que la va a ver, y me levanto sin soltar su mano
-¿Una ecografía?
Le pregunto a Ever con una sonrisa, ilusionado por pensar en que esa será la primera vez que vea a mi hija.
Yo asiento.
-Ya verás... -le digo y voy hacia la camilla en la que el medico me indica.
Me tumbo,recostada, y la enfermera me sube el jersey y me baja un poco el pantalón. El médico me aplica un gel transparente y helado, mientras que desliza un aparato por esta. En el momento en que enciende un monitor, yo miro a este, cogiendo con fuerza tu mano y sonriendo espero a verla, nerviosa.
Aprieto tu mano sonriendo y miro hacia el monitor. Al encenderse solo acierto a ver manchas difusas, y muevo la cabeza la cabeza hacia los lados, como si así pudiera ver algo.
No distingo nada. El médico mira al monitor moviendo el aparato por mi abdomen.
-Miren... Aquí está -Dice. Señala una forma que empiezo a diferenciar mientras una sonrisa me llena los ojos de lágrimas.
Miro hacia donde el médico me indica, y siento una extraña sensación que hace que me emocione. Una pequeña silueta humana casi imperceptible, que se convierte en lo más grande que he visto nunca.
-¿Lo ven? -me dice el médico y yo asiento emocionada.
Vuelvo el rostro para mirarte mientras las lágrimas me ruedan por las mejillas. En voz muy baja, para que el médico no me oiga, susurro.
-Nuestra hija...
Asiento y me muerdo el labio inferior para evitar llorar delante del médico. La veo... Es lo más mío que he visto nunca, el ser diminuto más grande que mis ojos han podido ver. Estás aquí, muy cerca de mí, pero yo te siento muy lejos.
Vuelvo a mirar al monitor. La veo tan diminuta e indefensa que siento como si pudiera dañarla con cualquier cosa.
-Todo está en orden y perfecto
Siento un profundo alivio, aunque estaba segura de que era así. Te miro de nuevo y me alzo un poco para besarte la mejilla.
-¿A que es preciosa? -pregunto, aunque ella solo sea una mancha borrosa en un monitor
Te miro y sonrío.
-Es lo más bonito que he visto nunca...-Susurro cerca de tus labios y miro de nuevo al monitor.
Sonrío por tus palabras. Soy tan feliz viéndola que cuando el médico apaga el monitor, me siento tan vacía.
Después de algunas recomendaciones y de recetarme algo llamado ácido fólico, el médico nos despide y me cita para dentro de un mes. Al cabo de unos minutos, los dos salimos de la consulta en dirección al lugar en el que has aparcado tu coche. En mi mente se repite una y otra vez una fecha: 18 de septiembre. Te miro.
-¿Ya estás menos nervioso?
Asiento.
-Si, mucho más... Aunque ahora siento un gran vacío...-Sonrío y beso tu mejilla.
Sonrío por lo que me dices y por el cálido beso que me regalas.
-Yo también...
Aprieto tu mano.
-Que bonita que es...-Murmuro aún emocionado.
Sonrío por lo que dices
-Bueno... yo la he visto un poco gris... -río-. Si la hubieras visto como yo la vi...
Te miro y humedezco mis labios.
-¿Cómo... Cómo es...?
Te miro con los ojo llenos de felicidad.
-Se va a parecer mucho a ti. Y será preciosa -me detengo cuando llegamos al coche
-¿Si? Vaya... Me hubiera gustado que se pareciera a ti...-Sonrío y abro la puerta del coche para que entres.
-Bueno... Algo tenía de mí... -Me meto en el coche y espero a que tu entres mientras me pongo el cinturón
Entro en el coche y una vez sentado y ya con el cinturón puesto, te miro
-¿Preparada?
-Ya sabes que mientras estés tú, siempre lo estoy -sonrío, y me quito la bufanda porque dentro del coche, hace mucho calor
Sonrío por tus dulces palabras y pulso el botón de invisibilidad, para que el coche no sea visto por los muggles, cuando el coche comience su vuelo.
El coche se eleva mientras yo disfruto del viaje, escuchando música y adormecida por el suave balanceo del vehículo al avanzar casi al ras de las nubes.
Al cabo de un tiempo que no soy capaz de discernir, el coche aterriza en la calle Violet, aquella calle paralela a la de nuestra futura casa. Juntos vamos hasta la casa que otrora fuera de Bathilda Bagshot, la cuál ya hemos hecho nuestra. Una vez allí, subimos a la habitación, y me quito el abrigo y la bufanda, que dejo sobre una silla junto al bolso
-Voy al baño, ahora vuelvo... -te digo y beso tu mejilla antes de salir de la habitación
Asiento y dejo la cazadora sobre la cama, tras quitármela. Me siento en el filo de ésta, para esperarte.
El cuarto de baño de la segunda planta es amplio. El suelo de mármol debía ser muy caro, porque le faltan trozos, como si algún maleante se hubiera llevado trozos tras roperlo a pedazos. Hay una bañera de porcelana que me ocupé de limpiar el día que limpié el cuarto. Vuelvo al dormitorio, en el que tú me esperas.
-¿Te gustaría darte un baño conmigo...? -pregunto
Noto que se me encienden las mejillas y te miro con una sonrisa.
-Claro, ¿cómo no?-Me pongo de pie y camino hasta ti.
Sonrío y cojo tu mano
-Conseguí que funcionara la caldera. Estaba un poco sucia y vieja... Hace ruidos raros a veces pero funciona... -tiro de ti hacia el baño.
-¿Ruidos raros una caldera?-Hago un gesto.-Que miedo...-Digo guiado por tus pasos.
-¿Miedo? -sonrío mientras entramos al baño.
El ambiente es frío. Me acuclillo sobre la bañera y abro el grifo. El agua tarda un poco en salir limpia y caliente, pero cuando lo hace, pongo el tapón de porcelana y añado un poco de jabón del que traje el otro día. Mientras se llena, me quito las botas sentada al filo de esta.
-¿Por qué va a dar miedo?
-¿Y si explota?
Digo mientras me quito la sudadera, al mismo tiempo que con ayuda del pie izquierdo, me quito la zapatilla derecha.
-La caldera, digo...
Sonrío por lo que dices mientras me pongo de pie y me quito el jersey.
-Suponía que te referías a eso ¿Que iba a explotar si no?
Me alzo de hombros y río.
-¿Y yo qué sé?-Me desabrocho el pantalón para bajármelo.
Me fijo en como te desvistes mientras que yo hago lo mismo. Me bajo los pantalones y los aparto con una patada
-¿Nosotros?
-Por ejemplo...-Bromeo guiñándote un ojo y me deshago de mis calcetines.
Elevo una ceja en un gesto pícaro mientras me llevo las manos a mis espaldas y desabrocho mi sujetador, quitándomelo y dejándolo caer al suelo despues.
-Pues por ejemplo...
Carraspeo, y sonrío después. Me acerco hasta la bañera, aún con la ropa interior puesta
Sonrío por tu gesto y me quito la única prenda que aparto de mis tobillos con un movimiento del pie. Después, me meto en la bañera sin darte en la espalda, sintiendo el agua tibia lamiendo mi piel, y el cosquilleo de la espuma en esta
-No seas mala...-Murmuro y me muerdo el labio inferior. Me deshago de mi ropa interior con avidez, y me meto en la bañera. Es absurdo, pero he sentido vergüenza, tal vez sea porque nunca me he desnudado frente a ti, solo para darnos un baño.
Una vez te has metido en la bañera, giro para darte la espalda y separo ligeramente tus piernas para acomodarme entre estas y recostarme en tu pecho, como si este fuera un reconfortante lecho, Sentir tu desnudez contra la mía, tu piel a través del agua, me parece una experiencia tan agradable que siento que floto en una nube. Vuelvo el rostro para poder ver el tuyo. Eres tan hermoso que a veces, hasta siento vergüenza.
Te miro y sonrío, mientras mi mano acaricia tu brazo mojado por el beso del agua.
-Estás preciosa... -Murmuro.
Tus ojos brillantes parecen sondas atravesando los míos, alcanzando mi alma con una dolorosa pero tierna punzada.
-¿Y me lo dices tú?
Asiento y busco tu mano bajo el agua, rozando la palma de la tuya con las yemas de mis dedos, hasta entrelazarlos con los míos.
-Si... Te lo digo yo...
Aquella caricia de agua me envuelve con una inusitada ternura. Ternura es todo lo que siento ahora. Estoy desnuda, sintiendo en mis riñones la parte de tu cuerpo que tanto deseo, pero solo puedo sentir ternura y una paz que nunca antes he sentido. mientras uno mis dedos a los tuyos entreabro los labios para dejar un respiro salir de estos.
-Siento tu corazón latir en mi espalda y... ¿sabes qué?
Niego y te sonrío. Este es un momento único, perfecto...
Bajo el agua, llevo tu mano a mi pecho, colocándola entre mis senos
-Late a la vez que el mío...
Mi mano se posa con delicadeza sobre tu pecho, ese pecho en el que siento que vivo y respiro, ese pecho que se ha convertido en el centro de mi mundo, porque bajo él, late tu corazón y por lo tanto el mío.
-Será la magia del amor...
-Será... -susurro, conteniendo la respiración porque en este momento, hasta el aire me sobra. Cierro un momento los ojos, y dejo que una sonrisa me invada
Sonrío mientras beso tu suave cabello, ese cabello que me hace cosquillas en los labios.
Tu corazón besando mi espalda con cada latido, el mío acariciando tu mano en mi pecho, el agua que nos bautiza y la espuma que cubre nuestra desnudez... No puedo pedirle más a ese momento, pero entonces pienso en nuestra hija, en que a partir del 18 de septiembre, ella también estará en un momento similar a este de nuestro futuro
-Scor...
Acaricio tus dedos como si estos fueran un tesoro, y es que todo en ti, se me antoja un tesoro.
-Dime...
-Has... -Hace mucho que quiero hacerle esa pregunta, pero siempre me da miedo saber la respuesta-. ¿Has pensado en algún nombre para nuestra niña...?
Te miro a los ojos, esos ojos que parecen experimentar miedo, confusión, sabiduría, alegría, dulzura, paz, calma, dolor, felicidad... En tus ojos veo todas las sensaciones del mundo porque veo el mundo en tu mirada... Acaricio tu suave cabello, con mi mano mojada, y sonrío. Al verla allí, en ese monitor, se me ha ocurrido un nombre, no sé si hermoso o no, pero se me antoja perfecto por su significado.
-Si...-Murmuro.
-¿Sí? -pregunto, sorprendida.
Me humedezco los labios. No sé si será el mismo que va a tener y en el fondo dudo que lo sea, porque cuando yo le puse ese nombre, tú ya no existías. Pero sea cuál sea, llevará el nombre que tú decidas: esta vez si podrás elegir su nombre
-Y... ¿cuál es? -titubeo, porque aunque me apene que Cass pueda dejar de ser Cass, quiero que nombres a la criatura cuyo nombre no te dejó pronunciar el Tiempo
Esbozo una sonrisa sintiendo mi mirada velada por la emoción que la empaña.
-Cassiopea...
Cuando dices ese nombre, siento una sensación extraña. Recuerdo la constelación que me regalaste porque querías prender el universo a mi pecho, y que yo misma me hice llamar "Lady Cassiopea" aquella noche en la Casa de los Gritos. También recuerdo las veces que mi padre me hablaba de esa estrella inmortal que vivía llevando 300 años muerta... Pero lo que tardo en darme cuenta es de que Cass, es el diminutivo de Cassiopea. Sonrío porque una felicidad inmensa me llena el pecho
-Cass...
Al ver tu sonrisa, me doy cuenta de que te ha gustado el nombre.
-¿Cass?-Murmuro sin borrar la sonrisa de mis labios.
-Cass... -sonrío, emocionada.
Pienso en que tal vez, en medio de mi dolorosa desolación, recordé que quisiste poner el universo en mi pecho y elegí ese nombre inmortal para la luz inmortal que me dejaste cuando te fuiste.
-Siempre ha sido Cass...
-¿Siempre? -Acaricio tu mejilla con las húmedas yemas de mis dedos, mientras te sonrío.
-Siempre... -murmuro, conteniendo como puedo las lágrimas para que solo mi sonrisa viva en mi rostro-. Cuando tú no estabas en mi futuro, ella se llamaba Cass... Y ahora entiendo que era Cass porque era Cassiopea... Y hasta ahora no me he dado cuenta de que ese era su nombre...
Siento un escalofrío cuando me hablas de nuestra estrella inmortal
-¿La llamábais Cass?-Pregunto con una sonrisa.
Asiento, recordando el día que la vi en ese sillón, en ésa misma casa, cuando la pedí que me escribiera su nombre en ese dibujo en el que faltabas tú.
-Creo que la llamé así porque tú me dejaste una señal... -llevo tu mano hasta mi colgante, silencioso y frío sobre mi pecho, un poco más arriba del lugar en el que la tenías posada
Rodeo el colgante con mis dedos.
-Eres la madre de una estrella inmortal...-Susurro con una sonrisa.
Tus palabras llenan mis ojos de lágrimas. Lágrimas de emoción, de ternura, de amor, de tantas cosas que no puedo creerme que puedan caber en algo tan mundano e irrisorio como una gota salada que resbala por mi rostro. Giro sobre mi misma y me siento sobre ti a horcajadas para poder abrazarte con toda la fuerza que me permiten mis brazos y mi alma.
Te rodeo con mis brazos, estrechándote fuertemente contra mí, envolviéndote en un abrazo dulce, tal vez el más dulce que te he dado nunca, porque siento que en ese abrazo, abrazo a dos estrellas al mismo tiempo.
Las lágrimas ruedan por mis mejillas. Ahora que sé que estarás aquí cuando demos a nuestra hija el nombre de una estrella, no sé a quién ni cómo darle las gracias por permitirme esa gloria, la de tenerte. Aprieto mi cuerpo mojado contra el tuyo hasta que tu latido y el mío se fusionan en solo uno
-¿Puedo pedirte algo?
-Todo lo que quieras...
Susurro sin desprenderme de tu cuerpo, de ese cuerpo que ni siquiera me desprendo cuando estamos separados.
Me aparto un poco de ti para mirarte a los ojos, esos ojos grises, en los que puedo ver todas las eras de mi mundo y del tuyo.
-Cuando nazca... Quiero que seas tú quien la traiga al mundo
En ese momento siento una corriente de distintas emociones, alegría, miedo, duda... Todo un sin fin de emociones que convergen en una sola. Traerla al mundo con mis propias manos, volver a crearla pero esta vez estando ya creada, traerla al mundo desde el mundo de tu vientre, sentirla frágil y temblorosa en mis manos, cuando aún esté envuelta en tu sangre y vida. Sonrío muy emocionado.
-No sé si estoy preparado para traer una estrella al mundo...
Tus palabras erizan el vello de mi piel, como todas las que nacen de tus labios. No puedo evitar que otra lágrima caiga al abismo que hay tras mis ojos.
-Tu diste luz a esa estrella, tu la encendiste en mi universo...
-Pero no sé si soy quien como para robar una estrella de su cielo...-Sonrío dulcemente y acaricio tu espalda, algo fría bajo el agua.
-Si tú no eres quien... ¿Quién podrá serlo?
Pongo mis manos mojadas en tu rostro y lo dibujo línea a línea con mis pulgares, ávidos y sedientos del dulce tacto de tu piel.
-Solo tú eres digno de robarle esa estrella a mi cielo...
-Entonces será lo mejor que pueda llegar a robar... La más grande estrella del firmamento...
Sonrío dulcemente, sintiendo en mi rostro tus manos mojadas.
Acerco mi rostro al tuyo y detengo mis labios sobre los tuyos, cerrando los ojos y respirándote con dedicación, tomándome todo el tiempo que necesito para admirarte
-Serás un Ladrón de Estrellas...
Y seré envidiado por todo el firmamento, por robarle la más brillante de todas ellas...
-Sonrío contra tus labios y los entreabro muy despacio mientras cierro los ojos.
Acaricio lentamente tus labios con mi lengua, saboreándolos mientras la adentro lentamente en el infierno de tu boca, que al mismo tiempo que un averno lleno de llamas ardientes, es un paraíso que me ofrece la más inmensa paz
Enredo mi lengua a la tuya, sintiendo un sutil escalofrío, mientras siento que me bebo tu aliento, porque necesito vivir de ti
Aquél abrazo en el que nos unimos como si fuéramos una sola persona, sobrecoge mi alma. Estoy desnuda sobre ti en aquella bañera de una casa abandonada, y ahora es cuando empiezo a sentir algo más que ternura. Me desuno suavemente de tus dulces labios para mirarte. El agua se está quedando fría y no puedo disimular un ligero temblor en los labios
-¿Tienes frío?-Pregunto aún con el sabor a ti en mis labios.
Bajo mis manos de tu rostro a tu cuello y las dejo descansar en la perfecta curva en la que empiezan tus hombros
-¿Y tú?
Contigo me es imposible tener frío...-Sonrío con tenuidad y beso tu mejilla.
-Pero si tienes frío, es mejor que salgamos...
Asiento con la cabeza, bajándome de tus caderas para dejar que te levantes, y abrazándome a mis rodillas para evitar tiritar esperando a que vayas a por una toalla para abrigarme
Salgo de la bañera dándote la espalda y camino por el cuarto de baño. Cojo una toalla, y la ato a mi cintura, después cojo otra y voy con ella hasta ti.
-Toma, nena...
Te he seguido con mi mirada, brillando por el agua que te resbalaba por la piel hasta que decidiste que no podía seguir disfrutando de toda ese perfección al ponerte la toalla. Cuando vienes me pongo de pie y espero a que me envuelvas
Siento un sutil escalofrío al ver tu hermosa desnudez, aún más hermosa al ser acariciada por el agua. Paso la toalla tras tu espalda, bajo tus axilas, para envolverte con ella, con sumo cuidado.
Me apoyo en tus hombros para salir de la bañera, sonriendo de pura felicidad, sintiéndome así de protegida por tus brazos
Te elevo levemente para ayudarte a salir de la bañera y te sonrío, besando después tu mejilla.
-¿Ya tienes menos frío?
Con mis manos sobre tus hombros, acerco mis labios a los tuyos para dejar un beso, esta vez menos casto y tierno, para dejar paso a una incipiente pasión. Cuando me aparto, susurro
-Quiero que seas tú quien me lo quite...
-Entonces te quitaré todo menos la vida...-Murmuro contra tus labios, antes de atarme a ellos.
Me uno a tus labios con pasión, con amor, con ternura... Voy a decirte que ya no puedes quitarme la vida, pues hace mucho que me la quitaste, pero prefiero dejar que esa certeza se manifieste en mis labios, a través de ese beso en el que te cedo también mi alma. Una noche más, comienza donde termina un día. Y en este firmamento tuyo y mío, tan nuestro, la luz eterna de la inmortal Cassiopea, brilla por encima de todo
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