lunes, 17 de febrero de 2014

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Frío sin Ti

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 Lentamente poso mis labios en los tuyos,  pues antes de besarte, quiero respirar tu beso, saber lo que se siente al besarte no solo con los labios, si no también con mi alma. Mi mano izquierda, ávida en acariciar tu piel, se posa sobre tu suave nuca, sintiendo el hacerlo el cosquilleo de tu sedoso cabello, abrazando mis dedos. Me bebo tu aliento, cuando entreabres tus labios, cálidos, ardientes, que casi parecen manar humo. Beso tu aliento cuando mis labios besan los tuyos, y mi lengua se adentra en tu boca antes incluso de que yo le dé permiso para hacerlo, tiene tanta sed de tu lengua, que hasta parece tener voluntad propia cuando se trata de besarte. Lentamente, bajo mis manos hasta el bajo de tu jersey, saboreando en las yemas de mis dedos, el sabor de tu piel bajo la lana que la cubre. Tiro suavemente de tu ropa, hacia arriba, mientras siento como apartas tus dedos de mi nuca, para alzar los brazos, y que me sea más fácil deshacerme de tu ropa. Te miro a los ojos, pues quiero hacerte el amor también con la mirada, naufragar en el ardiente mar de tus pensamientos, gozar en ellos, derretir mi placer en el placer que deseas derretir. Casi adivino tus pensamientos al mirarte a los ojos, al sentir el ardor que desprenden tus carnosos labios aún sobre los míos. Apoyo mis manos en ambos lados de tu cuerpo y lo recorro muy despacio, tan despacio que las líneas de mis palmas, se convierten en las líneas que se acuestan sobre tu cuerpo. Llevo mis labios a tu cuello, saboreando la lujuria que desprende tu piel mientras siento tus manos enredadas a mi cabello, tirando suavemente de él, al mismo tiempo que dejas escapar un sensual gemido que me hace estremecer. Mi mano izquierda, se posa con delicadeza sobre tu pecho derecho, inflamado, dolorido, ardiente, pero siempre excitante...
Aprieto muy suavemente, controlando mis instintos para evitar hacerte daño. Gimes contra mi oído izquierdo y eso me excita aún más, por eso, mis labios descienden por tu cuello y clavícula, hasta posarse con sutileza sobre tu pezón. Lo rodeo solo con los labios, regocijándome en su peculiar tacto, y cuando escucho tu quejido de placer, lo acaricio con la punta de mi lengua haciendo círculos sobre él, mientras mi mano se posa en el cierre de tu pantalón. Desabotono el botón de éste y bajo la cremallera muy despacio, mientras me sigo deleitando del sabor de tu seno. Tus gemidos, tu placer hecho voz, tus ligeros temblores de placer... Todo en ti me excita tanto que temo no poder controlarlo, por eso, aparto mis labios de tu seno, y comienzo a desabotonar los botones de mi camisa. Me miras aún jadeando, con la mirada naufragando en un mar ardiente, posas tus dedos sobre los míos para apartarlos, y comienzas a desabotonar los botones de mi camisa, mientras me llenas de vida con tus labios, cuando estos, suaves y cálidos, vuelven a poseer los míos. Echo los brazos hacia detrás para que apartes mi camisa... Hasta el suave tacto de mi ropa recorriendo mis brazos, me hace enloquecer... Echo la cabeza hacia detrás cuando siento que tus labios se adueñan de mi cuello... Lo recorres con pasión, placer, dulzura y amor al mismo tiempo, ¿qué es del placer sin amor y del amor sin placer? Tenso mis músculos, enloqueciendo del placer que me causa tus labios en mi cuello, en mi pecho, saboreando y mordiendo con sutileza uno de mis pezones. Te miro con los labios entreabiertos cuando apartas los tuyos de mi piel, y me deshago del cierre de mi pantalón. Mientras lo dejo caer, apoyo mis manos en tu torso y te empujo con suavidad para hacerte caer sobre la cama, la cual cruje estremecida al sentir tu espalda desnuda. Me deshago de mis zapatillas ayudándome de mis pies, y con una suave patada me deshago también de mis pantalones. Tiro lentamente de tus pantalones, te despojo de tus zapatos, y aparto tu ropa por completo...  Me inclino sobre ti y tras agarrar con mis dedos el filo de tu ropa interior, comienzo a deslizarla muy despacio, deleitándome en el contoneo de tus caderas, ayudándome con éste a que te despoje de ellas más fácilmente. Llevo mis labios hasta tu vientre, saboreando su dulce sabor, su perfecto tacto... Hundo la punta de mi lengua en la oquedad de tu ombligo, deslizándola después muy despacio por la perfecta línea que de tener vello, me llevaría hasta el rincón más secreto de tu cuerpo. Agarro tus muslos con mis manos, mientras me deleito del sonido de tus gemidos, cada vez más intensos, y te separo las piernas, para recorrer con mi lengua, el fruto de la pasión cuyo sabor me estremece... Saboreo tu placer, tu lujuria, y hasta la virginidad que un día te arrebaté... Lo recorro muy despacio, mientras siento tus dedos enredándose en mi cabello, tirando suavemente de este, mientras tus muslos se tensan, tus caderas se elevan, tus piernas me oprimen el rostro... Hundo mi lengua en el interior de tu cuerpo, bebiéndome tu lujuria en el mismo momento en el que un torrente de placer, irrumpe en ti. Tiras aún más fuertemente de mis cabellos, y mientras tú gimes ahora con más fuerza, yo siento en mi lengua el dulce latido de tu clímax. Me yergo levemente para poder contemplar tu rostro, en una contorsión de placer perfecto... Hasta teniendo un orgasmo, eres hermosa. Me despojo de mi ropa interior, y siento que tu mirada se clava en mi sexo... Enloquezco y me poso muy suavemente sobre tu cuerpo, te miro a los ojos mientras mis dedos se aferran a las sábanas, al mismo tiempo que me hundo en ti muy lentamente... Gimo al mismo tiempo que tú, y hundo mi lengua en tu boca, entrelazándome a ella con pasión y dulzura al mismo tiempo. Aún siento en mi sexo, el dulce latido de tu orgasmo, y esto me hace enloquecer cuando me muevo en ti muy despacio. Me aferro a las ahora desordenadas sábanas, mientras me muevo en tu interior, saboreando en mi vientre el sudor del tuyo, el cual resbala por el mío haciéndome perder todos los sentidos, pasados, presentes y futuros, existentes y aún por existir. Me deleito del sonido de tus gemidos, de la calidez de tus labios entreabiertos contra los míos, de tu mirada perdida en el placer que te causo con mi cuerpo ahora torturado por la dulce tortura del placer... Tus piernas rodean mi cintura, tus uñas recorren mi espalda... Elevas tus caderas contra las mías tensando tu cuerpo al hacerlo, tus manos viajan hasta mis nalgas, apretándome contra ti... Eres todo cuanto siempre he deseado tener, hacerte el amor me hace viajar en el tiempo... Por eso te hago el amor con mi era pasada, mi era presente, mi era futura e incluso todas esas eras que nunca llegarán a existir. Echas el cuello hacia detrás y yo tras beberme tu aliento, recorro tu cuello con mi lengua, sintiendo en la punta de ésta el dulce y sensual latido de tu yugular, ese que tanto me excita, mientras siento en mi sexo, los fuertes latidos de tu orgasmo, al mismo tiempo que mis oídos se deleitan del sonido de tu profundo gemido... Gimo contra tu cuello, por ese placer tuyo que incluso siento más que el mío, saber que una vez más te he vencido, que una vez más te he derrotado. Me sigo moviendo en tu interior con sutileza, tan perfectamente que hasta siento que tienes de nuevo un orgasmo... En ese momento en el que me pierdo en la perfecta mueca de tu rostro torturado por el placer, siento que mi placer termina contigo y en ti. Gimo contra tus labios, sin dejar de mirarte a los ojos, mientras siento como poco a poco mi placer se derrite en el interior de tu vientre, aún así no dejo de mover mis caderas con suavidad, haciendo más placentero y duradero mi orgasmo... Tu placer y el mío se fusionan en uno solo, se besan, se hacen el amor... Se enredan el uno al otro, y ese caos, esa perfección, esa certeza... Me matan. Me matas todos los días de mi vida, porque no me dejas vivir si no es contigo.

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