sábado, 15 de febrero de 2014

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Sin tu latido

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Salgo de casa, con un abrigo gris y un gorrito a juego. Nunca he sido muy acertada en cosas como la moda, pero al menos hoy no me he puesto un chándal y una sudadera. Mi padre me ha animado a que me arreglara un poco más. "Es San Valentin, ¿no irás a ir a ver a tu novio con chándal, verdad?" Me dijo sonriendo. Si fuera verano me habría puesto algún vestido, pero en invierno, mi idea de "arreglarse" no va más allá de unos vaqueros y un jersey de lana ancho de color beige

Llevo una bolsa de papel colgando del brazo derecho, y ambas manos en los bolsillos del abrigo. Me encamino hacia la calle Orchid, bajando la mía. Allí, en la casa de Bathilda, me estará esperando Scor, que supongo que ya habrá llegado. Cuando llego a la ruinosa casa, abro la puerta y con la varita iluminada, cruzo el zaguan de suelo crujiente y viejo

   -¿Scor?


    ¡Estoy aquí! -Digo desde la planta de arriba, en el dormitorio en el cual me encuentro.



Tu voz proviene del piso superior. Recorro el zaguán de la malograda casa y empiezo a subir la escalera. En el pasillo, me reencuentro con aquella vieja bruja de la comadreja disecada en el sombrero
   -¿Otra vez tú? -Me dice. 
Yo sonrío
   -Cállese, señora... -avanzo, dejando a la vieja bruja y su rosario de improperios a mis espaldas. Una vez alcanzo el dormitorio, me asomo a este, buscándote

 Al verte sonrío, sintiendo una leve sensación de alivio, esa sensación que no dejo de sentir, cada vez que te veo, desde que me salvaste la vida.
   -Hola, nena...-Sonrío y me levanto del filo de la cama , en la que estaba sentado.

Verte es como ver salir el sol después de una larga noche. Como caer rendido a una cama tras llevar mucho tiempo despierto. Como beber, después de una larga jornada en el desierto. Voy hacia ti, sintiendo el cosquilleo de ese "Hola, nena" recorrerme por dentro como una bendición. Te abrazo.

 Te rodeo con mis brazos con una sonrisa, y beso tu cabeza.
   -Feliz día de los enamorados, nena.


Jamás... Jamás pensé que algún día escucharía tan cerca, tan dentro, tan a solas, esas palabras naciendo de tus labios, y solo para mí
   -Tú haces que lo sea... -te miro levantando el rostro- Tú haces que cada día de mi vida sea San Valentin...

    -Oh...
Digo al no esperarme tales palabras, esas que hacen que me emocione, al mismo tiempo que te muestro una sonrisa dulce. No sé que responderte, por eso camino hacia la cama y me agacho para sacar de debajo de ésta, un ramo de rosas rojas. Te las tiendo con una sonrisa.
   -Doce rosas para la más hermosa de las rosas...-Te guiño un ojo.

Doce rosas...  Doce rosas para la más hermosa de las rosas... Mis ojos se llenan de lágrimas al ver ese ramo tan espectacular, tan perfectamente ornamentado, aquellos pétalos que parecen aterciopelada sangre, en un ramo adornado de encajes. Me llevo una mano al pecho, en el que siento el dolor de un nudo que me estrangula la voz. No puedo decir nada... Solo mirarte a los ojos mientras cojo el ramo y me caen dos lágrimas
   -Scor...

    -Ey... No llores mi niña...
Sonrío emocionado y te rodeo con mis brazos, dejando varios besos entre los mechones de tu cabello.

¿Y como no voy a llorar? Tengo todo aquello que he soñado y a veces me cuesta creer que no estoy dormida. Una rosa... Así me ves, mientras yo me veo tan solo las espinas que quedan en estas cuando su belleza decae
   -Es de felicidad... -susurro, mientras oculto mi rostro en tu pecho

   -Entonces llora, todas las lágrimas que desees...-Sonrío y meto la mano en el bolsillo de mi pantalón.- Toma...-Te tiendo una caja, envuelta en papel de regalo de color rojo muy oscuro.


Cuando veo en tu mano aquel envoltorio, siento un escalofrío, y una oleada de vergüenza. Rosas, esto... Y yo con esa bolsa de papel y su pobre contenido
   -Oh, Scor... -digo, mientras lo cojo, al mismo tiempo que las lágrimas caen por mis mejillas

    -Ey si vas a llorar así, te lo quito...-Sonrío y hundo las manos en mis bolsillos. Miro el paquete.-Ábrelo... 


El paquete tiembla entre mis temblorosas y descuidadas manos. Poco a poco, lo voy abriendo. La preciosa caja que hay tras el papel parece contener un pequeño gran tesoro, por eso lo abro con mucho cuidado y delicadeza, saboreando cada segundo del tiempo que tarde en descubrir el corazón de cristal que sobre una cuna de terciopelo escarlata, late delicadamente. Aquél pequeño corazón contiene un líquido rojo oscuro... Oscuro como la sangre. Te miro a los ojos, sintiendo que me quedo sin habla y sin respiración ante tal presente



 Trago saliva emocionado al ver la emoción que corona tus hermosos ojos, llenos ahora de brillo y calma.
   -Eso que tienes entre tus manos, es mi corazón... Haz con ellos lo que desees, porque hagas lo que hagas, yo también lo estaré deseando... 

Tú corazón... Tengo entre mis manos lo más valioso del mundo: tú corazón. Entre mis manos temblorosas, sostengo aquella caja como si fuera el mayor tesoro de nuestra era. Y lo es. "Haz con ellos lo que desees porque hagas lo que hagas, yo también lo estaré deseando..." 
   -Scor... 
Pero la voz no me sale. Pongo mi mano derecha sobre tu nuca y me alzo de puntillas para alcanzar tus labios y así poder besarlos

 Siento tus labios sobre los míos,  y mientras te rodeo por la cintura, cierro los ojos, y entreabro los míos, para respirar de tu aliento y vivir de tu vida.


Me enredo a tu lengua con la mía mientras con la mano derecha, acaricio tu pelo. Cuando me alejo de tu sedienta boca, te miro a los ojos y te doy la caja que contiene "tu corazón"
   -Pónmelo... -digo, dándome la vuelta y levantándome el pelo

 Sonrío y con los dedos temblorosos, paso la fina cadena de plata trenzada, y te lo pongo. Acaricio tu cabello, colando mis dedos, entre los mechones de tu cabello.


Poso mis dedos, aun temblando, sobre el pequeño corazón de cristal. Siento su sutil latido y me vuelvo para mirarte
   -Late igual que el tuyo... -susurro, y empiezo a desabotonarme el abrigo

Asiento con una sonrisa.
   -Si, y late aún más fuerte cuando estoy cerca de ti...-Te miro.-Por cierto, estás guapísima... 


La idea de pensar que tendré tu latido cerca de mí cada día me causa un escalofrío. Guapísima... Mis mejillas se encienden cuando me lo dices. Miro la bolsa que he traído tras quitarme el abrigo y dejarlo sobre la cama. La cojo y con cierta vergüenza, te la tiendo
   -Yo también tenía algo para ti... Pero no es tan especial.

   -¿Como? Especial es todo lo que tú me regales...
Cojo la bolsa con una sonrisa, ya emocionado porque sea un regalo tuyo.


   -Ya... -digo con desgana. 
Bajo la mirada. Yo querría darte el mejor de los regalos, pero no puedo. Mis bolsillos apenas si han podido permitirse aquél presente inocente y tal vez poco acertado para alguien como tú, que hay dentro de esa bolsa que abres mientras yo temo que sea demasiado poco para ti.


 Abro la bolsa y saco de ésta un hermoso oso de peluche. Para lo que muchos podría haber sido un regalo insignificante, para mí, es el mejor regalo del mundo, un regalo inocente, dulce... Un regalo en el que me regalas tu infancia, la infancia de nuestra hija, mi infancia, y un "te quiero," por eso, no puedo evitar emocionarme.
   -Es... Es precioso, Ever...

   -No tenía para más... -murmuro, excusándome torpemente- Sé que un oso de peluche no es mucho para alguien como tú, pero... -me encojo de hombros- ¿Que esperabas de la hija de un juguetero? -sonrío, orgullosa de ser quien soy, a pesar de que mi regalo se ha quedado muy pequeño al lado del tuyo.

 Trago saliva y te miro emocionado.-Puede que no me creas, Ever,  que te parezca raro o incluso absurdo, pero este regalo, es el mejor regalo que me han hecho nunca...
   -Digo con sinceridad.

Y me lo dices tú, que has puesto en mis manos tu corazón... Me emociono ante tus palabras y acaricio tu rostro
   -¿Sabes una cosa?

 Niego apretando los labios mientras te sonrío dulcemente, admirando la belleza de tu rostro.



   -Que a veces... A veces todavía pienso que todo esto es un sueño. Que algún día despertaré y será San Valentin del año 2023, y yo estaré sentada en ese sillón... Pensando en aquello en lo que no quería reconocer que pensaba...

Sonrío.
   -Hay algunos sueños que son tan inmensos, que una vez que dejan de serlo, siguen pareciendo sueños, por lo grandes que son...-Poso las palmas de mis manos sobre tus riñones.

   -Entonces... -susurro en medio de un jadeo, al sentir como me tocas y la proximidad de tu cuerpo contra el mío- ¿no es un sueño?


 Me muerdo el labio inferior y sonrío.
   -Yo creo que no, al menos que yo también esté soñando...


Observo como te muerdes el labio. Siento ese escalofrío tan puro, tan visceral, me recorre como un trueno recorre una noche de tormenta con su doliente mugido
   -Demuéstramelo...

   -¿Cómo se demuestra que no es un sueño, si en el sueño todo es perfecto?-Sonrío de nuevo.



¿Por qué siempre tienes la virtud de dejarme sin palabras? Sonrío porque no puedo hacer otra cosa. Soy inútil cuando se trata de estar contigo. Soy solo una marioneta y mis cuerdas son tuyas
   -No lo sé... Dímelo tú.

 Me humedezco los labios sin dejar de sonreír, y poso mis labios sobre los tuyos.



Así. Así se demuestra que los sueños no son sueños. Que a veces la realidad lo supera a todo. Recibo esos labios tuyos que tan necesarios me son para que mi corazón pueda seguir latiendo


En ese momento mientras te beso, adivino el fuerte latido de mi corazón de cristal, ese corazón que late sobre tu pecho, al unísono del mío, ahora descontrolado, invicto. Enredo mi lengua a la tuya, saboreando tu vida.

¿Puede un beso ser más fuerte que el tiempo y detenerlo? Sí... Puede. Dentro del universo que hay tras tus labios puedo sentir que no hay más vida que la de vivirte


En tu beso, sentencio a muerte mi propia muerte, pues hasta mi futura y lejana muerte, te está besando en estos instantes en los que me haces preso de tus labios.


Mis manos recorren tu cuello, tu pelo... Y si pudiera tocarte el alma, la acariciararía con tanta ternura que podrías sentir mis manos como música rozándote sin ni siquiera llegar a tocarte


Me aferro a tu respiración, esa que me brindas con tu beso y no con tu oxígeno, pues no hay nada más hermoso para respirar que respirar tu beso, nada más hermoso que respirarte. Lucho contra tu lengua en un duelo a muerte.

Mi corazón es el núcleo de un terremoto en el centro de mi pecho. Abro los ojos en medio de esa tormenta que has desatado al apartarme de tus labios cuando me quedo sin respiración


Abro los ojos muy despacio y te sonrío.
   -Un día de estos vas a matarme... Me robas la respiración incluso cuando no me besas... Ahora mismo lo estás haciendo...

   -¿Matarte? -Sonrío-. Me mataría yo misma si lo hiciese... -jadeo cerca de tus labios, los cuales atrapo suavemente con los míos


 Saco la lengua para rozar tus labios efímeramente.
   -Pues lo estás haciendo, Ever Dawson... 


El roce de tu lengua me quema los labios. Los siento devastados, malheridos, decrépitos y marchitos, pero quiero seguir sintiendo ese dolor. Los entreabro para que vuelvas a bendecirme con las llamas que hay tras el averno de tus labios

 Mi lengua serpentea en el interior de tu boca, buscando la vida que me robas, dándote la muerte que me pides. Fundo mi lengua con la tuya, beso tu beso con mis labios, mientras el latido de mi propio corazón encerrado en un corazón de cristal, golpea mi pecho con fuerza.

Y si muriera ahí, y ahora... ¿Que diferencia habría entre la vida y la muerte, si siento que rozo el paraíso cada vez que tu lengua roza la mía, consumiéndola con las llamas de tu deseo? Morir sería dulce si la muerte me encontrara vagabundeando en tus labios

 Tu beso se me antoja, el pago perfecto para quien lleva toda la vida, pidiendo limosna. Ese pago que no merezco, pues aún son muchas las veces, que me culpo de haberte hecho daño durante toda mi vida. Poso mi mano sobre tu nuca, deleitándome de su dulce tacto, y del latido de tu yugular en la palma de mi mano.

Bajo mi ropa, mi piel estremecida se derrite lentamente bajo una capa de sudor. Siento en mis pechos tensos y doloridos esas mil y una sensaciones que solo tú me causas. Desuno mis labios de los tuyos para permitirme respirar, porque me estás dejando sin aliento, y robándome la vida en ese beso que, como una espiral, empieza donde acaba, y termina donde comienza

 Te miro a los ojos cuando te apartas de mí, matándome pero dándome la vida que comenzaba a perder en tu beso, privado de oxígeno.- Mi mayor riqueza no ha sido ni el éxito, ni los estudios, ni ser conocido por todo el mundo mágico, ni tampoco nadar en dinero... Mi mayor riqueza ha sido quererte... 

Aquellas palabras... Todo lo que puedo sentir al oírlas es un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, desde donde este comienza, hasta donde termina. Cada fibra de la que está hecho mi ser, responde ante esas palabras, estremeciéndome. Las lágrimas abandonan mis ojos, y descienden por mis mejillas
   -No me merezco esto...

 Trago saliva al verte llorar, pues aún no he superado el dolor que me causan tus lágrimas, ni creo que lo supere nunca, odio verte llorar. Poso las palmas de mi mano en tu mejilla, y con mis pulgares, seco tus lágrimas.
   -No, no te mereces esto, te mereces mucho más de lo que podría darte en un billón de años... 

El delicado roce de las yemas de tus dedos borrando ese rastro de dolor, hace que las lágrimas vuelvan a brotar de mis ojos. Solo hay algo más hermoso que amarte: que tú me ames
   -Tú puedes regalarme las palabras más bellas de este mundo y yo apenas encuentro palabras que decirte... Un "Te quiero" no basta para toda esta poesía...

   -Un "Te quiero", nacido de tus labios basta para matarme... -Sonrío sintiendo un dulce escalofrío.


   -Entonces no te lo diré nunca... -poso las yemas de mis dedos índice y medio sobre tus labios, enrojecidos y calientes, ligeramente inflamados por nuestros besos- No quiero que mueras antes que yo...

    -Ni yo quiero que seas tú quien muera, mientras yo siga viviendo porque me matarías...-Sonrío dulcemente.


Niego con la cabeza
   -Ya he visto como es el mundo sin ti... Y no quiero volver a verlo... -siento un nudo en la garganta que detiene mi voz

   -Yo no he visto como es el mundo sin ti, ni quiero verlo, porque dejaría de ser el mundo...-Siento un escalofrío que me hace sentir miedo al imaginarlo.


Cuando me dices eso tengo miedo. Recuerdo nuestro beso, ese beso futuro que detuvo el tiempo y que me llevé conmigo a mi presente... Y tengo miedo a que el tiempo me lo prohiba
   -Scor...

 Trago saliva mientras enredo un mechón de tu suave cabello en mis dedos.
   -Dime...


Quiero decirte que no te vayas nunca, que no te mueras jamás, que seamos jóvenes eternamente, y que no importe ni el pasado, ni el futuro. Pero rozando tus labios con mis dedos, estremecida por ese roce, ardiendo por ese fuego con el que me has hecho arder, simplemente te susurro
   -Hazme el amor...

"Hazme el amor", esas tres palabras que lo significan todo para mi  pasado, para mi presente, y para mi futuro. Te llevo amando más tiempo del que te conozco y me iré de este mundo amándote más tiempo del que te merezco, pero en este preciso instante, solo me salen ocho palabras que deposito en tu alma, antes de besarte:
   -Te haré el amor con todas mis eras... 

Me estremezco ante esas palabras... "Te haré el amor con todas mis eras..." No puedo responder a esas palabras. No tengo el conocimiento suficiente de mi lenguaje para poder responderte a eso con palabras. Por eso, simplemente, te beso, te beso dándote mi alma en mis labios para que te la quedes para siempre

 Y en ese beso y en este perfecto y hermoso instante, comienza la noche de dos enamorados que no tienen palabras para regalarse pero que aún tienen algo por descubrir: todos los días de sus vidas.



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