Nuestro refugio en el mundo
Posted in Ever Dawson, Roles, Scorpius Malfoy
Esta tarde, Scorpius estuvo comiendo en casa. Mi padre quiso poner pollo asado, pero le recordé que ahora, el pollo estaba prohibido en casa. Finalmente, cocinamos juntos un estofado de carne, tan delicioso como un domingo en el que no hay lunes que lo ensucie porque ya no hay Hogwarts, ni clases de Pociones en las que haga estallar probetas o derrita calderos de forma accidental, ni Transformaciones en las que convierta cajas de cerillas en ratones sin orejas... Ahora no hay E.X.T.A.S.I.S por los que preocuparse, ni el miedo a una nota insuficiente para Dewin Merlin...Ya solo hay tardes en la juguetería, noches en compañía, paseos al anochecer... Ahora solo hay felicidad
Durante la comida, en un momento que estábamos a solas cuando mi padre fue a por el postre, aproveché para preguntarle a Scor si iba a a venir esta noche. Me sonrió dulcemente y me dijo que claro que sí. Yo le respondí con la misma sonrisa. "Te esperaré en nuestra..." En ese momento, me corregí y no llegué a decir "futura casa". Decidí dejar que el tiempo siguiera su curso. "En la casa de Bathilda", dije finalmente. Scor, me sonrío asintiendo, aunque su sonrisa parecía enturbiada por algo. "¿Te ocurre algo?". Se encogió de hombros y me dijo que ya luego hablaríamos. Una sensación de vértigo me revolvió el estómago. Como si alguien hubiera quitado el suelo bajo mis pies y este hubiera desaparecido. De pronto siento que me duele la cabeza. Que ese "Luego hablamos" es venenoso, nocivo, tóxico. Mi padre llegó con la tarta de arándanos que habíamos hecho por la mañana. Su tono alegre y sus bromas no pudieron distraerme, ni evitar que le mirara cada cinco segundos para observarle. Ahora me doy cuenta de que ha estado raro durante toda la comida, que parece ausente, como si estuviera pensando en otra cosa... Miré la tarta de arándanos y me di cuenta de que ya no me apetecía
Aparté el plato con un mohín de asco. Los dos me preguntaron casi al unísono que qué me pasaba.Me excusé diciendo que se me había revuelto el estómago y los dos dos lo entendieron, pero mi padre insistió en si quería alguna otra cosa. Yo dije que todo estaba bien. Mientras yo permanecía en la silla como una estaca, ellos hablaban. Mi padre le preguntó que qué tal los estudios, y Scor pareció animarse un poco al hablar de ello. Estuvo contando que tenía que hacer exámenes durante toda la semana, uno de ellos práctico, en San Mungo, y que estabamuy nervioso por ello. También contó que algunas veces no iba a clases pero que no pasaba nada porque luego le pedía apuntes a una de sus compañeras. Compañera. Que sentido tan distinto habría tenido esa palabra si acabara en "o". Una especie de psicosis empieza a generar en mi una serie de catastróficos pensamientos que me obligan a levantarme de la silla e ir directa al cuarto de baño
Huelga decir que lo vomité todo. Y todavía no sé si fue por mi cuerpo revuelto por el embarazo o porque ese "Ya hablamos luego" me había cortado la digestión. Ese "Ya hablamos", la maldita compañera de los apuntes, los exámenes de la semana que viene que me han sonado a "no-podré-venir-a-verte"... Maldita sea-.
Después me quedé todo el tiempo en el sillón y poco después, él se marchó. Antes de irse me besó la mejilla y susurró un dulce "Te veré luego, nena" que estuvo a punto de quitarme toda la idiotez de golpe, pero no lo logró, y pasé todo el día pensando en esas cosas que no debería pensar. Ahora regreso a casa con Pecas, tras su paseo habitual por el parque. Nada más entrar, el olor a una deliciosa sopa que procede de la cocina, llega a mi nariz.
Tras cenar con él, y una reconfortante charla, ya con la cazadora puesta y el gorro cubriendo mi cabeza, salgo de casa, y dirijo mis pasos hacia la calle Orchid, donde, y tomándome las precauciones necesarias para no ser vista, me escabullo dentro de la casa de Bathilda Bagshot. Esta mañana, antes de que Scor viniera a comer, estuve ahí. Directamente, voy hacia la planta superior alumbrándome con la varita. En el pasillo de arriba, la bruja de la comadreja disecada en el sombrero que vive atrapada en su mundo de óleo y lienzo, vuelve a reprenderme por tener la luz encendida. Me dan ganas de preguntarle como se llama, para poder maldecirla con propiedad cuando me resulte molesta, pero más se va a molestar ella si aún le funciona el oído. Miro con aprehensión a la puerta de la habitación en cuyo armario está ese boggart, y entro derecha a la habitación principal, donde me quito el gorro y la cazadora, sentándome al borde de la ruidosa cama con dosel
-¿Ever?
Oigo tu voz en el piso inferior. Me levanto de la cama y voy fuera, asomándome por la barandilla de la escalera de la planta superior
-Estoy aquí...
-Estoy aquí...
-Corre ahora que puedes.-Bromeo y comienzo a subir las escaleras corriendo.
Frunzo el ceño cuando me dices eso, y me quedo apoyada en la barandilla, esperando a que subas
-¿Eso que quiere decir? ¿Qué dentro de unos meses no voy a poder correr por estar muy gorda?
-¿Eso que quiere decir? ¿Qué dentro de unos meses no voy a poder correr por estar muy gorda?
-No, Ever, eres tonta...-Río.-Era una broma...
-¿Entonces...? -pregunto, preocupada por la respuesta mientras paso los dedos por la polvorienta barandilla de madera
La forma en que me rodeas desde atrás, tu voz susurrando cerca de mí oído, y tu olor... Todo hace que empiece a sentirme nerviosa. Me doy la vuelta y te miro
-He estado limpiando una habitación... -sonrío-.
-He estado limpiando una habitación... -sonrío-.
El roce de tu cuerpo contra el mío, me inquieta. Trago con fuerza, tratando de mantener la calma. Cojo tu mano
-Ven...
-Ven...
La bruja del cuadro empieza a hablar cuando pasamos por su lado, pero tanto yo como él la ignoramos. Entro contigo a la habitación y te miro, sonriendo, esperando a que me digas si te gusta esa habitación, aún abandonada y lúgubre, pero limpia
-Es la habitación más hermosa que he visto nunca...
Sonrío cuando tu voz llena el lugar, haciendo que ahora esa habitación parezca más hermosa. Estoy a punto de decir que más bonita será en el futuro, cuando esté su cuna en el rincón... Pero no digo nada
-Las cortinas estaban llenas de Doxys...
-Las cortinas estaban llenas de Doxys...
Te miro mientras caminas por la habitación. Aún tengo clavado en el cerebro ese "Luego hablamos" que me has dicho antes. Me siento al borde de la cama, que hace un gran ruido. No me atrevo a preguntarte que era eso que tenías que decirme porque no sé si quiero saberlo
-Hay algo que tengo que contarte...-Digo con pesar.
Siento como me coges la mano. Mi corazón se acelera. Siento que me suda la espalda bajo la sudadera, a pesar de que hace frío. Un miedo que no puedo controlar llena mi mente de ideas, y clavo los ojos en el suelo mientras empiezo a hiperventilar. Un miedo que no puedo controlar llena mi mente de ideas, y asiento con la cabeza sin ni siquiera poder mirarte
-El viernes, les conté a mis padres, que tendríamos una hija...
Te miro, sintiendo que un enorme peso se va de mi pecho. Era eso... Toda la tarde sufriendo y era eso
-¿Se lo has contado?
-¿Se lo has contado?
-Sí, se lo conté... Y ya sabes como pudo reaccionar mi padre...
Una punzada de remordimiento hacia mis malos pensamientos, me llena los ojos de lágrimas. Poso mi mano en tu hombro
-¿Fue muy duro contigo...? -pregunto preocupada
-¿Fue muy duro contigo...? -pregunto preocupada
-Te miro y sonrío tenuemente.
-Y... ¿Y tu madre? -pregunto, temblorosa.
-Bueno, no se lo tomó muy bien al principio, solo al principio...
Siento una profunda tristeza. Todas mis esperanzas estaban puestas en esa mujer, y ahora ella tampoco parece estar de nuestra parte
-Aún no ha venido a verme... -murmuro, preocupada por ese detalle-. ¿Crees que es por algo?
-Aún no ha venido a verme... -murmuro, preocupada por ese detalle-. ¿Crees que es por algo?
-No, no lo creo...-Aprieto tu mano.-Tiene mucho trabajo con los sombreros y eso... Seguro que es solo eso...
-Has dicho que no se lo tomó bien... ¿Qué te dijo? -pregunto, sintiendo como aprietas mi mano
Tus palabras me duelen
-Ya... Lo de siempre... -murmuro, y arriba, suenan los golpes que oí ayer, acompañados de ese quejido monótono. Pongo los ojos en blanco
-Ya... Lo de siempre... -murmuro, y arriba, suenan los golpes que oí ayer, acompañados de ese quejido monótono. Pongo los ojos en blanco
-¿Qué ha sonado?-Pregunto al no haberlo distinguido bien, mientras miro hacia arriba
-Creo que arriba hay un Ghoul... -te miro sonriendo- Y en la habitación de enfrente hay un Boggart... No somos los únicos que estamos aquí, aparte de la vieja de la comadreja del cuadro del pasillo -sonrío acercándome a ti y beso tus labios
Siento como mi cuerpo se estremece por el contacto de tus labios en los míos. En estos, ahora hay un millón de terminaciones nerviosas que no sabía ni que existían, o a las que antes no había prestado atención. Un fuego que es inextinguible rompe a arder entre ese espacio que queda entre tus labios y los míos
Siento en mi cuello tu mano, y bajo la piel, percibo el flujo de sangre que debes notar ardiente bajo tus dedos. Cojo tu mano y la guío poco a poco hasta mi pecho izquierdo, deteniéndolo sobre este, y apretándolo contra mí
Un gemido de placer muere entre mis labios para rendirse a la muerte de tu boca. No puedo contenerlo, aquella caricia a través de la gruesa tela de mi sudadera gris, hace que sienta un placer que nunca habría imaginado que podría obtener de esa manera. Te aprieto la mano contra mi pecho un poco más, hasta que siento dolor
Ya no me acuerdo de nada. No me acuerdo ni del Boggart en el que vi el rostro del tiempo, ni de esa compañera que te pasa los apuntes y a la que he maldecido toda la tarde sin saber ni que rostro tenía...Ahora solo me acuerdo de ti y de mí. Me aparto un poco para tirar de mi sudadera y quitármela. Bajo esta, no llevo nada, pues soy incapaz de ponerme un sujetador. Miro mis inflamados pechos, enrrojecidos y calientes, con cierta vergüenza, antes de mirarte a los ojos
La forma en que me miras hace que me relaje, pues puedo leer el deseo en tus ojos, y sentirlo en tus labios cuando me besas.Mientras desabrochas tu camisa, yo tiro de esta para sacarla de tus pantalones
Gimo profundamente al sentir el roce de tus perfectas manos contra mi cuerpo, la sensación de que estas me están quemando, moldeando, dándome forma y vida una vez más. Echo mi cabeza hacia atrás mientras llevo mis manos a tu nuca, sintiendo que un profundo extasis se desborda por todo mi ser
Cuando siento en mis pechos tus manos, un escalofrío recorre toda mi espalda. Gimo profundamente, al sentir aquella oleada de inevitable placer. Poso mis manos sobre las tuyas, apretándola contra mí, indicándote como quiero que me toques, mientras todo mi cuerpo se muere de lujuria lenta y placenteramente
Mientras me tocas, mientras besas mi cuello, mientras yo me siento inmersa en esa espiral de deseo, me quito las zapatillas con la ayuda de mis pies, y suelto tus manos para llevarlas hasta tus pantalones. Con cierto nerviosismo, lucho contra ese botón, para desprenderlo, y desciendo la cremallera para después, tocando tu bajo vientre cubierto por ese suave vello introduzco esta por debajo de la goma de tu ropa interior, buscando el calor de tu sexo con mis dedos
La forma en que guías pidiéndome más placer hace que el mío se haga más intenso. Deslizo mi mano, cerrada alrededor de tu masculinidad, ejerciendo la presión necesaria, produciéndote placer al hacerlo, sintiendo en la palma de mi mano la placentera sensación del sutil latido de tu torrente sanguíneo
Dejo que tu mano me guíe al sostener mi muñeca, sintiendo el brío con el que me pides más. Noto que mis labios me duelen, torturados por el dulce tormento de los tuyos al besarme. Incremento la velocidad de mi mano... No me importa lo que pueda ocurrir, pero espero a que tú decidas si quieres que siga
Entiendo la respuesta al detenerme. Me aparto de tus labios jadeantes, mientras que me tumbo sobre la cama, bajando mis pantalones hasta la mitad de mis muslos, y sintiendo el frío de la habitación quemándome los pechos desnudos y tensos
Siento tus labios posarse sobre mi vientre y sonrío mientras tiemblo de placer y frío sobre el colchón. Acaricio tu pelo con mis dedos, y casi puedo sentir que le estás besando también a ella
-¿Puedes sentirla...? -murmuro con voz jadeante,mientras mis ojos se llenan de lágrimas de emoción
En ese momento, siento una extraña sensación, pero después esa sensación se hace dulce.-¿Puedes sentirla...? -murmuro con voz jadeante,mientras mis ojos se llenan de lágrimas de emoción
-No...
Sonrío tenuemente y me yergo para despojarte por completo de tus pantalones, después mi mano izquierda se posa sobre tu vientre con calidez y dulzura
¿No? Yo la siento a cada instante, como si fuera parte de mi, como si pensara conmigo y hablara en mi voz. Levanto la cabeza para mirarte, y poso mi mano sobre la tuya. Tras ese momento tierno en el que puedo sentir esa energía, vuelvo a recuperar el deseo y empujo tu mano hacia abajo mientras me muerdo el labio
Aquella caricia me quema, me quema tanto que hasta puedo sentir dolor, un dolor que me bendice, me rescata de la tortura lenta y dolorosa de querer tenerte. Cuando siento como uno de tus dedos se clava en lo más hondo de mí, un gemido de placer rasga la oscuridad que me permite ver tu mano entre mis muslos, la cual tan pecaminosamente miro... Me aferro con fuerza a la almohada con la mano izquierda, y tenso mis músculos con fuerza
Gimo con mayor ímpetu, con mayor fuerza, busco tus labios entre jadeos, y poso mi mano en tu nuca para atraerte hacia mí el lento roce de tu dedo recorriendo mi interior con el arte del placer que tan eficientemente me causas, hace que sienta que soy esclava de todos esos sentidos que has despertado en mí. Contengo la respiración contra tus labios cuando, tensando todos los músculos de mis piernas, alcanzo un orgasmo que enloquece mi corazón, cuyos latidos puedes percibir en mis labios posados en los tuyos
Aquél orgasmo no me ha dejado lo suficientemente saciada de ti. Cuando te adentras en mi cuerpo, con esa fuerza, con esa vertiginosa pasión, siento que todo mi cuerpo se muere contigo. Miro a tus ojos, presa de ese dulce calvario en el que podría morir sin lamentarlo, y sonrío mientras susurro:
-Mátame... Mátame, por favor...
Pongo mis manos en tu rostro, rozando tus labios con mis dedos, antes de poseerlos con los míos, mordiéndolos suavemente, respondiendo con mi cuerpo al movimiento del tuyo
-Mátame... Mátame, por favor...
Pongo mis manos en tu rostro, rozando tus labios con mis dedos, antes de poseerlos con los míos, mordiéndolos suavemente, respondiendo con mi cuerpo al movimiento del tuyo
La ternura con la que me haces el amor me enloquece. El placer se hace cada vez más fuerte, y mis labios ardientes responden a los tuyos, uniéndose a estos con deseo. Mis manos recorren tu cuello, tus hombros, tu espalda,se detienen en tus sudorosas nalgas, las cuales aprieto contra mí. Cada vez gimo más alto, sintiendo en mis pechos cierto dolor al tener tu pecho levemente posado sobre estos
Elevo mis caderas, hasta unir mi vientre con el tuyo. Siento tu sudor resbalando por mi piel y enloquezco. Aprieto mis dedos contra tu tensa piel y te miro a los ojos, sosteniendo tu lujuriosa mirada, mientras que respiro con fuerza,casi sin aliento,y subiendo el tono de voz en mis latidos. Puedo sentir el placer, en lo más profundo de mí, tu virilidad recorriendo mi cuerpo, llegando a lo más profundo de mí con escalofríos que nacen en lo más hondo de mis entrañas. En ese abismo, una explosión se desata, y el huracán del orgasmo surge dentro de mí arrancándome un profundo y ronco gemido, mientras cientas de corrientes eléctricas hacen que mi sangre hierva, y un dulce y lento palpitar abrace tu sexo
El elixir de vida que se derrama dentro de mí, me quema. Es como magma de un volcán que ha erupcionado por el terremoto de mi cuerpo. Puedo sentir tu orgasmo , los latidos sensuales del mismo dentro de mí. Asciendo con mis manos por tu sudorosa espalda, saboreando tu piel a través de mis manos, y las paso por tu pelo antes de detenerlas en tu rostro para encontrar tus labios con los míos, en los que se me escapa un "Te quiero"
Un quejido de dolor que no puedo evitar brota de mis labios cuando te posas sobre mi cuerpo al sentir el dolor en mis pechos.Alzo los ojos sonriendo a pesar de ello, y acaricio tu mejilla y tus labios con el pulgar cuando dejas de besarme
-Tenía tanto miedo...
-Tenía tanto miedo...
Bajo tu sudoroso cuerpo, tan caliente y jadeante por el placer, empiezo a tiritar
-A que no me desearas...
-A que no me desearas...
No quiero romper este momento con mis neuróticos pensamientos. Te rodeo con mis brazos, apretándome contra ti con fuerza, sin importarme el dolor
-No me hagas caso... Solo abrázame...
-No me hagas caso... Solo abrázame...
Y así, en el dulce refugio de tus brazos, dejo que mis miedos mueran, y se consuman de la misma forma que el fuego y la pólvora
Siento sus brazos como mi último refugio en el mundo. Sentirme rodeada de sus brazos, besada por su sudor cálido resbalando por su nívea piel, me adormece, como si su abrazo fuera una nana de silencio susurrada a través del contacto de nuestras pieles. Hundo mi rostro en el hueco de su cuello, y con mis labios rozo su latente arteria, cuyo torrente sanguíneo puedo percibir a través de mis labios como un cosquilleo, quemándolos dulcemente hasta convertirlos en cenizas. No quiero que se aparte de mí, no al menos hasta que todo nuestro incendio se apague del todo. No quiero que me desarrope de su cuerpo, ni que me prive del roce de este, incluso necesito el dolor que su peso sobre mí, posado con ligereza, causa en mis doloridos y sensibles pechos. Y cuando finalmente me desabriga de su piel, tendiéndose a mi lado en el colchón, me siento poderosa e invicta, desnuda y plena sobre un colchón ajado y unas revueltas sábanas húmedas por el sudor que ha bebido de nuestros cuerpos, mirando al cielo de un estampado incierto del dosel que hay sobre nosotros como si fuera un firmamento lleno de estrellas apagadas. Me giro hasta quedar de lado sobre la cama, hundiendo el codo en la almohada y apoyando mi mentón en mi mano. Le contemplo, sonriendo, tan hermosamente mío que no puedo creérmelo. Beso su frente y acaricio su pelo, y después de tirar de las sábanas para cubrirnos, cuando el sudor se nos empieza a quedar frío, le arropo con ternura.
Arroparle significa renunciar al placer de contemplarle, pero me permito ver su torso, con la piel trémula brillante por el sudor, tan bella por su perfección, pero casi aún más por sus imperfecciones. Acaricio su torso agitado aún por el éxtasis del todavía reciente orgasmo, que sube y baja por su respiración rítmica. Puedo sentir en mis dedos el latido de su corazón al rozar su piel suavemente, y siento que se estremece. Sus mejillas aún encendidas, se encienden aún más. Sonrío y cierro los ojos cuando me inclino para besarle. Y sigo acariciando su piel y sus cabellos hasta que se queda dormido
Cuando duerme, me quedo despierta vigilando sus sueños. Juego a descifrar el sentido de su viaje onírico a través de los latidos de su corazón o del movimiento de sus ojos tras los párpados, a través de su respiración al agitarse o calmarse, la cual se escapa de sus labios como besos nacidos en medio de un sueño robado por aquella espia que los ultraja mientras sonríe porque no puede creerse que ella pueda ser tan feliz. Me tumbo a su lado cuando decido que ya no quiero seguir siendo su vigilante nocturna, su protectora de sueños, y que es mejor reunirme con él en ellos. Me abrazo a su cuerpo hasta fundir mi piel con la suya y me rindo al placer insuperable de quedarme dormida, desnuda entre sus brazos
Cuando despierto, las sábanas están revueltas, y nuestros cuerpos enrredados el uno al otro. Pero antes de abrir los ojos, sonrío al sentir su mano sobre mi vientre. Al mirar hacia la derecha y verle bocabajo con la espalda desnuda bañada por una fría caricia de sol, con los cabelloa rubios revueltos, sonrío y me dou cuenta de que yo no era una enamorada, sino una drogodependiente. Y él, era mi marca de heroína
Cuando Scor se despierta, yo ya llevaba mucho tiempo despierta, espiándole. Tras regalarme alguno de sus besos perdidos en soplos de aliento cálido llegados de un muy lejano sueño, se viste a la luz del sol mientras yo observo cada línea de su cuerpo sintiéndome dichosa, y con el egoista pensamiento de regodearme pensando que es mío. Solo mío. Yo me quedo en la cama, hasta que tras besarme una y otra vez, finalmente se marcha. Desde la puerta, apoyado en el quicio, vuelve a lanzarme un beso, y yo lo atrapo dentro de mi mano como si este fuera una mariposa que llevo hasta mi pecho, donde la guardé para siempre. Y cuando se va, se va el sol Y luego, vuelvo a casa. Mi padre ya ha abierto la juguetería, y cuando abro, estaba tras el mostrador. Me mira con un extraño gesto. Como si estuviera evaluando mi pelo, o el orden de mi ropa. Yo señalo arriba y digo:
-Voy a darme una ducha
Y él asiente con vehemencia, como si no supiera que decir.
-Oh, si, si... Claro. Yo te espero aquí
Y mientras subo arriba, sonrío por esos celos de padre que tanta ternura me inspiran siempre.
Siento sus brazos como mi último refugio en el mundo. Sentirme rodeada de sus brazos, besada por su sudor cálido resbalando por su nívea piel, me adormece, como si su abrazo fuera una nana de silencio susurrada a través del contacto de nuestras pieles. Hundo mi rostro en el hueco de su cuello, y con mis labios rozo su latente arteria, cuyo torrente sanguíneo puedo percibir a través de mis labios como un cosquilleo, quemándolos dulcemente hasta convertirlos en cenizas. No quiero que se aparte de mí, no al menos hasta que todo nuestro incendio se apague del todo. No quiero que me desarrope de su cuerpo, ni que me prive del roce de este, incluso necesito el dolor que su peso sobre mí, posado con ligereza, causa en mis doloridos y sensibles pechos. Y cuando finalmente me desabriga de su piel, tendiéndose a mi lado en el colchón, me siento poderosa e invicta, desnuda y plena sobre un colchón ajado y unas revueltas sábanas húmedas por el sudor que ha bebido de nuestros cuerpos, mirando al cielo de un estampado incierto del dosel que hay sobre nosotros como si fuera un firmamento lleno de estrellas apagadas. Me giro hasta quedar de lado sobre la cama, hundiendo el codo en la almohada y apoyando mi mentón en mi mano. Le contemplo, sonriendo, tan hermosamente mío que no puedo creérmelo. Beso su frente y acaricio su pelo, y después de tirar de las sábanas para cubrirnos, cuando el sudor se nos empieza a quedar frío, le arropo con ternura.
Arroparle significa renunciar al placer de contemplarle, pero me permito ver su torso, con la piel trémula brillante por el sudor, tan bella por su perfección, pero casi aún más por sus imperfecciones. Acaricio su torso agitado aún por el éxtasis del todavía reciente orgasmo, que sube y baja por su respiración rítmica. Puedo sentir en mis dedos el latido de su corazón al rozar su piel suavemente, y siento que se estremece. Sus mejillas aún encendidas, se encienden aún más. Sonrío y cierro los ojos cuando me inclino para besarle. Y sigo acariciando su piel y sus cabellos hasta que se queda dormido
Cuando duerme, me quedo despierta vigilando sus sueños. Juego a descifrar el sentido de su viaje onírico a través de los latidos de su corazón o del movimiento de sus ojos tras los párpados, a través de su respiración al agitarse o calmarse, la cual se escapa de sus labios como besos nacidos en medio de un sueño robado por aquella espia que los ultraja mientras sonríe porque no puede creerse que ella pueda ser tan feliz. Me tumbo a su lado cuando decido que ya no quiero seguir siendo su vigilante nocturna, su protectora de sueños, y que es mejor reunirme con él en ellos. Me abrazo a su cuerpo hasta fundir mi piel con la suya y me rindo al placer insuperable de quedarme dormida, desnuda entre sus brazos
Cuando despierto, las sábanas están revueltas, y nuestros cuerpos enrredados el uno al otro. Pero antes de abrir los ojos, sonrío al sentir su mano sobre mi vientre. Al mirar hacia la derecha y verle bocabajo con la espalda desnuda bañada por una fría caricia de sol, con los cabelloa rubios revueltos, sonrío y me dou cuenta de que yo no era una enamorada, sino una drogodependiente. Y él, era mi marca de heroína
Cuando Scor se despierta, yo ya llevaba mucho tiempo despierta, espiándole. Tras regalarme alguno de sus besos perdidos en soplos de aliento cálido llegados de un muy lejano sueño, se viste a la luz del sol mientras yo observo cada línea de su cuerpo sintiéndome dichosa, y con el egoista pensamiento de regodearme pensando que es mío. Solo mío. Yo me quedo en la cama, hasta que tras besarme una y otra vez, finalmente se marcha. Desde la puerta, apoyado en el quicio, vuelve a lanzarme un beso, y yo lo atrapo dentro de mi mano como si este fuera una mariposa que llevo hasta mi pecho, donde la guardé para siempre. Y cuando se va, se va el sol Y luego, vuelvo a casa. Mi padre ya ha abierto la juguetería, y cuando abro, estaba tras el mostrador. Me mira con un extraño gesto. Como si estuviera evaluando mi pelo, o el orden de mi ropa. Yo señalo arriba y digo:
-Voy a darme una ducha
Y él asiente con vehemencia, como si no supiera que decir.
-Oh, si, si... Claro. Yo te espero aquí
Y mientras subo arriba, sonrío por esos celos de padre que tanta ternura me inspiran siempre.
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