"No me dejes ir..." Aquella frase escalofriante se me ha aparecido en sueños toda la noche. En ella percibía miedo. Miedo a desaparecer, a irse a ése lugar tan lejano al que nadie pueda seguirle... Era su voz, susurrante y cálida cerca de mi oído. "No me dejes ir..." Todos mis sueños llevan puesta una capa negra y un nombre bordadado en ella: el suyo. "No... No te dejaré ir. Y si tienes que irte, entonces me iré contigo..." Pero entonces su voz regresaba. "No... Ella te necesita"
"Entonces no te dejaré ir..." Pero en mis manos sentía las suyas, y la fuerza se iba de estas al sostenerme, mientras yo me quedaba sin ellas para seguir sujetándole. Entre mis dedos, los suyos se escurrían, y de pronto mis manos estaban vacías. Yo me las miraba, mientras gritaba desesperada... Todo estaba en mis manos. Y había fracasado. Todo era culpa mía...Y así despertaba de nuevo, con las lágrimas bañando mi cara, las cortas uñas clavadas en las palmas de mis manos, el cuerpo bañado en sudor, y aquella palabra en mi mente: "No me dejes ir..."
Pero despertaba y segundos después, aliviada porque era solo un sueño, volvía a dormirme, para volver a soñar. A veces le abrazaba y al abrir los ojos ya no estaba. A veces le escuchaba pedirme ayuda a lo lejos y yo no podía encontrarle, a veces estaba muerto entre mis brazos... Pero fuera como fuera, en mis sueños siempre le oía suplicarme lo mismo: "No me dejes ir..."
Dormí hasta muy tarde. Arya, Herea y Waldorf me llamaron, pero aunque las oí, no pude hacerles casos. Estaba demasiado cansada. Me perdí todas las clases de la mañana, y por suerte, Slughorn no fue muy duro conmigo cuando me llamó a su despacho. No me quitó puntos, pero mi...
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